Sus creadores lo describen como una combinación entre el SMS y el correo electrónico. Pero esa definición se queda muy corta para definir lo que es Telegram hoy en día. La aplicación, que nació como una plataforma de mensajería instantánea similar a WhatsApp, ha ido ganando funcionalidades con el paso de los años. Hasta el punto de que puede usarse para casi cualquier cosa. Todo depende de hasta dónde quiera llegar el usuario, y algunos van demasiado lejos. Algo que ha conducido al juez Pedraz de la Audiencia Nacional a dar la orden de bloquear temporalmente su servicio en España tras una denuncia de Mediaset, Atresmedia y Movistar.
Pornografía, drogas de todo tipo, deporte en directo pirateado, enlaces para descargar libros y series, canales de comunicación de personas extremistas que han sido expulsados de otras redes sociales... Y hasta vídeos de asesinatos diarios de conflictos como el de Gaza. Todo eso y mucho más. "No es exagerado decir que Telegram es la nueva Deep web", asegura Antonio Fernandes, hacker experto en ciberseguridad. "Hace un tiempo incluso utilizaron un grupo para coordinar un ataque cibernético a empresas españolas y medios de comunicación, y cayeron varios. Y sabemos que también se venden bases de datos robadas de otros sitios, que habitualmente se pagan en criptomonedas", añade.
Luis Corrons, Security Evangelist de Avast, explica que las razones de que veamos en Telegram cosas que sería imposible encontrar en otras plataformas son varias: "En primer lugar, Telegram se enorgullece de su privacidad y cifrado, ofreciendo a los usuarios una sensación de anonimato. Y esto atrae a personas que desean compartir contenidos con menos supervisión. En segundo lugar, la política y el enfoque de la aplicación hacia la moderación de contenidos son más indulgentes en comparación con plataformas como Facebook, Instagram o TikTok. Y su estructura, basada en canales y grupos privados, permite la creación de comunidades cerradas, en las que se pueden compartir contenidos ilícitos lejos del escrutinio público".
El experto añade que el alcance mundial de la plataforma y la aplicación relativamente laxa de las políticas de contenidos la convierten en un centro atractivo para este todo tipo de actividades. "Las características de Telegram hacen que la aplicación sea, por desgracia, atractiva para las actividades de los ciberdelincuentes. Su cifrado, el gran tamaño de los grupos y la posibilidad de compartir archivos de cualquier tipo o tamaño proporcionan un ecosistema en el que los actores maliciosos pueden operar con un menor riesgo de ser detectados. Esto no significa que Telegram sea intrínsecamente malicioso, pero su estructura y políticas pueden explotarse con fines nefastos", detalla Corrons.
La pregunta que surge entonces es cómo supervisa la plataforma todo esto. De acuerdo con el portavoz de Avast, Telegram utiliza una combinación de informes elaborados por los propios usuarios y algoritmos automatizados para hacer cumplir sus normas, pero su naturaleza centrada en la privacidad provoca que tienda a intervenir menos. Es decir, que en muchas ocasiones hace falta que los propios usuarios denuncien los contenidos para que sean eliminados o se cierren canales.
Esto podría suponer un problema pero, como explica Fernandes, es todo lo contrario: más allá de sus ventajas técnicas, uno de los puntos fuertes de la aplicación es precisamente que son muy laxos a la hora de moderar. "Internet y Telegram dejan en evidencia lo peor de las personas, y por tanto las posibilidades de lo que se puede encontrar en la aplicación son infinitas. Pero también es cierto que Telegram internamente tiene un orden de prioridad, no es lo mismo compartir pornografía o pedofilia que una serie pirateada o un partido de fútbol. Cada caso se atiende según cómo de crítico sea", resume Álvaro Chirou, especialista en ciberseguridad.
No obstante, no es tan fácil acceder a los grupos donde se comparten muchos de estos contenidos. Si un usuario utiliza el buscador de la aplicación podrá encontrar algunos, pero sólo rayará la superficie. Y es que para acceder a muchos de estos canales hace falta un enlace de invitación que, como explica Fernandes, en algunas ocasiones se publica únicamente en webs de acceso restringido o directamente en la Dark web. Aún así, el hacker señala que el principal peligro de Telegram, como el de cualquier cosa en Internet, no es entrar en la aplicación, sino descargarse un archivo que pueda ir con "un regalito dentro" en forma de malware o virus.
La privacidad por bandera
Telegram permite enviar mensajes, fotos, videos y archivos de cualquier tipo y tamaño. También crear grupos de hasta 200.000 personas y canales para hacer difusiones a audiencias ilimitadas. Y sus usuarios pueden realizar llamadas de voz, videollamadas y chat de voz en grupos. La cascada es interminable: GIFs animados, editor de fotos, stickers, menciones, respuestas, hashtags... E incluso bots que administran de manera automática los canales para "mantener la paz" o herramientas con las que puedes conectar con otros usuarios que estén cerca de ti. Y todo esto ocupando muy poco espacio en el teléfono, porque la aplicación utiliza una nube.
Pero, por encima de todo eso, hay algo que enorgullece especialmente a los creadores: la seguridad. "Telegram se basa en su cifrado de extremo a extremo, disponible en los chats secretos, y en su cifrado servidor-cliente para los chats normales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que sus chats estándar no están cifrados de extremo a extremo por defecto, a diferencia de otras plataformas de mensajería. Telegram ofrece importantes funciones de seguridad y la aplicación es segura en gran medida, pero no es infalible", afirma Corrons. No obstante, la propia compañía ofrece 300.000 dólares a toda aquella persona que logre demostrar que puede descifrar los mensajes. Y por el momento nadie ha podido.
En la página web de la empresa se recoge que su misión es "entregar un medio de comunicación seguro a todo el planeta". Y aunque se anima a los usuarios a reportar los contenidos inapropiados, se insiste en que "todos los chats y grupos de Telegram son territorio privado de sus respectivos participantes", por lo que "no procesarán solicitudes relacionadas a ellos". Además, aunque se explica que se bloquearán los canales y bots que hagan apología del terrorismo, la compañía no aplicará restricciones a la hora de criticar a un gobierno, incluso aunque se haga desde un país donde sea ilegal hacerlo. "Telegram no será parte de esa censura con motivaciones políticas. Esto va contra los principios de nuestros fundadores".
El historial no deja rastro cuando lo borras. Y lo mismo sucede con los mensajes, que también se pueden programar para que se autodestruyan. Y si eso no es suficiente, puedes bloquear la aplicación con un código de acceso adicional. Y por supuesto, sus creadores aseguran que sus usuarios estarán siempre "a salvo de ataques de hackers".
En la web explican cómo lo hacen: "Para proteger los datos que no están cubiertos con el cifrado end-to-end, Telegram utiliza una infraestructura repartida. Los datos de los chats en la nube son almacenados en múltiples centros de datos alrededor del mundo, que son controlados por diferentes entidades legales y que se extienden en diferentes jurisdicciones. Las claves de cifrado relevantes son divididas en partes y nunca se mantienen en el mismo lugar que los datos protegidos. Como resultado, se requerirían varias órdenes judiciales de diferentes jurisdicciones para forzarnos a entregar algún dato".
"Gracias a esta estructura, podemos asegurar que ningún gobierno o bloque de países afines puedan entrometerse en la privacidad de las personas y su libertad de expresión. Telegram puede ser forzada a entregar datos sólo si un problema es tan grave y universal que pueda pasar el escrutinio de diferentes sistemas legales alrededor del mundo. Hasta hoy, hemos entregado 0 bytes de datos de usuarios a terceros, incluyendo gobiernos", añaden desde la empresa.
Una plataforma Anti-Putin
A principios de 2021 Telegram tenía 500 millones de usuarios mensuales. Ahora, por primera vez, acaba de alcanzar los 900 millones al mes. Un crecimiento brutal que ha llevado a la plataforma a consolidarse definitivamente como una de las aplicaciones de mensajería rápida más utilizadas del planeta. Y todo a pesar de tener una filosofía única y un funcionamiento interno muy distinto al resto.
La aplicación nació en 2013. Sus creadores son los hermanos Durov: Pavel, que fue el principal impulsor financiero e ideológico, y Nikolai, que desarrolló un protocolo de datos "personalizado y único", que permite a la plataforma "combinar seguridad, confiabilidad y velocidad en cualquier red". Antes de Telegram los Durov, nacidos en Rusia, habían creado VK, una red social parecida a Facebook que arrasó en su país natal. Pero la negativa de colaborar con el Gobierno de Putin para facilitarle datos de sus usuarios hizo que ambos tuvieran que exiliarse. Empieza a cuadrar su obsesión por respetar la privacidad y la seguridad.
A día de hoy la compañía tiene su base en Dubái, después de pasar por Berlín, Londres y Singapur. Y, por lo que parece, vive su mejor momento. Pavel Durov, que actúa como CEO de la empresa, ha explicado en una reciente entrevista al Financial Times (la primera que concedía desde 2017) que están facturando ya "cientos de millones en dólares" en ingresos gracias a la publicidad y el servicio premium que introdujeron hace dos años. Y también explicó que esperan ser rentables este año o el siguiente y que están estudiando incluso salir a bolsa
Comparativa con WhatsApp
La comparativa cae por su propio peso, pero Telegram siempre ha querido desmarcarse de WhatsApp: "No vamos a vender la empresa como los fundadores de Whatsapp. El mundo necesita que Telegram siga siendo independiente como un lugar donde se respeta a los usuarios y se garantiza un servicio de alta calidad. Telegram debe seguir sirviendo al mundo como ejemplo de empresa de tecnología que lucha por la perfección y la integridad. Y, como lo demuestran los tristes ejemplos de nuestros predecesores, eso es imposible si uno se convierte en parte de una corporación". Esto se puede relacionar con otro de los pilares de la compañía, que asegura que seguirá siendo gratuita "para siempre".
A diferencia de WhatsApp, Telegram es una aplicación de mensajería basada en la nube con sincronización constante. Como resultado, sus usuarios pueden acceder a sus mensajes desde diferentes dispositivos a la vez, incluyendo tablets y ordenadores, y compartir un número ilimitado de fotos, videos y archivos (doc, zip, mp3, etc.) de hasta 2 GB cada uno.
Pero hay más. "La diferencia más importante con WhatsApp es que Telegram es de código abierto, lo que permite que cualquier investigación puede ver cómo está programada la aplicación y buscar fallos. Además, no necesitas un número de teléfono, y permite crear bots para mantener canales y evitar el spam", ilustra Fernandes.
"Las principales diferencias radican en su enfoque de la privacidad de los datos, el cifrado y la funcionalidad. Telegram ofrece herramientas de comunicación más versátiles, como canales y bots, proporcionando una gama más amplia de casos de uso más allá de la simple mensajería. Y además, la arquitectura basada en la nube de Telegram permite acceder a los mensajes desde múltiples dispositivos", remata Corrons
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