En el cine de Federico Fellini (1920-1993) las estrellas son algo más que astros, los sueños son algo más que fantasías y las musas algo más que actrices. Famoso por su cautivadora mirada onírica y poética, el de Rímini fue un director capaz de darle a las mujeres en su filmografía una redondez y complejidad prácticamente inexploradas hasta entonces, elaborando así algunos de los mejores personajes femeninos de la historia del cine.
Independientemente de la marcada sensualidad de sus filmes, las mujeres de Fellini siempre han tenido papeles principales en sus películas, siendo esenciales para el desarrollo de la trama y la construcción de la narración. El italiano profesaba auténtica adoración por sus personajes femeninos, trascendiendo su condición de objetos de deseo y trazando un recorrido en el que las dificultades a las que se tienen que enfrentar en una sociedad que las margina se convierten en parte de su crecimiento personal hacia una mayor independencia.
En la siguiente lista, se puede ver cómo desde su mujer Giuletta Masina, hasta su amante, la recientemente fallecida Sandra Milo, sin olvidar a la icónica Anita Ekberg, todas las musas de Federico Fellini han aportado su indudable huella en su cine, convirtiéndose en una parte indisoluble de su legado.
Giulietta Masina, la primera y más importante de sus musas
Giulietta Masina, esposa de Fellini, fue una figura central en su vida y obra. Su colaboración trascendió la pantalla y se convirtió en un matrimonio artístico que dejó una marca indeleble en la cinematografía mundial. La dulzura y la vivacidad de Masina se manifestaron en personajes inolvidables como Gelsomina en La Strada y Cabiria en Las noches de Cabiria, películas que llevaron a Fellini a la cima de su carrera. Ginger & Fred fue su última película juntos. Massina murió el 23 de marzo de 1994, menos de un año después que el cineasta.
"Creo que he sido su sombra, pero no me importa porque es una sombra maravillosa", dijo Masina tras la muerte de su marido.
Anita Ekberg, la eterna belleza de 'La Dolce Vita'
Anita Ekberg fue, de hecho, una musa destacada en la filmografía de Federico Fellini. Su colaboración más conocida fue en la película La Dolce Vita (1960), donde interpretó el papel de Sylvia Rank, una actriz sueca. La escena en la Fontana di Trevi, donde Ekberg se sumerge en la fuente, se ha convertido en un símbolo icónico del cine y es uno de los momentos más recordados de la película.
La presencia de Ekberg en La Dolce Vita capturó la atención del público y contribuyó al reconocimiento internacional de Fellini como director. La actriz, con su elegancia y encanto, personificó la belleza y la extravagancia, elementos que caracterizan el estilo visual y temático distintivo de las películas de Fellini.
Sandra Milo, la gran amante en el cine y en la vida
Sandrocchia, como la llamaba Fellini, fue su amante durante casi dos décadas. Lo fue en la vida real y también en la ficción, interpretando el papel de Carla en 8½, la irritante y caprichosa amante de Mastroianni, su alter ego. Además, también coincidió con Masina en Giulietta de los Espíritus (1965).
Su presencia añadió un toque de misterio y fascinación a las narrativas de Fellini. Milo representaba la complejidad de las relaciones y los sueños inalcanzables que caracterizaban las películas del italiano.
Anouk Aimée, la elegancia francesa de '8½'
La actriz francesa Anouk Aimée cautivó a Fellini con su elegancia y misterio en 8½. Interpretando a Luisa, la esposa del protagonista, Aimée aportó sofisticación al filme. Su colaboración con Fellini dio lugar a una representación conmovedora de la estabilidad en medio del caos creativo, consolidándola como una de las musas más icónicas del director. Estuvo en el reparto coral de La Dolce Vita, pero es más recordada como la esposa de Marcello Mastroianni en 8½ (1963), con su look masculino, gafas de pasta y cigarrillo.
Magali Noël, la inolvidable Gradisca de 'Amarcord'
Magali Noël, de origen francés, contribuyó a la diversa paleta de talento en el reparto de Fellini. Su papel en La Dolce Vita añadió una dosis de energía y encanto a la película. Noël, con su presencia vibrante, encarnaba la vitalidad y la exuberancia que caracterizaban muchas de las obras maestras de Fellini. Ingresó en su universo femenino a través de La Dolce Vita y tuvo una segunda participación en Satyricon (1969), pero fue con su interpretación de Gradisca en Amarcord (1973) cuando dejó una huella imborrable con un personaje elegante y melancólico.
Claudia Cardinale, la confidente
Claudia Cardinale, una de las actrices más reconocidas del cine italiano, trabajó con Fellini en 8½. Su belleza y pasión en pantalla la convirtieron en una elección perfecta para interpretar a una de las musas ficticias del protagonista. Cardinale, con su presencia magnética, contribuyó al magnetismo visual de la película. Inolvidable la larga secuencia en la que Marcello le confiesa su falta de inspiración como director.
Capucine, la princesa trágica
En Satyricon, Capucine interpretó a Trimalcione, un personaje que encarna la extravagancia y la decadencia de la Roma antigua. Aunque su carrera ya estaba experimentando un declive en ese momento, su presencia en la pantalla agregó una capa adicional de complejidad al filme. Su físico prematuramente endurecido y su estilo único complementaron la visión de Fellini, contribuyendo a la creación de un personaje con una elegancia trágica.
Lucía Bosé, 'nuestra' musa felliniana
Lucía Bosé, actriz y modelo italoespañola, también participó en el Satyricon de Fellini. Su belleza atemporal y su presencia enigmática añadieron un toque surrealista a la película. Bosé, con su capacidad para transmitir emociones complejas, se convirtió en un elemento valioso en el repertorio de musas de Fellini.
Tina Amount, una belleza de época
Tina Aumont, actriz franco-americana, deslumbró en dos películas de época de Federico Fellini: Satyricon y Casanova (1976). Su físico moderno y distintivo añadió un toque contemporáneo a estos dramas históricos. Este último papel ya le era familiar, ya que en 1969 participó en Infancia, vocación y primeras experiencias de Giacomo Casanova, veneciano. Aumont, con su presencia única, dejó una huella en la visión del director italiano sobre el pasado.
Valeria Ciangottini, la enigmática sonrisa de la inocencia
El caso de Valeria Ciangottini es llamativo porque, aunque solo tuviera un papel secundario pero icónico en La Dolce Vita, fue Fellini quien la descubrió. A los catorce años Ciangottini fue elegida por el cineasta para el papel de la inocente Paola, tras fijarse en ella a la salida del colegio. Suya es la enigmática sonrisa que se despide de Marcello en el último plano de la película. A partir de entonces inició una exitosa carrera como actriz.
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