Los problemas que causa el tabaco son conocidos de sobra desde hace décadas. Pero la explosión de los cigarrillos electrónicos ha provocado muchas dudas, en parte porque se vendieron en un principio como la alternativa saludable. Pero, ¿es malo vapear? ¿O es, al menos, menos malo que fumar cigarros normales? Este lunes una investigación, publicada en la revista Tobacco Control y centrada en los jóvenes, ayuda a arrojar un poco de luz sobre este asunto.
La principal conclusión es clara: los adolescentes que utilizan cigarrillos electrónicos de manera frecuente presentan más cantidad de uranio y plomo en su orina que los usuarios y usuarias ocasionales de estos dispositivos, algo que podría dañar su desarrollo del cerebro y los órganos. Y es que la absorción de estos metales es especialmente dañina durante los períodos de crecimiento, aseguran los investigadores citando estudios anteriores que muestran que niveles elevados de exposición están relacionados con el deterioro cognitivo, alteraciones del comportamiento, complicaciones respiratorias, cáncer y enfermedades cardiovasculares en los niños.
Los hallazgos son importantes porque para muchos jóvenes los cigarrillos electrónicos forman parte del día a día. En 2022 se estimaba que el 3% de los estudiantes estadounidenses de entre 12 y 14 años vapeaba, una cifra que aumentaba hasta el 14% de los alumnos que tenían entre 14 y 18 años. Los científicos de este estudio quisieron ver qué impacto tenía todo esto, y para ello incluso analizaron si había diferencias en la salud dependiendo del sabor del cigarrillo electrónico.
Para hacerlo se basaron en las respuestas a la quinta ola, representativa a nivel nacional (diciembre de 2018 a noviembre de 2019) del estudio juvenil estadounidense PATH, en el que participaron 1.607 adolescentes de entre 13 y 17 años. De ese grupo escogieron a 200 jóvenes vapeadores, que fueron los que utilizaron para el estudio.
Les analizaron sus muestras de orina para detectar la presencia de cadmio, plomo y uranio. Los dividieron en tres grupos según la frecuencia de vapeo: ocasional (1 a 5 días/mes), intermitente (6 a 19 días) y frecuente (más de 20 días). Entre los 200 vapeadores exclusivos (63% mujeres), 65 reportaron uso ocasional, 45 intermitente y 81 uso frecuente.
El análisis de las muestras de orina mostró que los niveles de plomo eran un 40% más altos entre los vapeadores intermitentes y un 30% más altos entre los vapeadores frecuentes que entre los vapeadores ocasionales. Los niveles de uranio en orina también fueron dos veces más altos entre los vapeadores frecuentes que entre los vapeadores ocasionales.
Sabores más perjudiciales
Los sabores de vapeo se agruparon en cuatro categorías mutuamente excluyentes: mentol o menta; fruta; dulces, como chocolate o postres; y otros, como tabaco, clavo o especias, y bebidas alcohólicas o no alcohólicas. En los 30 días anteriores, 1 de cada 3 (33%) de los vapeadores dijo que usaba sabores mentol/menta; la mitad (50%) prefirió los sabores de frutas; poco más del 15% optó por sabores dulces; y el 2% utilizó otros sabores. La comparación de los tipos de sabores demostró que había niveles de uranio un 90% más altos entre los vapeadores que preferían los sabores dulces que entre los que optaban por mentol/menta. Por contra, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en los niveles de cadmio.
A pesar de todo, los investigadores reconocen limitaciones. Este es un estudio observacional y, como tal, no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre los niveles de metales tóxicos y la frecuencia/sabores del vapeo. Además, probablemente los niveles de metales tóxicos en los vaporizadores variarán según la marca y el tipo de vaporizador utilizado (tanque, cápsula, mod). Y la presencia de uranio en la orina puede ser atribuible a diversas fuentes, incluida la exposición ambiental a depósitos naturales, actividades industriales y la ingesta dietética, añaden.
"Aun así, se sabe que estos compuestos causan daño a los humanos", aseguran los propios científicos, que se muestran especialmente preocupados por la peligrosidad de algunos sabores en concreto. "Los cigarrillos electrónicos con sabor a caramelo constituyen una proporción sustancial de los vapeadores adolescentes, y el sabor dulce de los cigarrillos electrónicos puede suprimir los efectos severos de la nicotina y mejorar sus efectos reforzadores, lo que resulta en una mayor reactividad cerebral", explican. "Estos hallazgos exigen más investigación, regulación del vapeo e intervenciones de salud pública específicas para mitigar los daños potenciales del uso de cigarrillos electrónicos, particularmente entre los adolescentes", añaden
"La exposición al plomo es especialmente preocupante, ya que es muy nocivo para el desarrollo neurológico de los jóvenes. La presencia de plomo en el aerosol de los cigarrillos electrónicos ya ha sido confirmada por diferentes estudios. El uranio también es un metal tóxico, aunque la importancia de los cigarrillos electrónicos como fuente de exposición a este metal necesita más investigación, como los propios autores del estudio reconocen. El cadmio es relevante en el tabaco, pero no es un metal que sea de importancia en los cigarrillos electrónicos como este y otros estudios demuestran", valora Pablo Olmedo, profesor en el departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la facultad de Medicina de la Universidad de Granada, en declaraciones a SMC España.
El experto detalla que los resultados de este estudio son consistentes con los de otros anteriores. El plomo, afirma, es capaz de acumularse en el organismo a lo largo de la vida, y estamos expuestos a él por diferentes vías. Sin embargo, dada la edad de los participantes en este estudio que se encuadra en la adolescencia, asume que sus niveles de plomo estarían influenciados por el uso de cigarrillos electrónicos. Aunque comenta que otros metales como el níquel o el cromo, que son componentes mayoritarios de las resistencias de los cigarrillos electrónicos, deberían de haber sido medidos para una mejor evaluación de la exposición a metales a través de dichos dispositivos.
"Este estudio es importante ya que añade más evidencia al papel de los cigarrillos electrónicos como fuente de exposición a metales. Debido a la gran toxicidad del plomo y a sus efectos especialmente nocivos en la población más joven, los resultados de este estudio apoyarían el establecimiento de políticas más estrictas para el control del uso de cigarrillos electrónicos en adolescentes. La gran similitud en cuanto a la composición y el funcionamiento de los cigarrillos electrónicos en todo el mundo, hacen de este un problema que afecta a todos los países donde el uso de estos dispositivos sea frecuente", remata Olmedo.
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