La leche no está de moda, en España su consumo lleva cayendo en picado desde 2010. Sin embargo, cada vez más estudios promueven su consumo para una mejora de la salud. Y esta nueva investigación que publica The Lancet es una de las más importantes realizadas hasta la fecha por número de participantes.
El seguimiento de más de 136.000 personas en 21 países durante nueve años ha permitido concluir a los investigadores que el consumo de tres lácteos al día - comparado con un consumo de menos de 0,5 raciones diarias - se asocia con una reducción de las enfermedades cardiovasculares y la mortalidad de entre el 14 y el 23%.
Aunque se estudiaron distintos lácteos, como la leche, el yogur, el queso y la mantequilla, la protección se vinculó más al consumo de los dos primeros, así como a los lácteos enteros en lugar de los desnatados o semidesnatados. Así, los autores, que reconocen las limitaciones del estudio (por ser observacional y basarse en lo que declaran los propios participantes), afirman que los resultados van en línea con los análisis que se habían realizado hasta la fecha.
El seguimiento se realizó a través del estudio PURE (Prospective Urban Rural Epidemiological), que engloba a más de 136.000 personas de entre 35 y 70 años de 21 países. Las dietas se registraron a través de cuestionarios y el seguimiento fue de una media de nueve años. Durante ese tiempo hubo 6.976 muertes y 5.855 eventos cardiovasculares graves. Las raciones que se consideraron fueron de 244 gramos para un vaso de leche de 244 gramos, la misma cantidad para un yogur, una loncha de queso de 15 gramos o una cucharilla de mantequilla de 5 gramos.
Los participantes se dividieron en cuatro grupos, desde los que no tomaban lácteos, los que tomaban menos de uno al día, los que tomaban entre uno y dos y los que tomaban más de dos al día. Y los resultados fueron también muy distintos en los cinco continentes en los que se desarrolló el estudio. El consumo fue mayor en Norte América y Europa (358 gramos al día o cuatro raciones) y menor en Asia, China, África y el sur de Asia (147, 102, 91 y 37 gramos al día respectivamente, es decir, menos de una ración al día).
Por eso, una de las puntualizaciones de la investigación es que los países, especialmente aquellos donde se toman menos lácteos, tienen un amplio potencial en este sentido. “Los resultados apoyan que el consumo de lácteos es beneficioso para prevenir mortalidad y enfermedades cardiovasculares, especialmente en países de ingresos medios y bajos donde los lácteos se consumen menos que en Europa o Norte América”, dice el autor principal del estudio, Mashid Dehghan, de la universidad canadiense de McMaster University.
Comparado con los que no tomaban ningún lácteo al día, el grupo de mayor consumo (con una media de 3,2 lácteos al día) tuvo menos ratio de mortalidad (3,4 frente a 5,6%), menos mortalidad cardiovascular (0,9 frente a 1,6%) y menos enfermedades cardiovasculares (3,5 frente a 4,9%) o ictus (1,2 frente a 2,9%). No hubo grandes diferencias en los ratios de infarto (1,9 y 1,6%). La mortalidad por otras causas también fue mayor entre los que tomaban menos lácteos (2,5 frente a 4%).
Por otro lado, un mayor consumo sólo de lácteos enteros (de media 2,9 raciones diarias), se asoció con menos mortalidad total (3,3 frente a 4,4%) y de eventos cardiovasculares graves (3,7 frente a 5%) comparados con los que tomaban menos de 0,5 raciones al día. El consumo de leche y yogur (más de uno al día) también se asoció a un menor ratio combinado de enfermedad cardiovascular y mortalidad (la leche 6,2 frente a 8,4% y el yogur 6,5 frente a 8,4%), en comparación con ningún consumo. Las diferencias en este caso para el queso y la mantequilla no fueron significativas.
La investigación destaca sobre todo los resultados en cuanto a los lácteos enteros, pues subrayan que se contradicen con las recomendaciones de dos a cuatro raciones de lácteos desnatados o semidesnatados, que minimizan el consumo de lácteos enteros para prevenir las enfermedades cardiovasculares. La base de la recomendación de lácteos descremados se basa, según la investigación, en los presuntos daños que las grasas saturadas tienen en el colesterol. Sin embargo, destacan, hay evidencias que apuntan a que tomar algo de grasas saturadas puede ser beneficioso para la salud y, además, los lácteos enteros tienen otros componentes saludables como aminoácidos, grasas no saturadas, vitaminas k1 y k2, calcio, magnesio, potasio y probióticos.
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