No son buenos tiempos para la clase media. En realidad, nunca lo han sido. Cada día hay que levantarse, afrontar vicisitudes que nos superan, esperar que no haya incidencias destacables, no caer en demasiadas deudas, conservar el precario puesto de trabajo…
El tiempo va pasando más rápido de lo que quisiéramos y, de repente, nos encontramos con que cierran la empresa, con que un mastodonte comercial compra el negocio y, seguramente, nos pondrán de patitas en la calle, con que los precios suben y los sueldos bajan, con que surgen gastos imprevistos…
Y llega un momento en el que tu cerebro (y tu corazón) no lo soporta y se le ocurre una idea descabellada. Porque para eso hemos visto mil películas que nos dicen que somos héroes anónimos y estamos dispuestos a cualquier cosa.
Una de ellas, podría ser, por ejemplo, el secuestro del hijo de un ministro que también es negociante, pero que tiene las trazas de destrozarnos el modus vivendi. Y de ahí parte esta hilarante comedia de Fran Nortes, donde se pierde la conciencia, pero no la risa, donde se sufre el peso de los actos, quizás, poco reflexivos pero a los que ya hay que asumir en sus consecuencias.
Enredo e intriga
No podemos permitir que por unas comisiones aquí, unos intereses allá, una especulación controlada acullá nos veamos en casa de los suegros, o donde nos acojan, porque han naufragado nuestros ingresos y nuestro puesto de trabajo.
Por eso la necesidad de reírnos de nuestras propias desgracias, llevando al límite una situación impensable, pero no del todo inverosímil.
Comedia de enredo, con algo de intriga, de reivindicación de opciones sexuales diversas, con las consabidas relaciones de pareja, elementos de crítica política, con la desesperación como algo cotidiano, pero también, la búsqueda de agarrarse, aunque sea, a un clavo ardiendo.
Es ágil, muy divertida, familiar, y con una interpretación más que notable por parte de Carlos Chamorro y Leo Rivera, que nunca defraudan ninguno de los dos, y el buen hacer de Diana Lázaro, Carlos Heredia y Óscar Lasarte.
Un golpe de suerte
Se elevan sobre sus personajes haciéndolos creíbles aunque no lo sean sus acciones, disponen de recursos suficientemente histriónicos o comedidos, según, para despertar la simpatía, para también hacernos reflexionar sin perder la sonrisa, para conseguir que una tarde de teatro se convierta en la evasión de nuestras propias preocupaciones y miserias.
Nos resultan cercanos, los tenemos en nuestro bagaje social, y como es El secuestro, vienen a nuestro rescate, iluminan nuestras anodinas vidas, se muestran diferentes porque a nosotros ni se nos pasa por la cabeza cometer deslices o saltarnos las leyes establecidas. Somos humanos dócilmente domesticados que, aunque podamos manifestarnos, nuestras batallas se deben ganar colectivamente, y en eso confiamos.
En que nadie especule con nosotros, en que todos sean, al menos, tan honrados como nosotros, en que mañana, quizás, un golpe de suerte nos haga ver un amanecer esperanzador y sonriente.
Lo digo muchas veces y lo repito. Mientras tanto, el teatro nos salva.
El secuestro
Elenco: Carlos Chamarro, Leo Rivera, Diana Lázaro, Carlos Heredia, Óscar Lasarte
Música: Carlos Dalton
Escenografía: Asier Sancho
Director: Fran Nortes
Una producción de Antonio Fuentes (Teatro Lara) y Tio Caracoles
En el Teatro Lara de Madrid hasta septiembre
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