Cuando se cumplieron 500 años de la conquista española de América, en agosto de 2021, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), rebautizó el hecho histórico y se refirió a los "500 años de resistencia indígena". AMLO, que termina su mandato en octubre, habló entonces de "fracaso" y dos años antes había dicho que aquella conquista se había hecho "con la espada y la cruz" y exigía disculpas del gobierno de España en una carta. Hace unos días, a dos semanas de las presidenciales en las que no compite pero influye, ha reiterado esta demanda. La relación entre España y sus antiguas colonias en América es especial, sobre todo por el hecho de compartir un idioma común. A principios del siglo XXI, España era uno de los países más influyentes en América Latina, pero su relevancia va en declive. En los últimos tiempos es una relación marcada por el populismo de todo tinte ideológico.
Criticar a la antigua metrópoli renta. Incluso en determinados momentos parecía más justificado en caso de expropiaciones como sucedió en Bolivia con Red Eléctrica o con YPF en Argentina. Más aún si hay un choque de paradigmas como el que representan el presidente argentino, Javier Milei, y el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez. Es una reedición a la inversa del enfrentamiento de Aznar primero y luego Rajoy con dirigentes latinoamericanos como Hugo Chávez, Evo Morales o Daniel Ortega.
A Milei le va de perlas responder a los despropósitos del ministro de Transportes, Oscar Puente, en diferido y en tierra española, con un golpe a Pedro Sánchez en lo que más le duele, las sospechas sobre su esposa. Y al líder socialista Milei le deja la pelota preparada para una bola de partido en las europeas porque le permite señalar al enemigo populista en su quintaesencia. Son encontronazos propios de una forma de hacer política en la que se dedica toda la energía a la campaña permanente.
El Rey Juan Carlos contra Chávez
Quien se atrevió a parar los pies al populista más emblemático de América Latina, Hugo Chávez, fue el rey Juan Carlos en la XVII Cumbre Iberoamericana. Hugo Chávez y José María Aznar, mientras fue presidente y después, mantuvieron una extrema rivalidad. Chávez recriminaba a Aznar haber apoyado el golpe fallido de abril de 2002 y le tildaba de fascista día tras día. Y Aznar, incluso como ex presidente, acusaba a Chávez de ser "un caudillo populista" y de ser "un peligro para la región".
En la Cumbre de 2007 Chávez intervino para volver a arremeter contra Aznar y el entonces presidente del gobierno exigió respeto, pero Chávez le interrumpía. Fue cuando el Rey le increpó con su "¿por qué no te callas?". Zapatero defendió a Aznar de una forma que ahora resultaría inconcebible dada la crispación política entre los principales partidos. El Rey también se ausentó cuando habló el nicaragüense Daniel Ortega, en la misma línea de Chávez.
Rajoy expulsa al embajador de Maduro
Con Venezuela la tensión se incrementó durante el gobierno de Mariano Rajoy. El sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, llamó "racista, basura corrupta y basura colonialista" al líder de los populares y jefe del gobierno en funciones. Realizó estas declaraciones en el Palacio de Miraflores.
En alusión al ascenso de Podemos, Maduro dijo: "En España están aterrados porque ha surgido una organización y un liderazgo propios". Y añadió: "Tiembla la oligarquía española como le tembló a Simón Bolívar que hace 200 años los expulsó a bayoneta limpia, tiembla la oligarquía colonialista y racista de Rajoy y de todos ellos".
El embajador en Madrid, Mario Isea, fue llamado a consultas primero y luego declarado "persona non grata". Tuvo que dejar España en 2018.
Lo que dolió a Maduro fue que la Unión Europea impusiera sanciones a siete dirigentes chavistas. La UE les impedía entrar en su territorio. El régimen de Maduro atribuyó al gobierno de Rajoy esta iniciativa. Precisamente España violó esas sanciones en enero de 2020 cuando dejó entrar en su espacio aéreo al avión en el que viajaba la número dos del régimen, Delcy Rodríguez, un incidente en el que estuvo implicado el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos.
La reacción del gobierno de Rajoy fue similar a la del gobierno de Pedro Sánchez, que acaba de retirar a la embajadora de España en Argentina, María Jesús Alonso Jiménez, después de que Milei no solo no retirara sus declaraciones difamatorias contra la esposa del presidente del gobierno sino que le acusó de ser un cobarde porque salieron en su defensa las mujeres de su gobierno. Y va in crescendo: este martes Milei, a quien llaman El Loco, le recomendaba a Sánchez ir al psicólogo.
La cuestión es que Milei tiene otra visita prevista el 21 de junio para recibir un galardón en la Cena de la Libertad en el Casino de Madrid, y el gobierno puede plantearse declararle persona non grata con la intención de impedir que entre en el país.
Insultos al Rey sin consecuencias
Sin embargo, en otras ocasiones las disputas verbales no han conllevado consecuencias diplomáticas. El Rey Felipe se ha visto envuelto en varias. En 2022 el líder venezolano, Nicolás Maduro, criticó duramente al monarca tras una visita a Puerto Rico, donde defendió la presencia de España en la conquista. "Aportó las bases del Derecho Internacional o la concepción de los derechos humanos universales", había dicho Felipe VI. Maduro replicó: "Es lamentable que el Rey de España en pleno siglo XXI avale el genocidio, los crímenes, las violaciones y los asesinatos de millones de hombres y mujeres".
Un año antes, Diosdado Cabello, uno de los hombres fuertes del chavismo, llamó "vago" al Rey, en respuesta a su elogio al gobierno colombiano por acoger a millones de venezolanos. Estas arremetidas verbales, en tiempos del gobierno de Sánchez, se dejaron pasar sin que el gobierno actuase contra el régimen venezolano.
En el caso de Colombia el Rey vio cómo en la toma de posesión de Gustavo Petro, en agosto de 2022, se rendía homenaje a la espada de Bolívar. El Rey permaneció sentado, cuando un grupo de militares desfiló con ella. Petro dio la orden de que esta espada, que es un símbolo para la guerrilla M-19 a la que perteneció el actual presidente en su juventud, formara parte del acto, algo que no hizo su predecesor Iván Duque.
Cuando Gustavo Petro, ex guerrillero y primer presidente de izquierdas en la historia de Colombia visitó España fue condecorado por el Gobierno de Sánchez. El grupo parlamentario de Vox se ausentó de la sesión en el Congreso en la que intervino Petro, al que considera "un terrorista no arrepentido".
Con México la situación se agravó en febrero de 2022 hasta el punto de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió "una pausa" en las relaciones con España. "Para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista. Queremos tener buenas relaciones con todos los gobiernos del mundo, pero no queremos que nos roben", dijo AMLO, que tiene a España como uno de sus mantras recurrentes.
Como decía el historiador Ernesto Krauze a El Independiente, "la relación entre los pueblos español y mexicano se ha fortalecido desde la transición para acá, pero los gobiernos utilizan la polarización, azuzan contra enemigos externos".
Esta afirmación podría extenderse a otros gobiernos de uno y otro lado del Atlántico. Falta una base sólida en las relaciones que permita que estén más allá de los vaivenes ideológicos. El vínculo entre Estados Unidos y el Reino Unido se mantiene esté quien esté en el poder. No pasa igual con España y Latinoamérica. Y eso es perjudicial para todos.
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