Las últimas elecciones generales hicieron que el Congreso de los Diputados inaugurado en agosto del año pasado contase con un 44% de mujeres entre sus representantes. Las mismas que en la anterior Legislatura XIV, un total de 154. Un segundo récord nacional, frente a las 166 presentes en la legislatura fallida, por la incapacidad de conformar gobierno, de mayo a septiembre de 2019, la trece. Ese impulso se ha reflejado en los últimos años en la Unión Europea. Al menos en lo que a la delegación española se refiere.

Con el Brexit, la reestructuración porcentual de los eurodiputados que pasaba a aportar España, de 54 a 59, y las entradas y salidas producidas hasta hoy, los partidos españoles consiguieron conformar la sucursal nacional más igualitaria de la historia del país. Algo que, ahora, directamente en las urnas, se logrará con el voto de los ciudadanos.

Es decir, en las elecciones de mayo de 2019, de los 54 escaños vacantes, hubo un reparto de 33 a 21 en favor de los hombres, que, con esos cambios mencionados, ha pasado a un 30-29 para las eurodiputadas. Ahora, con la ampliación del Parlamento Europeo, España reparte 61 europarlamentarios. Según el último grueso de encuestas publicado antes de las elecciones, de media, el reparto sería de 23 escaños para el PP, 20 PSOE, 6 Vox, 4 Sumar, 2 Podemos y 1 Junts, Coalición por una Europa Solidaria (CEUS) y la agrupación de electores de Alvise Pérez, Se Acabó la Fiesta (SALF). A esta última la potencia el CIS. El balance, por tanto, estimado, es de 30-31 para los hombres en este 2024. De no entrar Alvise, al que unas encuestas la avalan en detrimento de otras, la balanza podría beneficiar a las mujeres si ese escaño recae en el PSOE, Sumar o Junts. Invirtiendo la cifra.

Con ese reparto estimado, y de acuerdo a las listas presentadas, los populares y socialistas aportarían 11 europarlamentarias cada uno frente a sus cuatro, el PP, en 2019, y 9 el PSOE ese año. Vox pasa de una a dos, Sumar y Podemos conjuntamente mantienen los tres el espacio común anterior, el CEUS resiste con una mujer y Ahora Repúblicas pasa de una a dos, según la media de sondeos. Esa proporción, aunque hace perder uno respecto ahora a las eurodiputadas, es superior a la surgida íntegramente en las urnas en 2019. No se descarta, con todo, que pueda haber variaciones después. A nivel europeo la tendencia es similar, de crecimiento: desde un 15,2% en 1979 a un 39,3% en esta legislatura que ha expirado. Son datos de la propia UE.

Respecto a las elecciones de 2019, el número de eurodiputadas directamente electas aumenta de 22 a 30, un 10,29%

Este paso de España no va guiado aún por la Ley de Paridad del Gobierno, que está bajo trabajo parlamentario y que apunta a aprobarse este año. Pero sí por la voluntad de los partidos políticos. El PSOE lleva años configurando sus listas intercalando nombres masculinos y femeninos, como cremallera. Algo que será obligatorio por ley, mediante listas cremallera. Vigente está ya en Francia, lo practican los Verdes en Alemania o los socialdemócratas suecos. Lo ha puesto en práctica íntegramente CEUS, donde están PNV y Coalición Canaria; aproximadamente Podemos; y el PP amaga con ello aunque parte con tres mujeres en sus puestos de salida consecutivos.

Junto a ello, clave es el dato de candidaturas presentadas y más las que tienen opciones de conseguir escaño según el grueso de sondeos: la mayoría lideradas por mujeres. Trece de un total de 34 papeletas las lideran perfiles femeninos, y de ellas, seis optan a entrar en la Eurocámara. Son Dolors Montserrat, del PP; Teresa Ribera, del PSOE; Estrella Galán, de Sumar; Irene Montero, de Podemos; Diana Riba, de Ahora Repúblicas; y Ohiane Agirregoitia, de CEUS. Optan solo como candidatos masculinos Jorge Buxadé, de Vox, Toni Comín, de Junts, y Alvise Pérez, de SALF. Todos salvo este último apuntan a una entrada clara en todos los sondeos.

Si se atiende a la campaña anterior, de hace cinco años, de los candidatos que consiguieron representación solo dos fueron mujeres: Montserrat y María Eugenia Palop, de la coalición de Podemos e IU. Josep Borrell (PSOE), Luis Garicano (Ciudadanos), Buxadé, Oriol Junqueras (Ahora Repúblicas), Carles Puigdemont (Junts), Izaskun Bilbao (CEUS) y Jordi Sebastià (Compromís) fueron mayoría.

Contraste claro con 2014

La diferencia es más clara con la convocatoria de hace diez años, en esas en las que Podemos irrumpió con cinco eurodiputados en el plano político internacional, pero también nacional. La evidencia, como ilustra la foto principal de esta información es clara. De las candidaturas con representación, solo una estuvo liderada por una mujer: Elena Valenciano, del PSOE. El PP apostó por el exministro de Agricultura y Medio Ambiente Miguel Ángel Cañete; Podemos por Pablo Iglesias; IU por Willy Meyer; UPyD por Francisco Sosa; la unión de PNV y la extinta Convergencia, entre otros, por Ramón Tremosa; José María Terricabras lideró a ERC, Iosu Juaristi; Javier Nart a Ciudadanos y por Compromís repitió Sebastià.

Ninguna mujer ha liderado una candidatura desde 1987 a 2009. Y su representación en Europa no ha sido superior al 33%

Si en esta convocatoria de 2024 encabezan 13 mujeres el cómputo de listas, con 39 candidaturas en 2014, solo lo hicieron seis con la única irrupción de Valenciano. Si se atiende, además, a las eurodiputadas españolas que albergó Bruselas, se aprecia un cambio significativo. Ante las 30 estimadas ahora, entonces fueron 22 frente a 32 hombres, un 40-60% aproximadamente. Ahora es del 49-51%. Solo falta ver uno de los debates.

Sin protagonismo hasta 2009

Ninguna candidatura fue encabezada por mujeres desde la entrada de España a la Unión Europea en 1985; en los seis comicios que acontecieron entre 1987 y 2009. En las listas el peso masculino es patente:

En las de 1987, de 58 puestos a repartir, solo cinco mujeres entraron con escaño. Dos del PSOE, Ana Miranda Lage y Bárbara Dührkop; Concepción Ferrer, de CiU; Carmen Díez de Rivera, del CDS; y Carmen Llorca, de Alianza Popular. En 1989, a ellas se unieron tres más, hasta alcanzar los ocho puestos de 60. Son Teresa Domingo de IU, Guadalupe Ruiz-Giménez, del CDS, y María Izquierdo, del PSOE.

En 1994 aumentó a 64 el cupo español. Y notablemente los cargos femeninos electos, a 21. Entre ellas destacan nombres como Celia Villabos o Ana de Palacio, del PP. La línea ascendente continúa en las del 1999, con 22 mujeres. La exministra de Agricultura de Aznar, Loyola de Palacio, o la ahora número dos de Izquierda Española, entonces por el PSOE, Soraya Rodríguez, y Rosa Díaz, también por esas siglas, pueden mencionarse. Valenciano también estaba ya presente. La proporción se mantuvo con la reducción a 54 bancadas en 2004 y 2009, con 18 mujeres: Iratxe García, dos de Ribera ahora; o Luisa Fernanda Rudi, del PP (no repitió en 2009); la socialista Magdalena Álvarez o Izaskun Bilbao, ahora candidata, destacan. Hasta 2014 no superaron el 33% de representación en la delegación española, partiendo de un 8,64% base en 1987.

Según datos del último CIS de este lunes, las mujeres tendrán un papel esencial en el resultado de las elecciones europeas por varios datos. Hay casi un 10% más de indecisas que de hombres dudosos: el 14,5% de los varones así se manifiesta frente a un 23,5% de las mujeres. Lo que, ante una movilización clara, puede inclinar la balanza en favor de la izquierda y la resistencia del PSOE, o de la derecha, con un PP que de la puntilla y se desligue del empate técnico al que parece estar orientado según las encuestas privadas. El recuerdo de voto femenino, apunta a un 14,5%, que ahora se encontraría en un 2,5% ante esa indecisión. Ribera, que apunta a convertirse en comisaria europea, es la más valorada.