Daniel Canogar (Madrid, 1964) vivió una infancia atípica por buena. Su padre es el conocido pintor Rafael Canogar y él tomó su rumbo partiendo de la base de que no había otra opción. Comenzó estudiando fotografía pero pronto cambió de rama y encontró en las instalaciones artísticas y en las imágenes proyectadas su lugar para expresarse.
"Digamos que al haber nacido en un entorno familiar artístico, para mí era muy natural dedicarme a una profesión artística y la profesión es también aprender un poco de mi padre, incluso el poder imaginar que es viable como ser artista", asegura en una entrevista a El Independiente con motivo de su participación en esta Feria de Arco y de la obra que ha cedido al Hotel Radisson Red durante estos días.
Se trata, tal y cómo explica él, de "una obra generativa, algorítmica, que está conectada al wifi para utilizar los trending topics y los tuits que más están circulando y los convierte en un lenguaje de aspecto muy de graffiti". Porque, para él, el graffiti tiene mucho que ver con ese mundo de las redes sociales. "Este lenguaje urbano, de pintada, del spray sobre las fachadas, de los edificios, es algo que para mí tiene mucho reflejo en el mundo de Twitter (ahora X), que es un lugar donde la gente va para hacer la pataleta, para protestar, para hacer ruido, para hacerse oír. Y me parecía que era interesante conectar esta red social con la tradición del arte grafitero de la calle. Es una obra en tiempo real que va cogiendo los tuits y en el momento los transforma en graffiti", añade.
Y asegura que su intención es siempre conectarse con el público. "Es importante el contar con el público no especializado y de ahí también mi interés en el arte público, en hacer proyectos como los que he hecho recientemente proyectados sobre el Museo Reina Sofía o en la fachada del Museo del Prado. Esto me gusta mucho". También como otros más antiguos como el de Madrid Río donde Canogar creó una obra permanente en los puentes peatonales que se hicieron para unir Legazpi con Usera. "Para mí esta obra es un orgullo como madrileño, lleva ya catorce años y me hace mucha ilusión visitarla. Estoy muy orgulloso de haber dejado esta huella en la ciudad, en mi ciudad", confiesa.
Y habla de otras de sus instalaciones que han sido importantes no sólo a nivel artístico sino también a nivel personal. Como la de Times Square donde se instaló durante cuatro días y donde 1.400 personas participaron dejando su silueta dentro del proyecto. "Eran espontáneos que se encontraron con un pequeño plató de rodaje en mitad de Times Square y que luego se vieron representados en 47 pantallas de leds. Fue como dar al pueblo unos medios que normalmente están dedicados a los anuncios comerciales, que es lo que siempre se veía en estas pantallas", asegura y hace una crítica sobre la excesiva privatización de los espacios públicos.
"La noción de lo público es una de las grandes conquistas, sobre todo de las culturas occidentales, y es una pena que se estén degradando. Se están perdiendo y por eso para mí fue un proyecto de disfrute por los resultados, pero de disfrute también por una reivindicación del espacio, un espacio tan privatizado como es Times Square", afirma y añade que "en las culturas mediterráneas sabemos lo que es la plaza, la importancia de la plaza como espacio de encuentro, pero en EEUU eso no existe y durante la duración del proyecto lo conseguí".
Porque aunque es mitad español mitad estadounidense confiesa que aquella fascinación que sentía de niño por EEUU ha ido bajando posiciones. "La situación política de EEUU es extremadamente delicada, ósea, si antes era delicada yo la veo ahora mucho más delicada. La segunda ascendencia de Trump parece que tiene muy buenas posibilidades de volver a ganar las elecciones, se prevé como un cataclismo para la democracia de los EEUU y también para la democracia en el resto del mundo", alerta.
También que cree "que quizás el siglo XXI está empezando a ser el siglo Chino, entonces con la decadencia rusa y la americana, pues es normal que aparezcan estas perversiones políticas, quizás como síntoma de una decadencia más general. Además, se une que soy un artista que vive entre España y EEUU así que como artista que es español y estadounidense pues a mí es un tema que me preocupa enormemente".
Aunque asegura que el mercado americano, cuando hablamos de arte, es más ágil y que el país cuenta con una acumulación de riqueza impensable en España por lo que el mecenazgo artístico es mayor. Pero, confiesa, que aunque "el mercado español no tiene las mismas posibilidades económicas tiene algo también muy importante: apoya mucho el arte nacional". "Son muy fieles al arte español, a ayudar a jóvenes artistas, como fue en mi caso cuando yo era joven, a desarrollar nuestros proyectos".
Por eso, aunque él trabaja en muchísimas ferias internacionales, acaba de volver de la de Los Ángeles, la de Madrid es para él la más importante. "Primero porque es mi ciudad y sobre todo, quizás, es porque creo que he participado en todas las ediciones de Arco desde que se fundó, posiblemente sea uno de los artistas que más ha participado y que ha testimoniado en más de tres décadas cómo ha evolucionado la feria, la tengo cariño", asegura.
Aunque critica duramente lo que en ediciones anteriores ha ocurrido con obras que han incomodado a los poderes políticos o a determinadas ideologías. "Nunca puedo estar de acuerdo con la censura, si bien pues criticar estas obras como más o menos buenas o más o menos oportunistas, creo que es importante la libertad de expresión ante todo", sentencia.
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