Tras cinco años de récords sucesivos, el boom del turismo en España da señales de haber tocado techo. Las llegadas de turistas extranjeros empiezan a frenar, el negocio de los hoteles ha sufrido un parón este verano y los ingresos del país por la actividad turística también se resentirán.
Durante la última década el turismo ha crecido ininterrumpidamente por encima del conjunto de la economía española. Durante la última década… hasta ahora. El sector va a seguir creciendo este año, pero menos. Y lo hará por debajo del PIB nacional, según las estimaciones del lobby Exceltur (que agrupa a una veintena de las mayores empresas turísticas del país).
La asociación calcula que el PIB turístico crecerá a un ritmo del 2,6%, mientras que el consenso de analistas contempla que la economía española cierre el año con un crecimiento del 2,7%. Exceltur ha revisado a la baja su estimación de PIB turístico, desde el crecimiento del 3,3% que manejaba en abril al 2,6% actual, una rebaja que supone una merma de riqueza para España de unos 940 millones de euros.
Tras cinco años de boom, la aportación del turismo al PIB español superó al cierre de 2017 los 134.100 millones de euros, aproximadamente el 11,5% del total de la riqueza nacional. Con el crecimiento del 2,6% previsto por el lobby sectorial, el PIB turístico se acercará a los 137.485 millones al cierre de este año (y rondaría los 138.425 millones con la anterior estimación del 3,3%).
Parón alemán y británico
El turismo, el gran motor de la economía española durante la crisis y también ahora en la recuperación, empieza a notar una ralentización del consumo de los viajeros españoles en lo que va de año y, sobre todo, el temido frenazo de la demanda de los mayores mercados europeos de los viajes hacia España debido a la recuperación de algunos destinos rivales del Mediterráneo.
Reino Unido y Alemania son los principales países de origen de los turistas internacionales que vienen a España. Entre ambos mercados concentran cerca del 40% del total de llegadas de viajeros extranjeros al país. La cifra de visitantes de ambos países ha empezado a resentirse en lo que va de año, con un descenso de casi 484.000 turistas entre enero y junio, último dato disponible en el Instituto Nacional de Estadística (INE).
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Son 172.000 turistas británicos menos los que visitaron España (hasta un total de casi 8,5 millones) y son 311.600 viajeros alemanes menos que el año pasado (hasta 5,46 millones a mitad de año). Un descenso que los grandes grupos turísticos vinculan con la recuperación de destinos rivales como Turquía y Egipto, a los que los turoperadores internacionales han empezado a desviar viajeros europeos tras años de caída por la inestabilidad y la inseguridad.
Ante este escenario, España afronta un 2018 que puede cerrarse o con un crecimiento mínimo de las llegadas de viajeros extranjeros o incluso con una caída de las visitas, según la estimación de Turespaña (el organismo público dependiente del Ministerio de Industria encargado de la promoción exterior de España como destino turístico). Un frenazo que la entidad achaca al peor comportamiento de la demanda de mercados como Reino Unido, Alemania, Francia, entre otros.
En paralelo, el parón de la demanda tanto nacional como extranjera está teniendo impacto directo en el negocio hotelero. En julio, los hoteles sufrieron un auténtico frenazo, con una caída del 2,2% de las pernoctaciones (con descensos tanto de los clientes españoles del 1,1% e internacionales, del 2,7%). En los siete primeros meses, las pernoctaciones en establecimientos hoteleros ya sufren una caída del 0,7% en relación al pasado ejercicio.
Cinco años de boom
2017 fue el quinto año consecutivo de España con récord de llegadas de turistas internacionales. El nuevo máximo histórico rozaba los 82 millones de visitantes, lo que colocó a España como segunda mayor potencia turística mundial. Una cota –no sólo, pero también- alimentada durante años por el desvío de millones de turistas por la inestabilidad en algunos destinos rivales del Mediterráneo.
Los problemas de otros fueron en beneficio propio. La inestabilidad política en Egipto y Túnez y los atentados terroristas y la intentona golpista en Turquía provocaron un parón de turismo en países que son rivales directos de España en el negocio del sol y playa.
El boom del turismo español arrancó ya en 2011. El estallido de las revueltas de la Primavera árabe en varios países del norte de África, destinos rivales naturales de España en el negocio del sol y playa, provocó el cambio de destino para centenares de miles de turistas extranjeros que huían de la inestabilidad de la zona.
En 2010 España superaba los 52 millones de turistas extranjeros, saltó hasta los 56,6 millones al año siguiente, a los 57,7 millones en 2012, se superaron los 60 millones por primera vez los 60 millones en 2013, se rozaron los 65 millones en 2014, los 68 millones en 2015, los 75,6 millones en 2016… y así hasta la cota, hasta hace poco impensable, de los 82 millones del pasado año.
Los touroperadores internacionales redireccionaron a los clientes que dejaron de querer ir a Egipto o Túnez, y el destino prioritario en el que acabaron estos turistas fue España. Según estimaciones de Exceltur, desde 2011 a España han llegado entre 14 y 15 millones de turistas prestados.
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