En Euskadi las elecciones autonómicas empezaron en realidad hace tres meses. Lo hicieron de modo abrupto e inesperado y sin las maquinarias de los partidos aún engrasadas. Cuando la última semana de noviembre una información periodística reveló que Iñigo Urkullu no sería el candidato del PNV, todo se activó. Las piezas comenzaron a caer cual domino electoral y todo se precipitó en los procesos de designación de candidatos. Este jueves, cuando el lehendakari saliente anunció por fin la fecha electoral, los partidos acumulaban semanas de entrevistas de sus candidatos, de actos electorales y de discursos y mensajes en busca de fijar y copar espacio y discurso en busca del voto. Y aún restan otros dos meses hasta el 21 de abril. Para el censo vasco serán las terceras elecciones en once meses. Y mes y medio después les espera la cuarta cita con las urnas, en este caso europeas.
Las del 21-A son, sin duda, las elecciones autonómicas más reñidas en mucho tiempo. Nunca el PNV había visto tan amenazada su mayoría e incluso la posibilidad de gobernar como hasta ahora. Hay que remontarse a las autonómicas de 2009, en tiempos del ‘Plan Ibarretxe’, para encontrar un tablero electoral y de alianzas y mayorías tan disputado. Entonces los motivos y el contexto fue otro. Hoy, la pugna PNV-EH Bildu amenaza con apropiarse del foco casi por completo. En un nivel inferior la mirada estará puesta en los partidos de apoyo, PSE, PP y Sumar-Podemos y las alianzas a las que estén dispuestos a llegar.
El Parlamento que salga del 21-A no se parecerá mucho al actual. Así lo predicen los últimos sondeos que dibujan incluso un posible empate a 27 escaños de PNV y EH Bildu, un leve fortalecimiento del PSE, un PP sin desgaste y el hundimiento del espacio Podemos-Sumar. La gran incógnita pasa por el tirón de los aspirantes a lehendakari con los que concurren las formaciones. La renovación generacional que en primer lugar impuso el PNV se extendió pronto al resto de partidos. La generación entre los 40 y 50 años es la que ahora aspira a gobernar y sustituir a la que rebasa los 60.
Como en cualquier elección, todos se juegan mucho. Pero en estos comicios, por muchas razones, parece que se libra la definición del nuevo tablero de la política en el País Vasco de la próxima década.
PNV
En juego. Es el que más se juega en estas elecciones. El miedo está justificado tras los dos reveses que han supuesto los comicios municipales y generales. Entonces la pérdida osciló en los que la pérdida de votos osciló entre los 80.000 y 100.000. Las encuestas apuntan a que EH Bildu podría incluso empatarle en escaños, abriendo así la puerta a posibles alianzas que desplazaran al PNV del Gobierno vasco. Junto al poder, el PNV se juega volver a tener un sello de identidad propio y reconocible. La irrupción de la izquierda abertzale en la vía de los acuerdos y las negociaciones ha desdibujado la imagen que en Euskadi hasta hace poco parecía ostentar sólo el PNV.
Fortalezas. El PNV sigue siendo el partido más votado en Euskadi. Su penetración social y su imponente estructura orgánica y electoral suponen una ventaja innegable para colocar su mensaje en campaña. La gestión y la historia de gobierno también pueden suponer un arma a su favor, siempre que la promocione correctamente. Saber reenfocar la tensión y desgaste en ámbitos como el sanitario, la educación o la Ertzaintza durante esta legislatura se le antoja como algo vital. Junto a ello, y pese al malestar que su relevo le produjo, el PNV cuenta con el lehendakari Urkullu como apoyo de un desconocido candidato Pradales. Urkullu siempre se ha declarado “hombre de partido” y su tirón electoral aún puede reportar réditos al PNV. A todo ello suma la buena relación y balance que tanto ellos como el PSE realizan de su gobierno de coalición y que apunta hacia una reedición tras el 21-A.
Debilidades. El partido está herido y algo desnortado. La pérdida de apoyo social que ha sufrido y que parece no revertirse será el gran reto. Retornará voto, la incógnita es cuánto. El desgaste en su imagen de partido algo desfasado y necesitado de una alternativa cada vez cala más. El ‘termómetro social’ del PNV parece no funcionar como lo hacía antes. Volver a conectar con una parte de la ciudadanía decepcionada y frenar la fuga de votos hacia la abstención o incluso hacia EH Bildu es su mayor urgencia. Hoy la izquierda abertzale le gana terreno incluso en su feudo, Bizkaia.
EH Bildu
En juego. Es la formación que menos se juega. Sabe que la posibilidad de ganar las elecciones no será suficiente. Si quiere gobernar necesitará cerrar acuerdos. Los sondeos apuntan hacia un incremento muy importante, de hasta seis asientos, según el último ‘Sociómetro’ vasco. El viento corre a su favor y la coalición que lidera Arnaldo Otegi confía en seguir surfeando la ola de la ilusión generada entre los votantes de izquierda vascos y muchos de los desencantados del centro-derecha.
Fortalezas. Sin duda la mayor es su nueva imagen. Hoy los ciudadanos vascos en su mayoría no ven en EH Bildu la izquierda abertzale de los años de violencia de ETA. Ni siquiera la deuda pendiente de condena del terrorismo le pasa factura. Junto a ello, el ‘blanqueamiento’ institucional que durante los últimos años le ha reportado ser aliado preferente en las relaciones con el Gobierno de España, en el Gobierno de Navarra o en Pamplona le ha permitido ser vista como una opción más capaz de negociar, acordar y obtener réditos en las instituciones. Lejos quedó su trayectoria alejada de las instituciones y los acuerdos. En su apuesta por la ‘paciencia estratégica’, los de Otegi han logrado ser vistos como la única alternativa posible a un gobierno del PNV, con la capacidad de movilización que ello puede generar entre los votantes del entorno de Podemos y Sumar.
Debilidades. La apuesta por un candidato desconocido es algo arriesgada. Hasta el último momento sobrevoló la posibilidad de que fuera Otegi quien encabezara la candidatura. El nombre de Pello Otxandiano es desconocido. Supone la tercera candidatura de EH Bildu desde 2012 tras las candidatas Laura Mintegi, en 2012, y Maddalen Iriarte en 2016 y 2020. El pulso más intenso se librará entre Bildu y PNV. Para ellos, los de Ortuzar han rescatado con intensidad en los últimos días las apelaciones al pasado de la izquierda abertzale y los pasos pendientes por su relación con ETA.
PSE
En juego. Los socialistas vascos concurren con un nuevo candidato. Eneko Andueza, secretario general del PSE, representa una nueva generación. Pese a que suma ya dos años y cuatro meses en el cargo, su candidatura debe aún consolidarse. Un buen resultado podría facilitárselo. El PSE también se juega poder seguir siendo determinante como aliado de gobierno.
Fortalezas. Es un partido de gobierno con una gestión acreditada. Lo ha sido en las últimas legislaturas. Idoia Mendia legó a Andueza un partido en fase de recuperación tras tocar suelo. El PSE viene de haber sido el partido más votado en las generales en Euskadi, un logro que le permite concluir que inspira confianza en muchos más votantes que los que representan su bolsa de simpatizantes. Las encuestas le conceden mejores resultados que hasta ahora. Sin duda, el buen balance en materia de empleo de la legislatura que ahora concluye es la mejor carta de presentación.
Debilidades. Su mayor debilidad es ser visto como un problema para la alternativa más que una solución. En amplios sectores de la izquierda apelan a facilitarla. Andueza ha reiterado que no facilitará en ningún caso un gobierno de EH Bildu. La posición favorable a una reedición del acuerdo con el PNV parece clara. El riesgo de que se produzca un efecto contagio con lo sucedido en Galicia, con una fuga masiva de voto desde el PSG al BNG, parece complicado que se pueda producir en Euskadi. Por si acaso, desde el PSE apuntan ya la necesidad de desvincular la política nacional de la vascas. La presencia de líderes nacionales, incluido el presidente Sánchez, se reducirá al máximo posible.
PP
En juego. El Partido Popular estrena presidente y candidato. Tras el relevo de Carlos Iturgaiz, la elección de Javier De Andrés abre un nuevo tiempo en Euskadi. La renovación es de candidato y de mensaje y supone un cambio para el electorado. De Andrés aspira a ampliar votantes al calor de la decepción de muchos de los que respaldaban al PNV.
Fortalezas. El PP viene de ganar con claridad las elecciones en Galicia. La dirección del partido quiere aprovechar el viento a favor. Una circunstancia que además refuerza el intento de De Andrés por, a imagen del PP gallego, enraizar y ‘vasquizar’ más la imagen y el discurso del PP en Euskadi. El euskera o la ikurriña comienzan a ser elementos más presentes en actos del PP, en un intento con atraer a votantes del centro-derecha ahora en la órbita del PNV. Las cuestiones de gestión diaria y más pegadas al ciudadano ganan peso frente a las apelaciones al pasado, la violencia o los elementos de identidad que ya no copan el centro del discurso.
Debilidades. El PP tiene poca estructura en Euskadi. Su capacidad de penetración social es débil. Junto a ello, desprenderse de la imagen de rechazo que aún suscita en amplios sectores del electorado, incluso del más moderado, es un lastre. De Andrés parece que logrará mantener los seis escaños que ahora ocupan los populares en la Cámara vasca.
Podemos
En juego: Es la marca que, junto con el PNV, más tiene en juego. La formación morada concurre separada de Sumar. El desgaste que viene arrastrando y la debilidad que le amenaza pone en serio peligro incluso su pervivencia en la Cámara de Vitoria.
Fortaleza. Sobre el papel, Elkarrekin Podemos cuenta con una mayor implantación y estructura en Euskadi que Sumar. A ello suma una trayectoria política en las instituciones e incluso acuerdos con el Gobierno. Además, es una de las dos formaciones con una candidata mujer, en este caso Miren Gorrotxategi. La portavoz de Podemos en el Parlamento Vasco cuenta además con un significativo nivel de conocimiento entre la ciudadanía.
Debilidades. EH Bildu ha ido ganando gran parte de su espacio. En las sucesivas citas electorales la pérdida de apoyo ha sido importante. Las divisiones internas, con la salida de varias de sus formaciones y miembros, y la dificultad para cerrar una coalición conjunta con Sumar deja en una posición delicada a su candidatura. A todo ello se suma lo sucedido en Galicia, donde no lograron entrar en el Parlamento. Los sondeos predicen un hundimiento, al pasar de 6 escaños a sólo uno, y dos a Sumar. Los tres restantes los absorbería EH Bildu.
Sumar Mugimendua
En Juego. Sumar se estrenará en Euskadi. La marca de Yolanda Díaz aspira a relevar a Podemos como referente de este espacio político.
Fortalezas. Pese a carecer de implantación, los sondeos prevén que en el País Vasco Sumar obtenga dos escaños, el doble que Podemos.
Debilidades. Carece de estructura y de organización con trayectoria en el País Vasco. Concurre después de fracasar los intentos por cerrar una coalición con Podemos y de reconocer que existe “falta de confianza”. Lo hace con una candidata desconocida, Alba García. Presentarse por separado supondrá perder la mitad de la representación en el Parlamento Vasco, según las encuestas. Su líder, Lander Martínez –en otro tiempo secretario general de Podemos Euskadi- regresa con otra formación y con sectores de su electorado divididos en torno a su figura. La debilidad mostrada en Galicia puede pasarles factura en Euskadi.
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