Actualmente la situación en Georgia es tensa por diferentes motivos. Por un lado, la instalación de una base militar naval rusa en Ochamchire, en la Abjasia ocupada por Rusia, una autoproclamada república. Por otro, la decisión de la presidenta, Salomé Zurabishvili, de conceder el perdón al ex presidente Mijail Saakashvili, actualmente en la cárcel, y considerado preso político por la oposición georgiana y el gobierno ucraniano. Y por otro lado las idas y venidas del gobierno georgiano en querer formar parte de la Unión Europea.
Estos dos últimos factores sitúan a Georgia en una encrucijada entre su oligarquía pro Moscú, y la ciudadanía pro UE. Y el primero es el ejemplo de cómo la guerra de Ucrania va más allá de las fronteras ucranianas, y condiciona la política hacia un Estado que solicita adhesión a la UE.
Georgia, a pesar de ser un estado ocupado un tercio por Rusia, a través de las autoproclamadas repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia, no tiene ningún interés en volver a la guerra por recuperarlas. Tampoco desde la parte secesionista hay voluntad firme de anexionarse a Rusia, a pesar de los diferentes intentos promovidos por Moscú.
Tiflis tampoco persigue una anexión forzosa. La ciudadanía no quiere otra guerra ni en un lado, ni en otro. Por este motivo que ha habido protestas sociales dentro de los territorios secesionistas cada vez que Rusia ha intentado romper el statu quo, y al mismo tiempo ha habido quejas del gobierno georgiano, e incluso de la oposición, que se quejan de que les digan desde fuera lo que tienen que hacer.
Este equilibrio caracteriza muy bien la situación política en la república del Cáucaso Sur, y también sus tímidos pasos hacia la Unión Europea. Con un año de demora en sus reformas, el país ha conseguido ser considerado como estado candidato para formar parte de la UE. Es una medida que ha sido ampliamente aplaudida por la sociedad civil, quien apoya por más de dos tercios la voluntad de integrarse dentro de la OTAN y de la UE algún día.
Las mejoras sociales, y las tímidas reformas políticas llevados a cabo por el gobierno de Sueño Georgiano, principal partido del Parlamento nacional dirigido por la puerta de atrás por un oligarca ruso-georgiano, Bidzina Ivanishvili, se podrían considerar una de cal y otra de arena en diferentes aspectos. Mientras que por un lado avanzan hacia la Unión Europea, después frenan ciertas reformas sociales. Cuando avanzan en reformas sociales, entonces relativizan que quizás no estarían tan bien dentro de la UE.
La segunda parte de la invasión rusa de Ucrania, iniciada en 2022, no solamente ha puesto en guardia al gobierno georgiano, y su equilibrio. El hecho de que Georgia tenga frontera con Rusia provocó que decenas de miles de personas la cruzaran rumbo a Turquía, o para quedarse en Georgia, a pesar de saber que no son bien recibidos. También ha puesto en jaque a los gobiernos títeres de los territorios ocupados, pero sobre todo el gobierno de la autoproclamada república de Abjasia.
El motivo es complejo, pero sencillo de entender. Mientras que el territorio de Osetia del Sur y el resto de Georgia no tienen pasos habilitados, sino que solo hay minas y alambradas, en el caso de Abjasia y el resto de Georgia sí que hay un paso fronterizo habilitado. Y, de hecho, los ciudadanos de Abjasia y Osetia del Sur son reconocidos oficialmente como georgianos en territorios ocupados, pero solamente los abjasios pueden cruzan para ser atendidos en hospitales, por ejemplo, a través del paso del rio Enguri entre Gali y Zugdidi.
Los que cruzan saben que en el resto de Georgia viven mejor que ellos, y que la adhesión de la UE los sitúa a ellos fuera, con lo que puede significar en cuando a ayudas económicas, reformas políticas y sociales.
Georgia da pasos hacia la adhesión al tiempo que se pone trabas para que no se rompa el equilibrio de política exterior entre China, Rusia y la UE
Mientras, el gobierno georgiano cierra acuerdos comerciales con Estados de la Unión Europea, por otro lado, quiere presentar una legislación parecida a la que aprobó Vladimir Putin sobre la propaganda homosexual. Dan pasos hacia la adhesión, pero también se ponen a si mismos trabas para que esta no suceda rápidamente para no romper el equilibrio de política exterior entre China, Rusia y la UE. Si el día 4 de marzo el ministro de Defensa de Georgia, Irakli Chikovani, se reunía con el embajador chino en el país, dos días después, el día 6 de marzo, se reunía con el embajador de la Unión Europea.
Mientras un día se acuerda establecer nuevas rutas aéreas con Rusia, a pesar de la guerra, cosa que levantó muchas protestas en el país. Por otro lado, el gobierno anuncia nuevos vuelos con países de la Unión Europea. Es un equilibrio complejo porque paulatinamente va hacia una dirección, la alianza atlántica y ser miembro de la Unión Europea, porque así lo quiere la mayoría de la ciudadanía georgiana.
En conclusión, el equilibrio político georgiano es tanto a nivel de política doméstica, donde las diferentes políticas que se van tomando siguen una dirección, formar parte de la UE, pero al mismo tiempo buscan no generar tensiones regionales innecesarias. Al jugar con todos en política exterior salvaguardan su seguridad.
La invasión rusa de 2008 creó cierta desconfianza hacia la comunidad internacional por no ayudarles, pero al mismo tiempo la ciudadanía sabe que fuera de la Unión Europea, por donde están geográficamente, no pueden vivir con seguridad. El giro de Armenia hacia posiciones pro-occidentales ayuda, la ayuda a Kiev también ha hecho ganar credibilidad a las instituciones: solo hay que saber leer la realidad georgiana.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.
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