No ha destacado Carles Puigdemont por su apego al riesgo. Su fuga en el maletero de un coche emborrona la imagen que él pretende construir de sí mismo como el héroe que lo ha dado todo por la independencia de Cataluña.

Aunque no sea valiente, lo que no le puede negar nadie al ex presidente de la Generalitat es la astucia, una virtud que puso en boga Artur Mas, pero en la que su pupilo le ha superado con creces. Nadie ha sabido rentabilizar mejor siete escaños en nuestra reciente historia. De ser un muerto viviente antes del pasado mes de julio, ha pasado a convertirse en el factor decisivo de la política catalana. Lo que no pudo lograr ERC, muleta del gobierno de Madrid en la anterior legislatura, lo consiguió Puigdemont sin necesidad de atravesar los Pirineos: la amnistía es un éxito suyo y sólo suyo.

Ahora llega el momento de recoger los frutos de esa astucia. Las elecciones del 12 de mayo, convocadas por sorpresa por Pere Aragonés, son la ocasión ideal para arrebatarle el liderazgo del bloque independentista a ERC. Justo ayer, el CEO (el CIS catalán) publicaba una encuesta que daba a Junts como tercera fuerza, aunque pisándole los talones a los republicanos. Sin embargo, el sondeo se hizo cuando aún no se habían convocado las elecciones catalanas y, por tanto, cuando todavía no se sabía si Puigdemont iba a ser candidato. Las encuestas más recientes publicadas por distintos medios lo que reflejan es que Junts supera a ERC... y sigue subiendo.

Puigdemont anunció ayer en Elna, pequeña localidad situada al sur de Perpiñán, que será el candidato de Junts. Ninguna sorpresa. Su discurso de presentación ha estado aderezado de la retórica a la que nos tiene acostumbrados. La amnistía ya se da por amortizada y ahora toca dar el siguiente paso: la oportunidad para "restituir" la presidencia legítima de la Generalitat, dijo entre gritos de "president, president". Con buen aspecto y corte de pelo reciente, Puigdemont llamó a la unidad a ERC. Reivindica los tiempos de Junts pel Sí, aquel invento que aglutinó a todos los partidos independentistas y que logró vencer en las urnas a los españolistas. Brindis al sol. Sabe que eso no será posible antes del 12-M. Pero también sabe que si Junts y ERC suman más de 68 escaños esa unidad sí llevará a cabo, para disgusto de Salvador Illa, para vergüenza de Pedro Sánchez, que verá como la amnistía no sólo no ha servido para desactivar al soberanismo, sino para revalidarlo en el poder, pero ahora con su relato legitimado por el gobierno.

Puigdemont regresará cuando la ley de amnistía esté en el BOE. Si tiene más escaños que ERC y ambos partidos suman 68 o más, será con toda seguridad el nuevo presidente de la Generalitat

Puigdemont condicionó su regreso a España a su elección por el Parlament como presidente de la Generalitat. Recordemos puede ser candidato sin cambiar su residencia en Waterloo, pero la ley de amnistía abre la puerta a su regreso después de más de seis años de huida.

Puigdemont, lo confirmó en su discurso, no regresará hasta que la ley esté publicada en el BOE. Una vez que eso ocurra, más o menos dentro de dos meses, decaerán las ordenes de detención que pesan sobre él.

Si hubiera querido hacer de su vuelta un elemento de agitación para su campaña, viniendo antes de que la ley de amnistía esté en vigor, se arriesgaría a permanecer varios meses en prisión. Me explico: al llegar a España con la ley todavía en tramitación sería inmediatamente detenido y tendría que declarar ante el juez Pablo Llarena, que decretaría su ingreso en prisión. Una vez en vigor, la ley da al juez un plazo de hasta dos meses para aplicarla. Por tanto, si volviera en la primera quincena de mayo permanecería en la cárcel, al menos, hasta finales de julio. Demasiada pena para un hombre con alergia a los barrotes.

Puigdemont ya ha dado el pistoletazo de salida del 12-M. Volveremos a verle, aunque sea en streaming. Es su oportunidad para devolverle al Estado español la humillación de salir escopetado para no ser procesado. Lo dijo ayer sin pelos en la lengua: "No soy conformista. Hablaremos de tú a tú al Estado español". "Ahora toca la autodeterminación, algo que muchos creen imposible, pero lo mismo ocurría con la amnistía", subrayó. No mencionó en ningún momento la palabra reconciliación.