Antes de las 17 horas de aquel día sonó el teléfono móvil de Juan Ignacio Zoido, que descansaba con la familia en la costa de Cádiz en su primer verano como ministro del Interior. Al otro lado sonaba la voz de Germán López Iglesias, entonces director general de la Policía Nacional. "Le acababan de dar la noticia y lo primero que hizo fue llamarme para que supiera que había habido un atropello masivo [en Las Ramblas]. Él lo supo porque teníamos policías en la zona y habían visto que era gravísimo lo que estaba pasando. Yo inmediatamente telefoneé al presidente del Gobierno y le dije que teníamos que prepararnos para lo peor, que podría tratarse de un atentado terrorista", recuerda la persona que estaba al frente de Interior cuando la célula islamista cometió el doble atentado en Cataluña, saldado con 16 muertos y 120 heridos.
Desde su retiro estival, Zoido se había desplazado aquella mañana a Algeciras para presidir reuniones tanto con mandos de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado en la comarca del Campo de Gibraltar como con colectivos de inmigrantes. Era el 17 de agosto de 2017, una fecha que ha quedado marcada en negro. El Estado Islámico lograba perpetrar su primera masacre en España, aunque no quizá la acción -mucho más mortífera- que idearon lejos del radar de los servicios policiales y de Inteligencia.
Un año después del suceso que conmovió a todo el país y que demostró que España no era ajena a la amenaza del terrorismo yihadista, el ex titular de Interior rememora para El Independiente las horas que siguieron a los atentados y censura duramente la actitud del independentismo en la manifestación de repulsa desarrollada nueve días después con la presencia del rey Felipe VI y del presidente del Gobierno.
Sobre las 16.30 horas de aquella fatídica jornada de agosto, mientras centenares de turistas paseaban por las céntricas Ramblas de Barcelona y gran parte de los españoles se encontraban de vacaciones, una furgoneta Fiat Talento de color blanco y con matrícula 7086 JWD arrolló a decenas de personas mientras circulaba en zig zag por la zona peatonal entre la Plaza de Cataluña y el Mercado de la Boquería, distantes ambos puntos unos 700 metros. El vehículo era conducido por Younes Abouyaaqoub, abatido cinco días después por los Mossos d'Esquadra entre las localidades de Subirats y Sant Sadurní d’Anoia.
"En aquellas primeras horas ya acordamos que había que trasladarse a Barcelona. Tanto el presidente del Gobierno, que se encontraba en Galicia, como yo, que estaba en Cádiz, nos desplazamos el mismo día 17. En nuestro avión oficial viajaron el juez de guardia, Fernando Andreu, y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional. No había otra forma de llegar", recuerda Zoido, que vivió aquellos días los momentos más duros de su etapa como titular de Interior. Desactivada ETA, era el terrorismo yihadista el que había lanzado su zarpa.
Llamé al presidente del Gobierno y le dije que teníamos que prepararnos para lo peor", rememora el entonces ministro
Rajoy y Zoido seguían la crisis desde la Delegación del Gobierno, donde se recibía la información que llegaba desde el Centro de Coordinación y Control instalado en la sede de la Generalitat. Horas antes de que integrantes de la célula embistieran con un turismo a viandantes en el paseo marítimo de Cambrils (Tarragona), en el gabinete de crisis ya se barajaba con fuerza la posibilidad de que los terroristas pudieran acometer una segunda acción suicida. La duda era el lugar que elegirían para seguir causando el terror entre la población en plena temporada estival: "En la Delegación del Gobierno estaba el general jefe de la Guardia Civil, el jefe superior de Policía y mandos antiterroristas de Guardia Civil y Policía Nacional. En un momento dado, un mando de la Guardia Civil me comentó que había que estar pendientes y que todos los dispositivos estaban alertas porque podía haber una réplica. Curiosamente no habíamos hecho nada más que subir a la habitación del hotel -ya tarde- cuando me saltó la alerta de que acababa de intentarse otro atropello en Cambrils y que había varios terroristas y algún ciudadano muertos".
El ex ministro no tiene dudas de que la explosión en el chalé de Alcanar (Tarragona), donde la célula acumulaba más de un centenar de bombonas y explosivos, frustró un atentado "de consecuencias mucho mayores". "A toro pasado, ¿se podía haber evitado?", se pregunta Juan Ignacio Zoido. Él no tiene la respuesta y espera que la investigación que dirige el juez Andreu esclarezca los "puntos oscuros" que aún envuelven el doble atentado. "Sin que se haya celebrado el juicio, como ex ministro del Interior no sería oportuno que yo emitiera un juicio de valor al respecto. Es verdad que queda una serie de lagunas sobre lo sucedido en las 72 horas antes y después del atentado de Las Ramblas que sin duda quedarán resueltas con la instrucción judicial", asegura.
Entre las piezas que quedan por encajar en el puzle se encuentra sin duda el hecho de que no levantara sospecha la explosión de Alcanar, localidad tarraconense en la que integrantes de la célula vivían de okupas en un chalé y donde habían logrado amontonar decenas de bombonas sin levantar desconfianza. Ese episodio sólo se relacionó con la acción terrorista después del atropello suicida de Las Ramblas, pero nunca antes.
También queda por aclarar por qué la Policía de la Generalitat desoyó la nota que el National Counterterrorism Center (NCTC, en el que se integran las principales agencias de información de EEUU como la CIA, el NSA o el FBI) le envió el 25 de mayo de 2017 alertándole de un posible atentado del ISIS en Las Ramblas, aprovechando la concurrencia de visitantes en un destino turístico de relevancia internacional como Barcelona. El propio Carles Puigdemont había confirmado al diario (elperiodico.com) que publicó la exclusiva de la existencia de la nota -recibida de forma simultánea por la Guardia Civil y la Policía Nacional, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO)-, si bien el periódico evitó publicar la información antes de los atentados para no generar alarma entre la población.
Han sido muchos los atentados que se han frustrado en España con detenciones preventivas, pero aquel día no pudo evitarse", dice Zoido
"Por las pruebas que yo conozco, a lo mejor no lo habrían hecho allí y sí en otro sitio. Es muy difícil. La seguridad absoluta no se puede garantizar nunca, pero es verdad que en los últimos años han sido centenares los terroristas que han sido detenidos a través de su actuación en las redes sociales y en internet. Han sido muchos los atentados que se han podido frustrar en España con esas detenciones preventivas, pero aquel día no pudo evitarse", agrega Zoido, convencido de que, "si los Mossos hubieran tenido la información previa, habrían actuado".
Decidido a convertir la desarticulación de la célula terrorista en una prueba de la autosuficiencia de Cataluña en materia de seguridad en vísperas del referéndum ilegal del 1-O, Puigdemont no dudó en tensar la cuerda con el Estado tan sólo unos días después de la masacre. La prueba definitiva tuvo lugar el 26 de agosto, cuando Barcelona acogió una multitudinaria manifestación convocada por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña en repulsa por los atentados y marcada por los abucheos al rey y al presidente del Gobierno.
"Yo destacaría la altura de miras de Rajoy en aquel momento. La situación ya con Cataluña estaba tensa y no tuvo inconveniente en ir a la sede de la Generalitat en la que estaba constituido el Centro de Coordinación y Control a coordinar y presidir aquel acto. Dio la palabra a todos para que expresaran cómo lo habían visto. El nivel de información fue suficiente, el tono que hubo fue magnífico… Todo el mundo remando en la misma dirección y dejando aparcadas las discrepancias en lo político", rememora. Y añade: "Y en sólo unos días pasamos de la colaboración y de la puesta en común a aquella manipulación por parte de los independentistas que todo el mundo pudo comprobar con insultos al Rey, al presidente del Gobierno y a España. Me extrañó tantísimo que a las pocas fechas hubiera tanto odio en una concentración que tenía como base la defensa de la democracia, la libertad y las víctimas del terrorismo. Fue una auténtica encerrona en lugar de defender la memoria de las víctimas".
Ha pasado un año desde que aquella malhadada tarde de agosto sonó el teléfono para comunicarle la noticia más trágica que sufría España desde los atentados del 11-M en 2004, pero Juan Ignacio Zoido difícilmente podrá deshacerse de la sensación de frustración que sintió por no haberse podido evitar la matanza. "Se dedican muchas horas por parte de las fuerzas y cuerpos de Seguridad tanto del Estado como policías autonómicas a prevenir los atentados terroristas pero hay veces que no se pueden evitar. Esa sensación de impotencia, mezclada con la alarma que se crea junto a la tristeza y la tragedia para algunas familias que son directamente víctimas, es lo que a uno le hace ser otro a partir de ese momento. Te conviertes en otra persona", apostilla.
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