¿Veían House? Me refiero a la serie protagonizada por Hugh Laurie, producida por Bryan Singer y que abría con música de Massive Attack. Ya saben, un nefrólogo especialista en diagnóstico, con dependencia de la vicodina, que no cogía un caso si no le parecía interesante, si no había desafío y que evitaba ver a los pacientes hasta que no fuera estrictamente necesario por no implicarse, no emocionalmente, sino por no aguantar mentiras y “bienquedismos”. Sí, el de “todo el mundo miente, la cuestión es saber en qué”.
Greg House era el máximo mandatario del cinismo en el planeta (no me confundan cinismo con hipocresía) y tenía una frase que era, sin duda, la más osada desde muchas perspectivas: “el cáncer es aburrido”.
House tomaba una enfermedad que, con muy alta probabilidad, sea la gran enfermedad de occidente, como una casuística ordinaria, de no difícil diagnóstico y tratamiento muy pautado. La otra enfermedad era el lupus, pero porque el lupus la consideraba una enfermedad autoinmune que se diagnostica cuando no se es capaz de diagnosticar ninguna otra enfermedad: “nunca es lupus”… algo que con un paciente que era mago y que contrajo la enfermedad, acabó formulándose como “ya tengo mi lupus”.
Así que entiéndame cuando les digo que la corrupción es aburrida. Es grave y es algo que debería estar erradicado de nuestra vida pública. De hecho creo que es una de esas cosas en las que también perdimos con el Concilio de Trento. No es que los países o las comunidades luteranas sean más rectas, que puede que sí, pero lo que sí es seguro es que la corrupción en esas sociedades es una falta mucho más grave y, para ilustrarlo, acudiré a los ejemplos clásicos de Christian Wulff, Presidente de Alemania (2010 - 2012) que dimitió por comportamiento no ético y favoritismo.
El otro, y nuestro favorito hasta la fecha, fue Karl-Theodor zu Guttenberg, Ministro de Defensa Alemán (2009 – 2011) que dimitió por plagiar su tesis doctoral. En ambos casos hay una enorme ironía con respecto a Trento, pero eso es algo que les dejo descubrir a ustedes.
No recuerdo los detalles, pero desde luego que lo que no queda es ninguna traza de sectarismo, polarización, cortina de huno o carga contra la oposición en una enorme vorágine de ese concepto tan pueril como el “y tú más”. Lo digo porque “y tú más” no deja de ser el eccema en la piel de un problema más profundo y es el “ellos contra nosotros”. Así formulado, porque, al ir primero “ellos” denota agresión, sujeto activo frente a quien recibe, pero con la salvedad que establece un marco de alineamiento bastante maniqueo: si no estás con nosotros, estás con ellos.
Así es como viene planteando el PSOE cualquier acción desde hace tiempo, algo que se ha precipitado tras tener que buscar una justificación para llegar a un pacto de legislatura con el independentismo. Bueno... pacto de legislatura para el PSOE y Sumar, porque, para los grupos independentistas fue, tan sólo, un pacto de investidura.
Uno permite vender a Pedro Sánchez estabilidad por 4 años, el otro es la forma que tiene el independentismo de susurrarle al oído “memento quod possit cadere”, recuerda que puedes caer
La diferencia, como bien saben, no es trivial: uno permite vender a Pedro Sánchez estabilidad por 4 años, el otro es la forma que tiene el independentismo de susurrarle al oído memento quod possit cadere, recuerda que puedes caer, que es el memento mori de los triunfantes en el foro pero sin tanto dramatismo.
Como decía, el “ellos contra nosotros” se acelera de forma peculiar en ese momento con aquello de la concordia y la reconciliación (memento quod possit cadere), con aquello de que nunca se había vivido con tanta paz en Cataluña (memento quod possit cadere), con aquello de que los indultos eran necesarios para la convivencia (memento quod possit cadere) y, cómo no, con hacer de la necesidad virtud como eslogan de gobierno (vamos, memento quod possit cadere).
Ahora tenemos el tema de la trama de mordidas que comenzó como el caso mascarillas, luego pasó al caso Koldo, luego a Ábalos, estamos cerca de Armengol y todo apunta a dos cosas: o Pedro Sánchez sabía y pasó o no sabía y le tomaron el pelo delante de sus narices.
Entiendo que la pregunta que debemos hacernos aquí sería ¿es la mejor solución para el PSOE clamar por su rectitud e intentar que la atención derive al Partido Popular o sería más rentable para sus intereses poner pie en pared y dilucidar qué ha pasado? Entiendo que la pregunta se responde con otra pregunta y es ¿qué conciencia de proyecto y permanencia tiene este PSOE? Porque si la perspectiva es desactivar el partido tal y como lo conocemos una vez Pedro Sánchez cierre la puerta, entonces la táctica es ir a máximos, a la confrontación y aguantar lo que sea necesario.
Si el Gobierno es corrupto, las contraprestaciones serán mayores, porque la credibilidad se reduce, por tanto aguantar es ahora más complicado
El caso es que lo necesario vendrá determinado en lo útil o innecesario que el independentismo vea que le es el PSOE. Se acercan elecciones vascas y la probabilidad de un gobierno de coalición en el que el PSE sea pivote para Bildu y PNV son muy altas, pero no habrá necesidad de tripartito. Así que… ¿con quién gobernará? ¿PNV o Bildu? ¿Mantendrá esto la coalición? En caso de que sí la mantenga ¿a costa de qué?
El Gobierno quiere aguantar, quiere ver cómo de larga puede hacerse la legislatura asociado a unos partidos con intereses muy lejanos a la percepción de rectitud moral e integridad del PSOE. Es más: si el Gobierno es corrupto, las contraprestaciones serán mayores, porque la credibilidad se reduce, por tanto aguantar es ahora más complicado y todo eso hace que la estrategia del PSOE de capear el temporal de la corrupción sea… aburrido. Es bastante más interesante ver qué hacen para seguir respirando.
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hace 9 meses
Totalmente de acuerdo Castellano, son columnas y análisis que hace. Que el lector tenga que hacer un esfuerzo para poder entender, interpretar y por supuesto aprender con su lectura.
El esfuerzo, esa palabra tan denostada por la izquierda,…
hace 9 meses
Entre Luis M. Fuentes y Ud, nos obligan a tener un cierto nivel cultural para poder seguirles. Por eso, claro está, Uds son columnistas y contertulios radiofónicos y nosotros, por lo menos yo, simple lectores y oyentes. Pero lo que le quería comentar a propósito de su artículo. El problema ya no es que los sanchistas – llamarles socialistas sería ofender a los verdaderos socialistas – no sepan perder, no dimita ni Rita la pescadora y, aburran con su y tú más. Es que la mayoría de los ciudadanos somos conscientes de que si los papeles estuvieran cambiados – gobernase el PP y los otros en la oposición -; las calles de todas las ciudades y pueblos de España, serían en éste momento un total tsunami democrático.