Trump y Erdogan están librando un pulso diplomático sin precedentes por un pastor evangélico que regentaba una iglesia en Izmir (Esmirna) de apenas 25 feligreses. Andrew Brunson, de 50 años, está acusado de espionaje y vínculos con organizaciones terroristas por la Justicia turca. Sin embargo, el presidente de EEUU defiende que es "un gran cristiano, un hombre de familia y un maravilloso ser humano... un hombre inocente que ha de ser liberado de inmediato".
"Es una pena que EEUU prefiera a un pastor antes que a un aliado de la OTAN", ha declarado reiteradas veces el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Para Trump esta actitud de Erdogan es un desafío, una ocasión para mostrar al mundo que significa "América, y los americanos, primero".
Trump dio como ultimátum el miércoles 8 para liberar a Brunson y a partir de ahí desencadenó la oleada de sanciones. Erdogan considera la reacción como "una puñalada en la espalda". Hoy lunes había rumores en las redes sociales sobre la inminente liberación de Brunson el 15 de agosto.
#Erdogan: “Again, I call on the United States. It is a pity that you are exchanging a #NATO ally for a #pastor.”#TurkeyCrisis #sanctions #PastorAndrew #PastorBrunson pic.twitter.com/CvD0bSWR1x
— Rudaw English (@RudawEnglish) August 11, 2018
El pastor Andrew Brunson, de 50 años, procede de Carolina del Norte. Es el mayor de siete hijos de una familia muy religiosa. En su infancia Andrew estuvo muy enfermo y su madre prometió a Dios que le serviría como misionero si superaba la dolencia. Según su hermana Beth Herman, según cita The Guardian,"su estancia en Turquía les había unido mucho como familia y juntos habían defendido sus tradiciones religiosas".
Su calvario empezó el 7 de octubre de 2016. Entonces estaba a cargo de la Iglesia de la Resurrección en Izmir (Esmirna), en la costa del Egeo. Después de 23 años en Turquía, en abril había solicitado la residencia permanente junto a su esposa, Norine. Tienen tres hijos. En torno a su iglesia organizaba clases de buceo para niños o sesiones de cine.
Acudieron juntos a la comisaría sin sospechar nada. Creían que el asunto tenía que ver con su demanda de visado permanente y se presentaron voluntariamente. Retuvieron a la pareja pero Norine quedó en libertad unos días después.
Es un hombre que ama Turquía y ha entregado su vida por ese país", aseguran miembros de su comunidad religiosa
"Es un hombre que ama Turquía y ha entregado su vida por ese país", aseguran miembros de su comunidad religiosa. Tenía idea de quedarse en Turquía con su familia. En Izmir se sentían muy queridos.
Compareció voluntariamente ante la policía el 7 de octubre en lo que presuponía que sería el procedimiento para renovar su visado. Fue con su esposa Norine. Entonces empezó una pesadilla que aún no ha terminado. El 15 de julio había fracasado un intento de golpe contra el presidente Erdogan y miles de turcos estaban siendo objeto de arrestos y de intimidaciones. A ellos les interrogaron como si fueran espías. Norine fue liberada unos días más tarde. Los Brunson insisten en su inocencia.
Año y medio preso antes de ver al juez
A Andrew Brunson le negaron acceso a su abogado primero y luego le informaron que había firmado un documento en el que rechazaba asesoría legal. También impidieron que le visitara una representación del consulado de EEUU. Estuvo incomunicado hasta el 13 de octubre en el Centro de Detención de Harmandali, según fuentes de la Comisión de EEUU sobre Libertad Religiosa Internacional.
Según un documento legal difundido el 9 de diciembre de 2016, el pastor Brunson había sido acusado de ser "miembro de una organización armada terrorista". Le vinculaban, según el juez del caso, con el Movimiento Gülen, a quien el Gobierno turco hacía responsable del intento de golpe.
Le transfirieron a una celda con otras 21 personas, con capacidad solo para ocho. En agosto de 2017 fue trasladado a Kiriklar y le encerraron junto a dos supuestos miembros del Movimiento Gülen. Pasaba 24 horas al día en la celda y solo de vez en cuando tenía una hora a la semana para visitas de su familia o miembros de la embajada de EEUU.
En marzo de 2017 el entonces secretario de Estado Rex Tillerson viajó a Turquía para reunirse con miembros del Gobierno turco, y pidió al propio Erdogan que interviniera en favor del pastor. Un mes antes 78 miembros del Congreso de EEUU hicieron llegar al líder turco una carta en la que indicaban que "no había pruebas de las acusaciones contra él". Por Brunson se han unido congresistas republicanos y demócratas, un hecho insólito en esta Administración, reflejo de un país muy dividido.
Haga saber al Gobierno turco que no cooperará con ellos hasta que me liberen. Por favor, no me deje aquí en prisión", clamó Brunson
Fue entonces cuando Brunson difundió a través de miembros de la embajada una petición de ayuda: "Le ruego a mi gobierno que luche por mí. Le pido al Departamento de Estado que imponga sanciones. Llamo al presidente Trump: por favor, ayúdeme. Haga saber al Gobierno turco que no cooperará con ellos de ninguna manera hasta que me liberen. Por favor, no me deje aquí en prisión", señalaba el pastor.
El 24 de agosto de 2017 la Fiscalía presentó nuevas evidencias por las que se ampliaron los cargos por apoyo a una organización terrorista, en este caso también el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), y por espionaje militar. Hasta abril de 2018 no se celebró el primer juicio, es decir, año y medio después de su arresto.
Ante la corte el pastor insistió en que no había pruebas contra él: "Los discípulos de Jesús sufrieron en su nombre, ahora es mi turno. So inocente de todos estos cargos. Los rechazo. Sé por qué estoy aquí. Estoy aquí para sufrir en el nombre de Cristo".
Sin pretenderlo ni imaginárselo, Brunson se ha convertido en un rehén de la diplomacia turca, en una moneda de cambio de gran valor por su nacionalidad estadounidense. El propio Erdogan lo reconocía porque sugirió la posibilidad de intercambiar al pastor por Fethullah Gülen, el clérigo turco autoexiliado en Pensilvania desde hace 15 años.
Gülen está allí protegido... Y nosotros pedimos su extradición... Entregadnos al clérigo y os damos al pastor", dijo Erdogan
"Gülen está allí protegido. Ni siquiera es un convicto. No ha sido detenido. Y nosotros pedimos su extradición y no nos hacen caso. Pero aquí está el pastor Brunson, con cargos en su contra, ¿y nos piden liberarlo?", dijo Erdogan, "Entregadnos al clérigo y os damos al pastor Brunson", dijo en un discurso televisado en otoño pasado.
La bestia negra de Erdogan es Gúlen, líder del Movimiento que lleva su nombre, defensor de una ideología conservadora en lo social y muy liberal en economía. Difunde su doctrina a través de una poderosa red de colegios privados. En la primera década de Erdogan en el poder Gülen fue su aliado, en su intento de reducir el poder de los militares, recelosos de la creciente influencia islamista.
Pero en 2013 Erdogan consideró que los gülenistas se habían sobrepasado al fomentar una campaña contra la corrupción de la que fueron víctimas algunos de sus fieles. Erdogan lleva años persiguiendo a los leales al Movimiento en Turquía al tiempo que demandaba la extradición del líder, un millonario que vive enclaustrado y apenas concede entrevistas. A sus 77 años, y desde la sombra, sostiene una red con millones de seguidores en EEUU, Asia y América Latina.
El caso de Brunson no parece comparable y no hay pruebas de sus vínculos con Gülen o con el PKK. La esposa de Andrew Brunson, Norine, y los miembros de la Iglesia Evangélica han promovido una campaña por su liberación. También han contado con el apoyo del Centro Americano de Ley y Justicia, una organización cristiana conservadora. Unas 600.000 personas han firmado una petición en favor del pastor en la que se declara que "están procesando a la cristiandad".
Ha creado una página de Facebook sobre el caso del pastor, que desde la semana pasada está en prisión domiciliaria a la espera de la nueva comparecencia ante el juez, el 12 de octubre.
En realidad, lo que se estaba negociando para lograr que se levantaran los cargos contra Brunson estaba relacionado con rebajar sustancialmente la multa impuesta por EEUU al banco estatal turco Halkbank por mantener sus negocios con Irán, país al que EEUU ha vuelto a aplicar sanciones tras retirarse del acuerdo nuclear.
Incluso Trump, según el New York Times, había convencido al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, para liberar a una mujer turca acusada de estar vinculada a Hamas. En el último momento Erdogan se echó atrás, a pesar de que el acuerdo era muy ventajoso para Turquía y el pastor no fue liberado sino trasladado a su residencia "por razones de salud" a la espera de juicio. Hay fuentes que apuntan que Erdogan entendió que podía proceder paso a paso, primero arresto domiciliario y después la liberación.
Trump, que sin embargo creía que el acuerdo se había cerrado en julio en las bambalinas de la cumbre de la OTAN, enfureció. A finales de julio anunció sanciones contra los ministros turcos del Interior, Abdülhamit Gül, y el de Justicia, Suleyman Soylu, y posteriormente el viernes pasado elevó los aranceles al acero y al aluminio, mientras la lira se despeñaba. Erdogan se dice víctima de un complot "sionista evangélico" y amenaza con sanciones a secretarios de Estado de EEUU.
Las medidas de Turquía aún podrían ser más arriesgadas como prohibir a EEUU el uso de Incirlik, la base de la OTAN que utiliza EEUU en su combate contra el Daesh, aunque Erdogan aún no ha apuntado en esa dirección.
Turquía también ha condenado a siete años y medio a un científico turcoestadounidense de la NASA, Serkan Golge, que viajó a Turquía después del golpe, y están imputados por vínculos golpistas otros tres turcos que trabajaban en consulados estadounidenses. Es la crisis diplomática más grave desde que EEUU condenara la invasión turca de Chipre en 1974.
Trump ha hablado directamente con Erdogan del destino del pastor Brunson en varias ocasiones. Coincidieron la última vez en julio en la cumbre de la OTAN. Nada más ser elegido, Trump creía que se entendería con Erdogan, un hombre fuerte, pero su cerrazón en este caso les ha distanciado.
El presidente de EEUU ha tuiteado tres veces desde abril sobre el pastor evangélico, al que considera "un rehén" de Erdogan. La primera vez fue en abril y entonces decía que llamar "espía" a Brunson era una barbaridad. "Es tan espía como yo", señalaba Trump.
Pastor Andrew Brunson, a fine gentleman and Christian leader in the United States, is on trial and being persecuted in Turkey for no reason. They call him a Spy, but I am more a Spy than he is. Hopefully he will be allowed to come home to his beautiful family where he belongs!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) April 18, 2018
En las últimas semanas ha vuelto a defenderle con pasión en su cuenta personal de su red social favorita. Le describe como "un hombre de fe y una persona honesta". La comunidad evangélica ha brindado un extraordinario apoyo a Trump. De hecho, el vicepresidente, Mike Pence, y el secretario de Estado, Mike Pompeo son evangélicos.
El vicepresidente, Mike Pence, quien habló el pasado 26 de julio con Brunson, nada más ser puesto en arresto domiciliario, ha destacado: "Sé que la fe le va a mantener en pie pero no debería pasar por esto. El arresto domiciliario es un primer paso... pero no es suficiente. El pastor merece ser libre".
Las heridas de este combate dejarán cicatrices, aunque el pastor Brunson recupere su vida. Por el momento, de su libertad depende el curso de la batalla entre Trump y Erdogan, y la evolución de la tambaleante economía turca.
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