16 años no son nada. El 17 de febrero de 2008 Kosovo, hasta entonces una provincia de mayoría albanesa de Serbia, declaró unilateralmente su independencia. El tiempo transcurrido no ha curado las heridas del enésimo conflicto de los Balcanes. La República de Kosovo y Serbia siguen siendo enemigos en liza. Las trincheras permanecen. Lejos de haber firmado el más leve acercamiento, la tensión se halla al alza desde que en septiembre la policía kosovar localizara a un grupo de paramilitares serbios cuando introducían armas a escondidas en un pueblo fronterizo.

Ni siquiera la aspiración de ambos países por acceder a la Unión Europea y la normalización de relaciones bilaterales establecida por la diplomacia comunitaria como requisito previo al ingreso han surtido efecto alguno. "Serbia no está comprometida con el diálogo sino con la violencia y con devolver esta región a los años noventa", alerta Vjosa Osmani, presidenta de Kosovo, en una entrevista exclusiva con El Independiente.

Más de tres lustros después de aquella declaración de independencia, España mantiene su oposición a reconocer a Kosovo, una decisión que pone a prueba la paciencia de Pristina. "Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para convencer a España de que hay caminos que pueden permitir a Kosovo avanzar en su integración europea", desliza Osmani, una jurista de 41 años en la presidencia del país desde abril de 2021 tras abandonar por exigencia del cargo el liderazgo de Guxo!, un partido de centro derecha que había fundado poco antes.

Formada en las universidades de Pristina y Pittsburgh (Estados Unidos), Osmani es plenamente consciente de los recelos que la historia de Kosovo suscita en Moncloa, con el trasfondo de los movimientos independentistas en Cataluña y País Vasco. "No veo similitudes entre Kosovo y Cataluña porque no creo que España cometiera el tipo de crímenes que firmó Serbia", apunta en una entrevista en la que reclama a Pedro Sánchez que pase página.

La jefa de Estado kosovar reconoce que, 16 años después, España sigue siendo el hueso más duro de roer entre los cinco estados de la UE -Grecia, Chipre, Eslovaquia y Rumania- que se niegan a aceptar los hechos consumados de Kosovo. "No creo que a España le interese compararse con lo que Milošević y Serbia hicieron en aquella época contra personas inocentes en Kosovo, Bosnia y Herzegovina, Croacia y otros lugares", recalca, convencida -no obstante- de que Madrid acabará rindiéndose a la realidad.

Pregunta.- Se cumplen 16 años de la declaración unilateral de independencia. ¿A qué retos se enfrenta hoy Kosovo?
Respuesta.-
A pesar de que los desafíos son muchos, tengo que decir que Kosovo ha hecho enormes progresos durante estos 16 años como país independiente y soberano y como país que contribuye a la paz y la estabilidad, no sólo en nuestra región, sino también más allá. Kosovo se erige como faro de esperanza en lo que se refiere a la democracia, los derechos humanos y, especialmente, el Estado de derecho. En los últimos años, todos los informes internacionales muestran el enorme progreso de Kosovo en estas áreas clave. Y creo que esto es un gran estímulo para que sigamos no sólo afrontando los retos que tenemos por delante sino al mismo tiempo dando el buen ejemplo de un país que se ha construido con el sacrificio de su pueblo, de la resistencia de las democracias de todo el mundo para estar al lado de un pueblo oprimido y demostrar que sí importa estar del lado de la libertad y la democracia. Así que estamos muy orgullosos de lo que hemos conseguido, pero también somos muy conscientes de los retos que tenemos por delante. Nuestra paciencia no va a decaer y, al mismo tiempo, no pensamos rendirnos, sino todo lo contrario. El entusiasmo para afrontar estos desafíos y la voluntad son más fuertes que nunca.

Nuestro camino hacia la integración europea es un tan irreversible como la independencia y la soberanía de Kosovo

P.- El Gobierno español sigue siendo reacio a reconocer la independencia de Kosovo. ¿Es uno de los obstáculos que afronta su país?
R.-
Sin duda es un reto en lo que respecta a la trayectoria europea de Kosovo. Como sabe, desde la cumbre de Salónica, hace más de dos décadas, hay una clara indicación por parte de la Unión Europea de que el lugar de todos los países de los Balcanes Occidentales está en la Unión Europea. Y hay una perspectiva clara. Por desgracia, el proceso va bastante lento. Y no siempre vemos que lo que está ocurriendo es un proceso basado en el mérito, porque si nos fijáramos en las reformas y la meritocracia, Kosovo habría estado mucho más adelantado. Tanto si hablamos de alinearse con la política exterior y de seguridad de la UE como de reformas positivas en el ámbito de la economía, los derechos humanos y el Estado de derecho, Kosovo va muy por delante. Cuando se compara nuestro nivel de democracia y derechos humanos con el de otros países de la región, también estamos por delante, incluso de algunos países que ya están dentro de la Unión Europea. Así que lo que pedimos es que se nos evalúe por lo que somos, pero también por lo que hacemos. Como he dicho, nos hemos alineado con la Unión Europea en las sanciones contra Rusia, en todas y cada una de las demás decisiones de política exterior y de política de seguridad, mientras que hay otros países de nuestra región que ni siquiera están alineados al 50% pero van por delante en su integración.  Tienen un estatus de candidato, han avanzado en la apertura de capítulos de negociaciones y han cerrado algunos de estos capítulos.

El no reconocimiento de Kosovo por cinco países de la UE es un obstáculo innecesario

Así que la falta de reconocimiento por parte de cinco países de la UE es un obstáculo, un obstáculo innecesario, si se me permite añadir, en nuestro camino hacia la integración europea, que es tan irreversible como la independencia y la soberanía de Kosovo. Kosovo está aquí para quedarse como país soberano para siempre. Por lo tanto, nunca hemos vacilado en nuestro camino hacia la integración euroatlántica. Más del 96% de nuestro pueblo está a favor de la vía de integración en la Unión Europea. Y, por supuesto, nuestras reformas y nuestra acción también van en esa dirección, porque es una visión de nuestros padres y madres fundadores y, al mismo tiempo, es una visión del pueblo de Kosovo. Así que seguiremos trabajando en ello. Pero no me gustaría que las consideraciones domésticas se convirtieran en la política de los Estados miembros a la hora de analizar si merecemos seguir adelante. Ahora bien, hace más de un año que solicitamos el estatus de candidato, pero desgraciadamente, debido a estos obstáculos políticos, este expediente de solicitud aún no ha recibido el mandato de la comisión. Hay una serie de fórmulas que se pueden utilizar para que la solicitud de Kosovo se envíe a la comisión, porque creemos que es una cuestión puramente de procedimiento.

Y espero que esta fórmula también sea apoyada por España de la misma manera que España ha respaldado la liberalización de visados para Kosovo. En 2015 se utilizó la misma idea para permitir que Kosovo tuviera un acuerdo de estabilización y asociación con la Unión Europea. Así que lo que estoy tratando de decir es que para que Kosovo pueda avanzar y dar mandato a la comisión para trabajar con Kosovo en un estatus de candidato no requiere necesariamente una decisión inmediata por parte de España para un reconocimiento. Es que, además, como la Corte Internacional de Justicia dictó hace muchos años, el acto de reconocimiento es el acto político de cada Estado miembro, pero no es un acto de toda la organización. Creo que hay formas de permitir que Kosovo avance, pero, por desgracia, hasta ahora ha sido un obstáculo innecesario que está perjudicando los intereses del pueblo de Kosovo, pero también está haciendo retroceder a toda la región de los Balcanes Occidentales.

No veo similitudes entre Kosovo y Cataluña porque no creo que España cometiera el tipo de crímenes que firmó Serbia

P.- Estuvo en Granada el pasado octubre y tuvo la oportunidad de reunirse con el rey de España y el presidente del Gobierno. ¿Qué les ha trasladado para convencerles?
R.-
Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para convencer a España de que hay caminos que pueden permitir a Kosovo avanzar en su integración europea. He mantenido varias conversaciones con el presidente del Gobierno y con el Rey. Jamás diré que hay malas intenciones. Todo lo contrario. Creo que las instituciones españolas son muy conscientes de la importancia de los Balcanes occidentales para la Unión Europea, porque nunca podrá haber una Europa completa, libre y en paz sin los Balcanes occidentales dentro de ella. Ahora tratamos de entender, como decía, las consideraciones políticas internas que existen en España, aunque no vemos absolutamente ninguna semejanza entre la independencia de Kosovo y esas preocupaciones que puedan existir en España, ya sea política, jurídica o históricamente, Kosovo es un caso único y su independencia fue, si se me permite, sellada por la Corte Internacional de Justicia, que decidió en 2010 que la declaración de independencia se ajusta plenamente al derecho internacional y a todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Así que por esa razón, hemos seguido debatiendo y seguiremos haciéndolo porque, como he dicho, hay formas de impulsar el camino europeo de Kosovo. Incluso si el acto de reconocimiento bilateral no se produce de forma inmediata, todavía hay vías alternativas que permiten a Kosovo avanzar hacia la integración europea, porque un estatus de candidato al menos nos proporciona esperanza. Da esperanza a nuestro pueblo de que nuestras reformas, nuestro trabajo, nuestro sacrificio importan. Da esperanza a nuestra gente en nuestras instituciones, de que lo que hacemos importa. Y da esperanzas de que si nos alineamos con los valores de la Unión Europea, eso importa. Lo que hemos visto hasta ahora es que una autocracia como Serbia, absolutamente alineada con Rusia y con el Kremlin, sigue su camino europeo incluso sin adoptar su política de seguridad exterior, incluso sin adoptar su política de sanciones con la Unión Europea. Y en el otro lado, tienes un país como Kosovo totalmente alineado con la Unión Europea en todo. Y lo más importante: por pequeños que seamos, hemos demostrado ser una democracia de primera línea; defensores de la paz, defensores de la justicia y defensores de los valores de libertad y democracia.

Pero a pesar de ello, no se nos permite ni siquiera obtener una esperanza, que sería el estatus de candidato. Y ahora mismo, a pesar de declaración tras declaración adoptada en cada cumbre de los Balcanes occidentales de la UE, donde yo represento a la República de Kosovo y en la que se establece el apoyo a los seis socios, no hemos visto ni el más mínimo paso en el camino de la integración de Kosovo.

Lo que hemos visto hasta ahora es que una autocracia como Serbia, absolutamente alineada con Rusia, sigue su camino europeo incluso sin adoptar su política de seguridad exterior

P.- La inquietud principal de España es que se pueda establecer un paralelismo entre Cataluña y el País Vasco, por un lado, y Kosovo, por otro. ¿Qué razonamiento ha empleado con las autoridades españolas para intentar mitigar esos miedos?
R.-
No hay similitudes en un sentido muy concreto. El pueblo de Kosovo ha sido víctima de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen de Milošević. Perdimos a 13.000 personas en sólo unos meses. 20.000 mujeres fueron violadas por el régimen de Milošević. Casi todas las casas de nuestro país fueron totalmente destruidas e incendiadas. Tenemos el mayor número de niños asesinados per cápita de cualquier otra guerra en la antigua Yugoslavia, y todavía nos faltan miles de desaparecidos de la guerra que están en fosas comunes en Serbia. Así que no, no veo esas similitudes porque no creo que España cometiera ese tipo de crímenes en Cataluña y País Vasco. Tampoco entiendo por qué alguien querría ponerse en este cesto de las similitudes con lo que el régimen de Milošević cometió contra el pueblo de Kosovo.

Basándonos en el derecho internacional, obtuvimos el derecho de autodeterminación, conocido en el derecho internacional como autodeterminación reparadora. El derecho internacional contemporáneo reconoce la noción de autodeterminación reparadora cuando existen graves violaciones de los derechos humanos, como el genocidio, los crímenes de guerra y contra la humanidad, que es exactamente lo que ocurrió en el caso de Kosovo. Y después de eso, hubo un largo proceso de negociaciones internacionales para que el estatus final de Kosovo, que estaba previsto en una resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, se determinara sobre la base de la voluntad del pueblo. Y la voluntad del pueblo de Kosovo, por supuesto, se tuvo entonces en cuenta cuando declaramos la independencia.

Pero se trata de un contexto totalmente diferente desde el punto de vista histórico, jurídico y político. Así que realmente no veo similitudes y ni siquiera creo que a España le interese compararse con lo que Milošević y Serbia hicieron en aquella época contra personas inocentes en Kosovo, Bosnia y Herzegovina, Croacia y otros lugares. Y mi último punto: Kosovo está aquí para quedarse. No vamos a ir a ninguna parte. La independencia de Kosovo es una realidad irreversible. Participamos en todas las cumbres de la UE sobre los Balcanes Occidentales. Pero lo más importante es que hemos demostrado a lo largo de estos años que somos una nación amante de la paz que contribuye a la paz y la estabilidad también en otros lugares.

España es más difícil de convencer que el resto de países de la UE que no reconocen a Kosovo

Espero que España nos dé la oportunidad de contribuir a la comunidad de naciones libres como un miembro igual de esta comunidad, porque no es que vayamos a retroceder. No es como si Kosovo volviera a pertenecer a Serbia, porque incluso la administración inicial de Serbia sobre Kosovo fue el resultado de una ocupación ilegal que duró siglos. No voy a entrar de nuevo en la historia, pero es el resultado de una ocupación ilegal de siglos que había cometido genocidio tras genocidio, y sólo el último genocidio contra la población albanesa kosovar en Kosovo fue el de 1999. Hubo otros antes, por eso nunca compararía la situación de Kosovo ni su independencia con el caso de Cataluña o el País Vasco.

P.- ¿Constata algún progreso en el lado español?
R.- Desde luego que vemos progresos. En España vemos un socio de valores compartidos. Kosovo y España defienden los mismos valores tanto en el interior como en el exterior. Por esa razón, creo que también en el futuro tenemos muchas razones para ser optimistas sobre esta asociación, porque aunque todavía no estamos en la Unión Europea, estoy segura de que una vez que seamos miembros de la Unión Europea, nos uniremos a España en la defensa de muchas de las cuestiones que España defiende como miembro de la UE. Hemos visto algunos avances. El primero es la liberalización de visados que España apoyó. Y quiero mostrar la gratitud del pueblo de Kosovo en este sentido. El segundo es el reconocimiento de pasaportes.

P.- Precisamente ese reconocimiento se produjo hace apenas unas semanas. Los kosovares no son ya apátridas en España. ¿Es un paso en el reconocimiento?
R.- Son pasos que reconocen la realidad irreversible de Kosovo. Cuando viajé a Granada para la cumbre viajé con pasaporte de Kosovo. Estoy muy contenta de que esta decisión se haya hecho extensiva a todos los ciudadanos de Kosovo que poseen pasaporte kosovar. Creo que hay un gran número de kosovares que quieren pasar sus veranos y conocer la cultura, las artes y la historia de España. Así que muchos de ellos viajarán con fines turísticos, aprenderán mucho y se llevarán esa experiencia a Kosovo. Ahora que la exención de visado está en marcha y que los pasaportes están reconocidos, si eso significa definitivamente una acción hacia el reconocimiento, tengo que decir que es una respuesta que debe dar el gobierno español. Y como he dicho, aunque entendemos las consideraciones políticas internas, espero que España tome pronto esa decisión, pero no sólo por el bien de Kosovo, sino también por el bien de la paz y la estabilidad a largo plazo en los Balcanes occidentales. Es la última pieza del rompecabezas para la paz a largo plazo en los Balcanes occidentales. Esa paz significa una Europa en paz. Así que sería una gran contribución a una Europa  libre y en paz.

Serbia no está comprometida con el diálogo sino con la violencia y con devolver esta región a los años noventa

P.- Sánchez trabajó en los Balcanes y conoce la región. ¿Cree que Sánchez será el presidente del Gobierno español que reconozca a Kosovo como un Estado independiente?
R.- No sé si será el presidente del Gobierno que reconozca a Kosovo, pero desde luego que espero ciertamente que sea el primero que lo haga. Tengo que decir que hay mucho apoyo al presidente Sánchez aquí en Kosovo, mucho apoyo a su trabajo y, lo que es más importante, mucho apoyo a las posiciones que adopta dentro de la Unión Europea cuando trata de defender los valores de la libertad y la democracia. Y espero que encontremos la manera de trabajar juntos, no sólo por el reconocimiento, sino también por todos los retos a los que se enfrenta nuestro continente.

P.- Hay aún cinco países miembros de la Unión Europea que no reconocen a Kosovo. ¿Es España el país más difícil de convencer?
R.- A veces parece que España resulta un poco más difícil que otros. En nuestra historia nos hemos encontrado con tantos obstáculos, tantas dificultades y tantas veces que nos decían que las cosas eran imposibles. Pues bien, con nuestra perseverancia y nuestro trabajo y nuestra persistencia en nuestro derecho a ser libres e independientes y democráticos, hemos conseguido convencer a todos. Así que tengo la certeza y la esperanza de que ese momento llegará también para España.

Autonomía no es lo que estamos impulsando [para la comunidad serbia de Kosovo]. Lo que estamos construyendo es un sistema avanzado de derechos individuales

P.- La Unión Europea está presionando para que haya una normalización entre Kosovo y Serbia que permita la aspiración de ambos de acceder a la Unión Europea. ¿Es un escenario posible?
R.-
Para ser franca, no necesitamos el empuje de nadie para comprender lo importante que es la normalización de las relaciones. Pero no olvidemos que en este tipo de contextos hacen falta dos para llegar a acuerdos. Así que, a pesar de los horrendos crímenes que Serbia ha cometido contra Kosovo sin pedir nunca disculpas ni hacer justicia ni mostrar nunca un signo de arrepentimiento, seguimos tendiendo nuestra mano de cooperación a Serbia en un proceso de diálogo pacífico, que es la única solución para resolver cualquier disputa. Y en eso creemos de verdad. A cambio, lo que hemos recibido es un rechazo por parte de Serbia de las nociones básicas de unas relaciones normalizadas, como respetar la igualdad soberana del otro, no atacarse, no cometer actos de agresión. De hecho, el 24 de septiembre, Serbia cometió un claro acto de agresión a través de fuerzas paramilitares y terroristas contra Kosovo. Y esto demuestra que no están comprometidos con el diálogo sino con la violencia y con devolver esta región a los años noventa. Así que hemos estado trabajando estrechamente con nuestros socios para asegurarnos de que detenemos este tipo de esfuerzos desestabilizadores y nos aseguramos de que Serbia también muestra su compromiso con el diálogo para conseguir normalizar las relaciones.

P.- ¿Teme que la escalada siga al alza?
R.-
Yo no lo llamaría una escalada entre Serbia y Kosovo porque puede llevar a la trampa de hablar de dos bandos. Aquí hay un claro agresor y una clara víctima de la agresión. Serbia cometió un acto de agresión. Nosotros fuimos las víctimas de esa agresión, defendiéndonos. Ahora, si Serbia intenta hacerlo de nuevo, por supuesto que volveremos a frustrarlo. Lo impediremos de nuevo, y volverán a perder y a fracasar. El problema es que, con estos esfuerzos desestabilizadores, están bloqueando el diálogo y tampoco están dando ninguna perspectiva de paz, ninguna contribución para la paz en los Balcanes occidentales. Nuestros países de los Balcanes Occidentales están tan interconectados que la caída de uno significa la de todos. Ahora es una preocupación para toda nuestra región, no sólo para Kosovo. Así que espero que la Unión Europea ponga fin a la política activa de apaciguamiento hacia Serbia y les transmita un mensaje claro de que si hacen algo así, se congelarán las conversaciones de negociación de la UE. Y al mismo tiempo, tienen que poner fin a todo el apoyo financiero que están prestando a Serbia, a pesar de que están desestabilizando la región. Si no se entregan estos mensajes, es una invitación para que Serbia vuelva a atacar.

P.- En el lado serbio están preocupados por la situación de una comunidad serbia en el norte de Kosovo. ¿Está dispuesto a concederles más autonomía a cambio de obtener el reconocimiento de Serbia?
R.-
Puedo asegurarle una cosa. Habiendo estado en las instituciones durante más de dos décadas y participado en muchos procesos de negociación con Serbia, a ellos no les preocupan los derechos de la minoría serbia. Les preocupa el territorio de Kosovo y apoderarse de él, mientras que a nosotros, por supuesto, sólo nos preocupa tener el mejor y más avanzado sistema de derechos humanos para todas las comunidades minoritarias que viven en Kosovo. Nuestra constitución, con las soluciones que ha aportado, es el sistema más avanzado de Europa. Le invito a que lo mires para que veas de lo que estoy hablando.

Pero usted ha hablado de autonomía. Autonomía no es lo que estamos impulsando. Lo que estamos impulsando es un sistema avanzado de derechos individuales basado en los mejores estándares del Consejo de Europa. Queremos reforzar los derechos humanos individuales, no reforzar los instrumentos que Serbia puede utilizar para crear otra república de Srpska aquí en Kosovo, porque eso sería desestabilizador no sólo para Kosovo,sino para toda la región. Y sería otro enorme problema y otro enorme quebradero de cabeza para la Unión Europea, para Estados Unidos y para el resto de nuestros aliados y socios. Por el bien de la paz y la estabilidad en nuestra región, tenemos que asegurarnos de hablar de derechos humanos individuales y de promover los derechos humanos de los serbios y de otras comunidades minoritarias de Kosovo, pero no hablar de autonomías de las que Serbia pueda abusar del mismo modo que está intentando destruir la soberanía independiente y la integridad territorial de Bosnia y Herzegovina a través de República Srpska.

Serbia tienen un plan para anexionarse el norte de Kosovo al estilo de Crimea. Hasta ahora han fracasado pero lo seguirán intentando

P.- Ha denunciado en alguna ocasión que Serbia tiene planes para hacer con Kosovo lo mismo que le sucedió a Crimea con Rusia. ¿Tiene pruebas de esa supuesta amenaza de anexión?
R.-
Las pruebas son todo lo que hemos recopilado después de que los terroristas y las fuerzas paramilitares de Serbia abandonaran Kosovo gracias a la respuesta profesional de nuestra policía y al apoyo de nuestros aliados. Hemos encontrado mapas, hemos encontrado documentos, hemos encontrado imágenes, todo lo cual muestra su plan para anexionarse el norte de Kosovo, una anexión al estilo de Crimea que pretendía crear una nueva situación de hecho sobre el terreno. Por supuesto, logramos impedirlo. Sin embargo, eso no significa que Serbia no vaya a intentarlo de nuevo. La otra prueba son simplemente las entrevistas del presidente de Serbia. Lo ha estado diciendo públicamente. Está mostrando a todo el mundo cuáles son sus intenciones. Está hablando de reocupar Kosovo, y lo está haciendo públicamente. Está diciendo que está esperando su mejor momento geopolítico. Al igual que la última vez, fracasarán en sus esfuerzos porque Kosovo está protegido por sus propias fuerzas pero al mismo tiempo por la presencia de la OTAN que nos está apoyando, manteniendo la paz y la seguridad en nuestro país.

Rusia quiere convertir los Balcanes occidentales en otro frente guerra. Por eso estamos multiplicando nuestras capacidades de defensa

P.- Kosovo no tiene relaciones con Rusia, ¿cómo se ve el conflicto en Ucrania desde aquí?
R.-
Vemos la invasión de Ucrania como una de las más graves violaciones del derecho internacional que se han producido en este siglo. Por supuesto, hemos prestado todo nuestro apoyo a Ucrania, desde apoyo político hasta humanitario. Y, por supuesto, esperamos que la comunidad internacional, principalmente la Unión Europea y Estados Unidos, presten a Ucrania todo el apoyo que necesite para ganar esta guerra, que no es sólo una guerra por la supervivencia de Ucrania como Estado independiente y soberano, sino una guerra por la supervivencia de la Unión Europea y la OTAN como los dos proyectos más importantes de la historia de la humanidad. Así que creo que en este sentido es extremadamente importante que no perdamos de vista la importancia de que Ucrania gane esta guerra por el bien de todos los que vivimos en Europa, pero también más allá.

P.- A su juicio, ¿está haciendo la UE lo suficiente en Ucrania?
R.-
Es una respuesta que deben dar las autoridades ucranianas, pero nosotros, por supuesto, animamos a todos nuestros socios a que presten todo el apoyo que Ucrania necesite para ganar esta guerra.

P.- En cuanto a Kosovo, recientemente ha adquirido un sistema antimisiles estadounidense. ¿Qué material militar les interesa obtener?
R.-
Hemos estado invirtiendo mucho en nuestras capacidades de defensa porque, por supuesto, desde la invasión rusa de Ucrania, hay señales claras de que Rusia quiere abrir un nuevo frente contra Occidente. Rusia está intentando desestabilizar los Balcanes occidentales y convertirlo en otro frente contra Occidente.

Por esa razón, hemos aumentado y multiplicado nuestras capacidades de defensa, y estamos trabajando junto con Estados Unidos y otros Estados miembros de la OTAN para asegurarnos de que somos cada día más fuertes, para asegurarnos de que derrotamos cualquier tipo de intento de desestabilizar nuestra región. Quiero decir una vez más que nuestros ciudadanos deben sentirse seguros y protegidos porque, aparte de nuestras fuerzas y nuestras capacidades, también contamos con la presencia de la OTAN, que es muy capaz de frustrar cualquier tipo de acto de agresión que pueda ser impulsado por Rusia y ejercido por el apoderado de Rusia, Serbia.