El 26 de abril Victoria's Secret abrió su nueva tienda en Madrid. La icónica firma de ropa interior desembarcó, por fin, en la más importante calle de tiendas de la capital, Gran Vía. Ya tenían un local a solo unos metros, en Fuencarral número 14, pero allí solo vendían perfumes y accesorios. Es en su nueva localización donde su cliente podrá acceder a la colección completa de impresionantes conjuntos de lencería, pijamas, ropa de deporte... todo.
Dos redactoras de este periódico acudieron a la inauguración, con esa cierta ilusión que produce la nostalgia por un producto cultural que marcó a millones de personas. No hay que olvidar que, antes de la cancelación, los desfiles de Victoria's Secret se convirtieron durante años en un must see de la cultura pop. Se aprecia en el histórico de búsquedas de Google que su año cumbre fue 2016 (en París con Lady Gaga), pero muchas jóvenes recuerdan los espectáculos de Rihanna en 2012 o Taylor Swift en 2014.
El poder cultural de Victoria's Secret
Además, sus prendas estaban presentes en todas las revistas de moda como el epítome del lujo. Sus sujetadores o bragas con strass, conjuntos imposibles e incluso algo tan sencillo como los pijamas de satén en rayas rosas han marcado la juventud de toda una generación.
En los últimos años, esta marca ha vivido un renacer reseñable. Han dejado de lado las polémicas de gordofobia, misognia y transfobia que acabaron con su conocido desfile (su última edición fue en 2018). Por el momento, también con el concepto de los ángeles de Victoria's Secret, que encumbraba la belleza femenina perfecta: delgada, pero con mucho pecho.
En un giro de su estrategia de marketing, apostaron por la inclusividad y la diversidad, añadiendo tallas y modelos de diferentes tipos de cuerpo a su plantel.
El reto de encontrar un sujetador perfecto
Es esa nueva mentalidad con la que entran de lleno en el centro de Madrid, con maniquís de diferentes tamaños y tallaje variado. Por eso en su inauguración ofrecían uno de los servicios de los que presumen, que es la asesoría para encontrar el sujetador perfecto. Nada más entrar, uno de sus dependientes te abordaba para ofrecerte la experiencia.
Y para todos aquellos que nunca hayan tenido que buscar un sujetador, cabe señalar que no es tarea fácil. Según los datos, el 70% de las mujeres no conocen su talla correcta para esta prenda, que se mide teniendo en cuenta dos cifras: el contorno del bajo pecho, es decir, justo debajo del busto, y la medida sobre los pezones.
De esas dos medidas se coge la del contorno y se resta la otra para dar lugar a las tallas tradicionales, como por ejemplo la supuestamente perfecta de un cuerpo 90-60-90 será la 90B. Pero no es tan fácil, porque cada país tiene unos tallajes y los europeos no coinciden con los estadounidenses, pero es que los españoles tampoco son los mismos que los del resto del continente.
Por eso resulta bastante útil la medida que ofrecen en la tienda de Victoria's Secret, para que todo aquel acostumbrado al tallaje español pueda encontrar la suya en versión estadounidense. Aunque, por supuesto, sería más fácil para el consumidor que lo adaptaran al país en el que venden.
¿Hay tallas para todos?
Tras hacer un pequeño recorrido por la tienda, que tiene varios espacios divididos en tres plantas (dos completas y una entreplanta), estas dos redactoras quisieron probar la experiencia. Ponerse un sujetador de Victoria's Secret tiene ese encanto y soñar con comprarlo (pese a que los precios parten desde los 50 euros) es inevitable.
Al principio había cola, puesto que no es un trabajo que se despache en cinco minutos. Primero pasas al probador, iluminado como para una estrella de cine y con una de sus famosas batas en el interior. Después te vuelven a medir y te traen, sin que tengas que salir, un sujetador básico que te corresponde según esas medidas. La idea es comprobar si te resulta cómoda la talla que se supone que te toca. No siempre se acierta a la primera, hay que comprobar que los elásticos no aprieten, que la copa no desborde.
En uno de los casos, la banda elástica que abrocha el sujetador en la parte posterior era demasiado apretada. A pesar de que, técnicamente, el sujetador quedaba bien, no resultaba cómodo y en un cuestión de horas terminaría molestando. A la tercera prueba se encontró la talla correcta, una poco habitual: la 38A, equivalente a la 100A en España. Pero para sorpresa de la potencial clienta... no había en tienda. Ante la promesa de que en las próximas semanas llegaría, esa redactora se fue con las manos vacías.
En el otro caso, se encontró la talla correcta en el segundo intento. Una 34DD parecía ser la correspondiente pero, a medida que fueron pasando los diferentes modelos, surgió un problema. Ninguno de ellos parecía encajar perfectamente sobre el pecho, causando pliegues o excesos de tela en un lateral de las copas. Todos parecían cómodos, pero no se ajustaban como sí lo hacía el que llevaba puesto de casa. Así que la segunda redactora salió también del probador sin poder cumplir con esa ilusión de ser un ángel de Victoria's Secret.
Al salir de la tienda, la sensación general era que la promesa de inclusividad se había quedado sin cumplir. Sobre todo cuando ambas redactoras tienen, tenemos, cuerpos en apariencia estándar, la pregunta era: ¿existe la normatividad si no hay dos tetas iguales? No todas somos ángeles, pero esa noche quien menos sufrió fue nuestra cartera.
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