Luis Pérez (Sevilla, 1990), más conocido por el sobrenombre de Alvise, se ha colado en todos los sondeos electorales con mayor o menor peso. La media de estudios privados le otorga la posibilidad de entrar con un cargo, el suyo, a través de la agrupación de electores Se Acabó La Fiesta (SALF), aunque el CIS le atribuye una ventaja superior a la de nacionalistas, independentistas e incluso Podemos. Está por ver si las previsiones de convertirse en eurodiputado en Bruselas se materializan este domingo, o todo queda en un sueño frustrado de quien dice odiar los partidos políticos y sus fines.

La trayectoria de Alvise, de 34 años, es de vaivenes. Hijo de un empresario y una ama de casa, profesionalmente se define como analista y consultor político, aunque no tiene titulación, como asegura en esta entrevista de 2021. Al terminar el instituto tuvo que cuidar a su abuela, por lo que optó por un doble grado de Ciencias Políticas y Administración Pública a distancia, por la UNED. Con 22 años dio el salto a Leeds (Reino Unido) para trabajar en la sección de comunicación y llevar las redes del Instituto Cervantes. Allí comenzó la carrera de Filosofía Política y Economía. Se afilió desde el extranjero a UPyD en un afán de 'liquidar' el bipartidismo y se prestó como voluntario. Reforzó su componente liberal participando después en las juventudes de los liberales británicos. Pero, en 2017, con la fragmentación real en España y Ciudadanos como sucesor del espacio magenta, Alvise se comprometió con los naranjas.

En UPyD tejió relaciones con perfiles como Toni Cantó, de cuyo grupo en las Cortes Valencianas formaría parte posteriormente. Primero integrado en el departamento de comunicación y, poco después como jefe de Gabinete. Fue producto de un proceso de selección, dice. Desde el salto de Cantó a Madrid, Alvise se desentendió de la política directamente: dejó su cargo y se mudó a la capital, donde residía su hermano. Tiene tres mayores que él. Las responsabilidades como jefe de Gabinete no eran de su agrado, y aunque no tenía una formación expresa, su forma de trabajar gustó en Ciudadanos. Él mismo ha reconocido públicamente que, tras estar presente en tres campañas electorales [no determina cuáles, pero serían unas nacionales, otras valencianas y otras europeas en 2019] le han servido para adquirir competencias, experiencia y saber gestionar equipos.

Con ese espíritu afronta la campaña de europeas que el viernes llega a su fin. Se juega un todo o nada el domingo en las urnas, tras poner en práctica un tipo de estrategia casi por completo digital. Aunque la presencia en la calle ha existido, con reparto de "un millón ya" de papeletas [dado que no se fía de que estén presentes en todas las mesas nacionales] o presencia en stands para interactuar con los votantes. Quiere seguir la estela marcada por outsiders de la política que han probado suerte, desde el empresario José María Ruiz-Mateos, pasando por el Pequeño Nicolás, y hasta llegar a Pablo Iglesias. Un profesor de universidad, con reconocimiento público y televisivo como tertuliano, que pasó a ser el líder de la tercera fuerza nacional entre 2016 y 2019. El objetivo es el mismo: enfrentarse a "las élites criminales", en este caso europeas.

A diferencia de Iglesias, Alvise, aunque personalmente se desvincula de la extrema derecha y sí se ubica en el espectro liberal, procede del costado derecho del eje ideológico clásico. Interactúa con el votante y los satélites de Vox, con la presencia continuada y el reconocimiento en redes sociales, arena que en los años se ha derechizado. Se relaciona con otros entes como Desokupa y ha coincidido con todas las corrientes afines a los de Abascal en las protestas de Ferraz a raíz del caso Koldo.

Las agitó desde sus perfiles e intentó capitalizar el descontento; también contra la intervención de la policía. La lucha contra la corrupción ha sido su fuerte y vehículo de difusión de contenidos hasta el momento, aunque muchos de dudosa consistencia. Además, comparte percepciones, objetivos y fórmulas discursivas con Vox. El reforzamiento contra la inmigración irregular, la inseguridad o las políticas de género son otros asuntos en su discurso, aunque se excusa que eso lo ha defendido Ciudadanos en el pasado sin ser etiquetado de ultraderecha.

Sus votantes hablan de esos temas como se muestra en el spot anterior difundido por el activista en sus redes. Una promoción que emula a los de Abascal en la épica de la música y en los planos de calidad grabados profesionalmente que escapan a otras formaciones como, por ejemplo, ahora en Ciudadanos. Son recurrentes en su canal breves clips de vídeo con un centenar de jóvenes alentándolo de fondo.

Con Vox estuvo vinculado desde 2019 de una u otra manera, no públicamente, pero sí por la relación con algunos de sus integrantes o el buen trato en redes. Pero, tras la pandemia, en 2021, Alvise pasó a la agresión directa a figuras del partido, como el médico y ya exdiputado Juan Luis Steegmann. Una mezcla entre lo personal con Steegman y el rechazo a sus llamadas a la vacunación -que le hicieron también tener problemas con integrantes de Vox, como el doctor ha reconocido recientemente- abrieron la brecha. Alvise inició una cruzada atacando a Steegmann y le acusó de cobrar de las farmacéuticas para promover las vacunas. Vox, comprometido con su cargo y con la libertad de cada persona para optar o no a las vacunas, publicó expresamente un comunicado desmintiendo esas acusaciones:

Pugna con Vox por la movilización

Ahora Alvise compite con Vox más que con ningún otro partido. Tanto directa como indirectamente. Según datos del último CIS antes de las elecciones, un quinto de los votantes de Jorge Buxadé en 2019 optan ahora por Alvise. Eso supone una transferencia directa de unas 253.000 papeletas. Insuficientes de por sí para lograr un escaño cuando el mínimo va de entre 350.000 y 400.000 aproximadamente. Sí sumaría con el 5% que robaría al PP según el organismo de Tezanos, cuestionado especialmente por su cocina en favor al PSOE, pero no tanto por la recolección de microdatos como estos. Es la única encuesta que ofrece tanto detalle públicamente. Con esas fugas populares previstas, de 225.000 votos, alcanza casi el medio millón.

Abascal, en la jornada siguiente al polémico acto en Vistalegre con Javier Milei, determinó los nichos electorales en los que busca incidir Vox este 9-J: los jóvenes, que como en Cataluña tiene en estima el partido, consideran que es el futuro del crecimiento de la marca en los próximos años, y en los abstencionistas y descontentos. Esos dos públicos, para el CIS, prefieren de igual manera a Buxadé que a Alvise. Muy ligeramente por encima al primero, con una legislatura de asiento en Bruselas. Con un abstención de más de 12,5 millones de personas, Vox araña un 8,8% (1,1 millón) y Alvise un 8% (1 millón). Con 408.284 nuevos votantes jóvenes, los primeros inciden en el 11,8% (48.200) y Alvise en el 11,2% (45.800). Cifras muy parecidas que perjudican a Vox. De hecho, Alvise presume de haberse rodeado de supuestos asesores de Milei para esta campaña. Además, como Vox, el patrón de voto masculino es patente.

Alvise arrebata 253.000 papeletas de Buxadé en 2019 y 590.000 de Abascal de las pasadas generales. Incide casi igual que Vox en jóvenes y abstencionistas

Si se atiende al CIS, pero con las últimas generales de fondo, las cifras son peores para Vox. Un 19,3% incide Alvise: 590.000 votantes directos, lo que es un escaño más que garantizado. Aunque Vox ligeramente le supera entre los jóvenes que no pudieron votar el 23-J pero sí ahora, Alvise triplica a Sumar: un 4,8 frente a un 11,1%. El abstencionista de las generales aquí sí prefiere al activista. 851.000 (6,8%) irán a Vox y 952.000 (7,3%) a SALF. El patrón con Vox, igualmente, se aproxima en el sexo del votante de Alvise: solo el 30% es mujer.

La competencia con la formación ultraconservadora también se juega en las redes sociales. De los 800.000 seguidores en Instagram y 400.000 de Telegram de Alvise, muchos son seguidores de Vox. A prueba están dos modelos de gran comunicación audiovisual en estas plataformas, pero también una apuesta a doble canal, presencial y virtual, y una claramente orientada y de forma personalista a las redes. Hasta el momento, ni si quiera Podemos ha conseguido representación apostándolo todo a sus redes. De ahí que esporádicamente Alvise a la calle con esos mostradores o repartos de papeletas mencionados.

La preocupación es moderada en Vox, aunque patente, según fuentes del partido. Porque esos pocos miles de votos que no crece Vox, dicen, benefician el porcentaje de la izquierda y el PP. Cabe destacar que entre las bazas electorales para llegar a los jóvenes, está el sorteo integro de los sueldos de Bruselas cada mes entre sus seguidores. Unos 2,4 millones de euros aproximadamente por la legislatura completa. Algo que choca con los rumores de que cuenta con deudas a raíz de varios litigios judiciales.

Construido en las redes

Una de las dudas que rodean a la candidatura de Alvise es qué ámbitos de financiación posee. Hay quien apunta a figuras vinculadas al sector de la energía, aunque sin demasiada certeza. Lo que está claro es que Alvise juega con la desinformación como principal baza y como vehículo para agitar al público contra la élite política. Algo que alaban partidarios, al considerar por buenas las informaciones a las que añade su marca de agua, pero que desprecian sus detractores. La izquierda, pero también la casta mediática, son sus antagonistas. En un discurso enmarcado en el nosotros-ellos, de claro manual populista.

Como independiente Alvise afirma haber trabajado brevemente en una consultora política exitosa cuatro meses hasta su salida en plena pandemia. Ha colaborado con varios lobbies y también con entes afines a Vox como Hazte Oír, a quien una sentencia judicial liga a la secta El Yunque. Entre sus campañas más reconocidas están la llevada contra Pedro Sánchez tras el confinamiento, con cartelería en el que se mezcla la original del PSOE en la campaña del 10-N con el lema "obedece". Es premio 'a la libertad' por entidad que dirige Ignacio Arsuaga.

Objeto de fake news han sido el exministro de Sanidad y ahora aspirante a president de Cataluña, Salvador Illa. Pero también Manuela Carmena. Del primero difundió una falsa PCR positiva antes de un debate electoral de 2021 en la primera candidatura a la Generalitat. En la misma entrevista a La Razón citada al inicio admite que solo se hizo eco de ello, pero que la borró después "cuando me di cuenta de que era falso". Fue uno de los que compartieron con el mismo modus operandi el vídeo de Jenni Hermoso en el autobús del equipo bromeando tras el beso no consentido de Rubiales. Se llegó a apuntar de contactos en la Federación y filtraciones interesadas para favorecer al entonces presidente.

Esta forma de viralizarse en redes le ha conllevado problemas legales, denuncias y causas, algunas aún pendientes en los tribunales. Entre los nombres de relevantes denunciantes está el ministro de Transportes, Óscar Puente; su antecesor José Luis Ábalos, la periodista Ana Pastor o la hija del presidente Sánchez. En una entrevista reciente con El Independiente Alvise reconocía que no oculta que entre las pretensiones de su escaño está la búsqueda de la inmunidad judicial: porque dice que es víctima de una "persecución" de algunos poderes del Estado. Esta claridad contrasta con la página web, en la que no hay posibilidad de ver medida o propuesta alguna.