Cuando las instituciones necesitan algo más que política, el perfil de los tecnócratas cobra fuerza. Y más si llevan a sus espaldas varias batallas ganadas. Es el caso de Mario Draghi, el hombre que salvó al euro y que recondujo a Italia en la peor pandemia del siglo. Su nombre sonaba -hasta antes de las elecciones europeas- para suceder a Ursula Von der Leyen al frente de la próxima Comisión. A su favor estaba el apoyo del presidente francés, Emmanuelle Macron, y el reconocimiento de su labor al frente del Banco Central Europeo (BCE).

Draghi no está desconectado de las instituciones europeas, al contrario. En diciembre del pasado año, Von der Leyen le encargó un informe sobre la competitividad europea. Hacer frente a las empresas de Estados Unidos y de China se ha convertido en un objetivo común para las compañías de la Unión Europea. Unir esfuerzos e invertir recursos de forma conjunta es la respuesta para muchos de los retos que tiene ahora mismo la UE, no solo en términos de competitividad empresarial, también como respuesta a las crisis geopolíticas o a los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial.

El economista italiano tendrá que entregar este informe después de las elecciones europeas, lo que le despeja la mesa de trabajo para asumir un puesto de responsabilidad en la próxima Comisión. Además, ¿quién mejor que él para poner en práctica las recomendaciones para mejorar la competitividad?

Fuentes comunitarias descartan el interés de Draghi en un puesto en las instituciones. Él mismo lo dijo en diciembre: “No estoy interesado en un puesto en las instituciones, ni en Italia ni en el extranjero”. Tampoco se ha pronunciado de forma favorable la que podría ser su mayor valedora en el Consejo europeo, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que tildó de “filosófico” el debate sobre si Draghi podría presidir el gobierno comunitario tras los comicios.

Sin embargo, el italiano podría haber sido un candidato de consenso entre socialistas y populares tras las elecciones, aunque los comicions han aclarado el camino para Von der Leyen. “Tiene la credibilidad de intentar y convencer (a otros países) de la capacidad de las inversiones a largo plazo y de la necesidad de las inversiones conjuntas, lo que es un gran reto”, comentaba el eurodiputado francés Pascal Canfin, en una entrevista con Politico.

Whatever it takes

No hubiera sido la primera vez que Draghi asumía un reto de estas características. Su labor al frente del BCE pasará a la historia por una frase: “Whatever it takes”. Tras ser gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi se aseguró de hacer “todo lo que hiciera falta” para salvar al euro en mitad de la crisis financiera.

Draghi se convirtió en banquero central con un sector financiero muy débil tras la gran recesión de 2008, con algunas economías europeas rescatadas y otras, con deudas muy abultadas y situaciones muy complicadas. Con un mandato marcado por las bajadas de los tipos de interés, el objetivo era salvar al proyecto de la moneda común.

No solo lo consiguió, sino que su frase se ha repetido por líderes de todo el mundo, incluido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la ha pronunciado. El Ejecutivo la transformó en “no dejar a nadie atrás” durante la pandemia del coronavirus.

Al frente de la política italiana

En 2021, aceptó el encargo del Presidente de la República de Italia, Sergio Matarella. Se convirtió en primer ministro con varios objetivos difíciles de alcanzar: "Vencer a la pandemia, completar la campaña de vacunación, ofrecer una respuesta a los problemas del día a día, y relanzar el país” , afirmó en una rueda de prensa.

Logró, de nuevo, reconducir al país e Italia se convirtió en “la economía del año”, según The Economist. "Con Mario Draghi, Italia cuenta con un primer ministro competente y respetado internacionalmente. Por una vez, una mayoría de sus políticos ha enterrado sus diferencias para dar su apoyo a un programa de reformas que van a permitir que Italia acceda a los fondos de recuperación europeos. La tasa de vacunación contra el Covid es de las más altas de Europa. Y después de un 2020 en dificultades, su economía se está recuperando a mayor velocidad que la francesa o la alemana... Italia es un sitio mejor ahora que en diciembre de 2020", indicó entonces el semanario británico.

En verano de 2022 y tras perder el apoyo de la coalición que sostenía su gobierno, Draghi presentó su dimisión y abocó al país a unas elecciones anticipadas que convirtieron a Giorgi Meloni en la sucesora del banquero.

Sentido de la responsabilidad

Los últimos encargos que ha recibido Draghi han demostrado su sentido de la responsabilidad y su buen hacer ante grandes crisis, ya sean políticas, económicas o incluso sanitarias. Nacido en Roma en 1947, se quedó huérfano a los 15 años y fue educado por los jesuitas. Esta educación, fundamentada en el trabajo por el bien común, ha marcado el hacer profesional del italiano.

Licenciado en Economía en la Universidad de La Sapienza y con un máster en el MIT en Boston con Franco Mogliani y Robert Solow, se doctoró y luego fue profesor universitario en Trento, Padua, Venecia y Florencia. Entre 1991 y 2001 fue director general del Tesoro. También fue presidente del Comité de Privatizaciones.

En 1998 avaló una ley, llamada ley Draghi, sobre las condiciones de las OPA (oferta pública de adquisición de acciones). Es uno de los artífices de las privatizaciones en Italia. Pasó por el Banco Mundial, Goldman Sachs, hasta recalar en el Banco de Italia como gobernador (2005 a 2011), antes de dar el salto al BCE y pasar a la historia como el salvador del euro.