Cuando un tren llega a la estación término, lo normal es que la gente se baje. Es lo que corresponde. Sin embargo, hay muchas veces que, incluso sin paradas intermedias, alguno de nuestros acompañantes desaparece. Y ya no podamos hablar nunca más con esa persona. Sabiendo, además, que jamás volveremos a encontrarnos con ella.
¿O sí?
Son tantos los abismos y las encrucijadas en las que nos hallamos, que Lo raro es vivir. Y en esas estamos cuando La Tristura (que cumplirá veinte años a finales de 2024 como una de las compañías referentes de la creación escénica española y europea), a partir del universo literario y personal de Carmen Martín Gaite, escribe este desconcierto de la pérdida de una de las integrantes de un grupo de música y, con lágrimas en los rincones y en soledad, se reúnen no tanto para homenajear a la que, tristemente, falta, sino para reencontrarse, con la necesidad de hablar, de seguir cantando canciones, de sentir que ya va siendo hora de sacar los corazones al sol y que la Nubosidad variable deje ver a La reina de las nieves para que el tiempo les sea favorable.
Son jóvenes y no podrán estarse quietos. Tienen inquietudes. Su estación término no ha llegado, aunque sean efímeras algunas relaciones. Conseguirán, de esta manera, hablar con el personaje ausente, pero la autora también dará su opinión y su punto de vista, entendiendo que hablando –Así hablábamos–iluminarán lo que a primera vista pareciera terrible de soportar.
Es tan necesario expresarse, como que alguien nos entienda. Ya sean sueños, diatribas, pareceres o la letra de una canción.
El teatro es un juego que nos permite milagros. Y aunar disciplinas artísticas, como la literatura, la música, la interpretación, los mecanismos oportunos para hacerlo atrayente, aunque no sea realista, “que una historia sea creíble no quiere decir que sea realista, ni hace falta que sea verosímil”, en las propias palabras de la escritora.
Así lo toma el equipo de La Tristura con unos actores –Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez– y músicos bien jóvenes que consiguen, a través de metáforas, un deslumbramiento interno en el que se entregan a esos espíritus que hoy, y perpetuamente, nos circundan.
Siempre es importante indagar en nuevos lenguajes, no quedarse callado, como quería Carmen Martín Gaite, buscar el interlocutor adecuado y con él, o ella, llegar a conceptos de amor, libertad, la vida en sí misma, la infancia, la mentira, lo efímero, lo posible, lo cotidiano, lo que nos separa, lo que nos diferencia y lo que nos aúna. Es decir, lo que nos toca vivir.
ASÍ HABLÁBAMOS
Una creación de La Tristura a partir de las obras de Carmen Martín Gaite
Reparto: Itsaso Arana (voz de Sofía), Carmen Martín Gaite (voz), Anaïs Doménech, Ede, Teresa Garzón Barla, Gonzalo Herrero, Fernando Jariego, Belén Martí Lluch, Eva Mir y Marcos Úbeda
Música: Rebeca Praga, Ede y Marcos Nadie con la colaboración de los intérpretes
Coreografía: Belén Martí Lluch
Dramaturgia y dirección: Itsaso Arana, Violeta Gil y Celso Giménez (La tristura)
Una producción del Centro Dramático Nacional con la colaboración de La Moissie Creative Residency
En el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta el 24 de marzo
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