Respetar a Aretha Franklin no es solamente respetar la buena música, sino también a la Humanidad como concepto. El FBI no lo hizo, una vez más. Violó (sí, el gobierno norteamericano también) su intimidad durante décadas. Por ser “peligrosa” para la estabilidad de la nación más poderosa del mundo, debido a su lucha por un mundo mejor. Eso da una idea de la potencia de una voz alzada sobre una canción que sigue pidiendo aquello que hoy, el día que hubiera cumplido 82 años, es más necesario que nunca: respeto.
Todo empieza en las profundidades de Detroit, en un 1942 bélico y difícil. Sin entrar mucho en la sociología histórica del estado de Michigan, baste decir que aquel no era el mejor entorno ni el mejor momento para que una niña negra tuviera ideas propias sobre derechos fundamentales. Pero, como en alguno de esos rituales que vemos en películas sobre la Norteamérica profunda en el que entran todos en trance, se produjo un milagro. Y no se trató de un ciego que de pronto pudo ver, o del caso de un enfermo condenado a vivir en una silla de ruedas de aquella época, que por la gracia del Señor se puso a caminar. El prodigio ocurrido tal día como hoy de aquel año fue el nacimiento de una estrella cuyo brillo trascendería generaciones, géneros y fronteras.
En la iglesia de su padre, el gospel vibraría en los muros y en las almas, mientras la diva aprendía el idioma de los ángeles, y lo usaría para conectar mundos, sueños y esperanzas. Había llegado al mundo la reina del soul.
Rebelde con causa
Vio cómo moría su madre cuando apenas tenía 9 años. Ella misma se convirtió en madre a los 12. Y a los 14 ya estaba grabando elepés. Mientras otros niños apenas descubrían sus pasiones, Aretha ya era adulta forzosa. La rebeldía tiene normalmente raíces muy comprensibles.
Su vida fue una travesía que la llevaría a ser la primera mujer en el Salón de la Fama del Rock and Roll. Fue la primera en muchas cosas. Guste o no la música de esta gran diva, recomiendo sin duda su película biográfica, Respect (2021). Salimos sus admiradores del confinamiento con la noticia de su estreno, bajo la dirección de una debutante como Liesl Tommy y protagonizada por Jennifer Hudson, una mujer admirable que tuvo que prepararse duramente durante meses para poder encarnar a la Franklin. Gracias a esa película podemos asistir, de alguna forma, al desarrollo de aquella niña que cantaba en el coro de la iglesia de su padre, encarnado por Forest Whitaker. También conocer los abusos de Ted White, su marido y mánager. Y disfrutar de momentos estelares como la aparición de Mary J. Blige como Dinah Washington, nada menos.
Aretha Franklin afrontó sus propias luchas personales contra el abuso doméstico y el alcoholismo, y por tomar el control de su carrera musical y su vida personal. Y siempre fue la música la que salvó, una y otra vez. No es un caso único, pero sí muy significativo. El poder de la música se evidencia en que, gracias a ese arte, Aretha pudo alzar la voz para luchar por un mundo mejor. Se la vio en numerosas ocasiones junto a Martin Luther King Jr., al que conoció en la Marcha sobre Washington de 1963. Fue su padre, el reverendo C. L. Franklin, quien les presentó. La muerte del pastor, víctima de un disparo durante un robo de 1979, fue, como la del propio reverendo King, un signo de aquellos tiempos.
'Divas': 25 años de un encuentro irrepetible
Más allá de los 60 y los 70, del movimiento por los derechos civiles y de sus problemas personales, Aretha Franklin atravesó las décadas como una artista imprescindible que nunca pasó de moda. Su voz era una amalgama impecable de fuerza, emoción y técnica, con una profundidad espiritual que eleva a quien la escucha –lo demuestra el documental Amazing Grace estrenado hace cinco años y con 40 de retraso–.
En torno a Aretha, avanzados los noventa, la cadena VH1 organizó un encuentro en la cumbre de cantantes femeninas del que este año se cumplen 25 años. Un concierto irrepetible en el Beacon Theatre de Nueva York que dio lugar a un álbum llamado Divas Live (1998).
Aretha Franklin fue epicentro y nostalgia, y también inspiración reconocida de mujeres como Mariah Carey, Celine Dion, Gloria Estefan, Shania Twain y Carole King. Nuestra detroitina ya era una leyenda. Los hábiles productores supieron gestionar lo que fue el punto culminante de la noche: cuando la reina del soul se unió a Mariah Carey en una versión de "Chain of Fools". Ahí es nada.
Todavía entonces seguía sus pasos con interés la Oficina Federal de Investigación en Estados Unidos. Hasta 2007 estuvieron pisando los talones de una superviviente como ella, en pos de un país más recto y ordenado, según parece. En el informe, del que dio detalles la revista Rolling Stone, encontramos frases como “extremistas negros”, “procomunistas”, “odio a Estados Unidos”, “radicales”, “violencia racial” y “poder negro militante”. Se vierten aberrantes sospechas sobre esta gran mujer, su trabajo, y otros artistas con los que pasó su tiempo en vida.
Una despedida de altura
En el caluroso verano de 2018, Aretha Franklin ya había cancelado actuaciones y apariciones por problemas de salud. Aunque desde luego no era de esas personas que hacen una publicación en redes sociales hablando de su enfermedad, un tumor de páncreas estaba acabando con su vida. Para cuando acabó agosto, ya estaba teniendo lugar uno de los funerales más importantes que se recuerdan de la historia de la música y de la lucha por los derechos civiles. Durante ocho horas se sucedieron rindiendo homenaje a la reina del soul las más altas personalidades de ambos ámbitos, desde Stevie Wonder hasta Bill Clinton o Jesse Jackson.
Creo firmemente que nunca habrá nadie como ella. Y hoy lo único que podemos hacer por continuar su legado es seguir escuchando sus mensajes, su voz, y buscando esos matices que la hacen diferente, en la conciencia de que escuchamos a alguien que sufrió injustamente lo indecible.
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