El pasado martes, pese a las protestas de miles de manifestantes, al rechazo explícito de los diputados de la oposición y a las denuncias de la Unión Europea, el Parlamento de Georgia aprobó la ley de agentes extranjeros, que califica así a aquellas organizaciones cuya financiación provenga, al menos en un 20%, de países del exterior, y que las obliga a registrarse como entidades que defienden los intereses de una potencia extranjera. La norma comprende desde oenegés a partidos políticos y medios de comunicación, y se la conoce como ‘Ley Rusa’ por ser una copia de la que Moscú adoptó en 2012 para crear listas negras y silenciar, de facto, a la disidencia política.
La consecuencia principal a corto plazo de su inminente entrada en vigor es que esta ley complica exponencialmente que Georgia, que solicitó su entrada en la Unión Europea tras la invasión rusa de Ucrania y es candidata oficial desde diciembre del año pasado, se integre en la UE, al ser incompatible con la legislación y valores europeos, y abre el camino para que el país caucásico derive hacia un régimen autoritario bajo la influencia de Rusia.
Su aprobación ha provocado que Georgia esté viviendo el momento de mayor tensión político social desde su independencia en 1991. Decenas de miles de personas, en un país de 3,7 millones de habitantes, han salido a las calles de Tiflis y del resto de ciudades para mostrar su rechazo a la ley y demandar la entrada de Georgia en la UE. Las protestas han dejado varios episodios de violencia y represión hacia los manifestantes por parte de la policía, tal y como han reflejado varios medios internacionales. La hostilidad ha llegado, incluso, al parlamento, donde se han producido agresiones físicas entre los diputados.
Sueño Georgiano, el partido que gobierna el país, ha justificado la aprobación de la Ley Rusa subrayando dos cuestiones fundamentales: por un lado, la necesidad de que Georgia combata "los valores pseudoliberales" de Occidente y, por otro, la supuesta falta de transparencia de las organizaciones que, según argumentan, están controladas desde el exterior y podrían intentar desestabilizar las elecciones parlamentarias del próximo 26 de octubre.
El fundador de la formación, Bidzina Ivanishvili, un multimillonario que amasó su fortuna en Rusia durante los años noventa, que fue el primer ministro del país entre 2012 y 2013 y que ahora, como presidente honorario de Sueño Georgiano, mantiene su influencia sobre el Gobierno, ha llegado a afirmar que los líderes de la oposición están "ordenados y dirigidos por sus amos desde fuera".
¿Hacia un nuevo Euromaidan?
La situación actual en Georgia, donde se están produciendo manifestaciones, reprimidas con violencia, a favor de la entrada en la Unión Europea de un país que históricamente ha estado bajo órbita rusa guarda evidentes similitudes con lo que ocurrió en Ucrania hace una década, en el episodio conocido como Euromaidán, la revuelta que estalló en diciembre de 2013 en la que miles de ucranianos salieron a protestar tras el incumplimiento por parte del presidente prorruso Víktor Yanukóvich de la promesa de firmar un Acuerdo de Asociación con la UE. Después de tres meses de protestas en las que más de un centenar de personas perdieron la vida a manos de la policía, Yanukóvich huyó a Rusia en febrero de 2014. El Euromaidán marcó el inicio del declive de las relaciones ucranianas con el régimen de Vladimir Putin, que en marzo de ese mismo año ocupó la península de Crimea, lanzó la guerra en el Donbass y, ocho años después, trató de invadir Ucrania a gran escala.
La ley de agentes extranjeros ya se puso sobre la mesa en 2023, pero entonces fue retirada ante las masivas protestas de la población. Sin embargo, tras el nombramiento de Irakli Kobakhidze como primer ministro en febrero de este año volvió a iniciar su recorrido parlamentario, y ya no se ha detenido hasta su aprobación. El jefe del Ejecutivo ha asegurado que la ley "pondrá término a la radicalización impuesta artificialmente desde el extranjero" y "creará garantías más sólidas para la paz y la estabilidad a largo plazo" en Georgia. Además, Kobakhidze ha acusado a las oenegés de intentar organizar revoluciones en Georgia, de promover «propaganda gay» y de atacar a la Iglesia ortodoxa.
La presidenta del país, Salome Zourabichvili (Georgia es una república semipresidencialista) anunció el sábado en televisión que ha vetado la Ley Rusa: "Por su contenido y su espíritu es rusa, contradice nuestra Constitución, los estándares europeos y obstruye nuestro camino a Europa".
Sin embargo, su veto sólo servirá para demorar el proceso, puesto que ahora volverá al parlamento, que podrá revocarlo con una mayoría simple (76 de los 150 escaños). Teniendo en cuenta que Sueño Georgiano tiene 84, será rechazado y la norma volverá a ser enviada a la presidenta para que la sancione. En caso de que se niegue, lo hará el presidente del Parlamento, y ahí sí entrará en vigor.
Una gran mayoría quiere entrar en la UE
Las elecciones parlamentarias de octubre serán decisivas para el futuro de Georgia. De los resultados que se obtengan dependerá, en buena medida, que el país acabe integrándose en la Unión Europea o se convierta en una nación cuyos gobernantes actúen en función de los intereses rusos. Si la oposición logra hacerse con el poder, la Ley Rusa podrá ser derogada, aunque habrá que tener en cuenta los efectos que pueda tener en los meses previos a los comicios tras su entrada definitiva en vigor.
El líder de la oposición, Leván Jabeishvili, ha asegurado a la agencia Efe que las manifestaciones contra el Gobierno continuarán durante los próximos meses, ya que no se trata de "protestas partidistas", sino de una "iniciativa popular" liderada por los jóvenes del país, que ven en la Unión Europea un modelo de referencia del que quieren formar parte. "Occidente quiere ver a Georgia como su socio en el mar Negro. Pero el Kremlin envía el mensaje, a través de Ivanishvili, de que Rusia tiene el monopolio en toda la región y de que no hay alternativa a Rusia". Diferentes encuestas muestran que una abrumadora mayoría de los georgianos están a favor de la entrada del país en la UE.
Esta semana, Zurabishvili se reunió con los jefes de las diplomacias de Islandia, Letonia, Lituania y Estonia, que se sumaron a uno de los mítines de la oposición como representantes de la Unión Europea. Estados Unidos también se ha opuesto a la aprobación de dicha legislación, mientras Rusia ha negado estar detrás de la ley de agentes extranjeros y ha denunciado la injerencia occidental en los asuntos internos de este país.
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