Ejercicio de resistencia y contundencia del FC Barcelona en uno de los escenarios más temidos, el Parque de los Príncipes. El conjunto culé ha logrado una valiosísima victoria que tendrá que consolidar en la vuelta en Montjuic, donde se espera un PSG enfurecido después de la campanada de los de Xavi en Francia.
Con Mbappé a la cabeza, un PSG lleno de amenazas ponía al Barça en su mira. No fue un inico apabullante de los parisinos, aunque manejaron el balón y acumularon llegadas durante la primera media hora.
El dominio del PSG dejaba al Barcelona más cerca de su porteria que de la contraria; sin embargo, la sensación en los catalanes no era de urgencia extrema. Los peligros del rival parecían bajo control.
El Barça se creció ante un PSG que no intimidaba tanto como podrían esperar los culés y, gracias a un gran Lewandowski y a un Raphina estelar, encontraron su sitio en el partido.
El polaco recibió de espaldas un pase vertical de Cubarsí, se hizo fuerte y limpió la jugada para darle continuidad con el siempre vertical Lamine Yamal, que dirigió su centro al corazón del área. Allí esperaba Raphinha, que aprovechó la falta de contundencia de Donnaruma para adelantar al Barcelona en París.
El gol no llegaba como producto de la fortuna, sino como resultado de la mejoría del Barça en la contienda. El 0-1 permaneció hasta un descanso que ejerció como catalizador del choque.
El PSG regresó del vestuario con la fiereza que se le esperaba en el arranque y encontró la recompensa a los pocos segudos. Tres minutos bastaron para que el exblaugrana Ousmane Dembélé clavase un cañonazo de zurda directo al fondo de la red.
La estampida del PSG no quedó saciada con el empate. En solo cinco minutos los de Luis Enrique dieron la vuelta a la eliminatoria con una llegada de Vitinha, que cruzó ante la oposición de Ter Stegen.
Barcola, que ya fue uno de los verdugos de la Real Sociedad en la ronda anterior, partió desde el banquillo pero ingresó en el verde con el convencimiento de incendiar el encuentro. El joven pudo noquear al Barcelona, pero se encontró con el larguero.
Cuando peor estaba el Barcelona, volvió a aparecer el mejor Raphinha que se recuerda en la ciudad condal desde su fichaje. El brasileño trazó una diagonal que Pedri, que reaparecía de lesión, premio con una asistencia tan genial como la volea para empatar de Raphinha.
El golpe del Barça frenó el ímpetú del PSG, que se topó con Araújo primero y con el palo otra vez en sus mejores acciones de lo que restaba. A falta de 15 minutos, Christensen se convirtió en protagonista en un córner.
El danés cabeceó a muy corta distancia de la línea de gol, en un lugar donde se esperan los puños del guardameta, y más si este mide 196 centímetros, como es el caso de Donnaruma.
El Barça, que se quedó sin el inspirado Raphinha al notar molestias, y que terminó el partido con Araujo con rampas, se metió atrás pero intentó también retener el balón para defenderse. Le salió bien, aunque Dembélé, en un centro-chut que no se supo bien qué era, a punto estuvo de conectar con Mbappé.
Con el sufrimiento que exige este tipo de citas pero con un valiosísimo botín, el Barça se impuso en París y regresa con ventaja. Montjuic, la casa alternativa del FC Barcelona, tendrá que certificar el pase a semifinales de la Champions. Mbappé, que paso como un jugador desapercibido más en la ida, pondrá a prueba la madurez culé.
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