Poco a poco, el misterio de cómo es la cara oculta de la Luna se va resolviendo. La sonda china Chang'e 6 ha aterrizado hoy en la región septentrional china de Mongolia Interior, trayendo consigo las primeras muestras recogidas de la superficie oculta del satélite. Tras un prolongado viaje de ida y vuelta que ha durado 53 días, ha traído unos dos kilos de muestras de roca de la cara oculta de la Luna.

La diosa Chang'e de la mitología china da nombre al programa que lleva desde 2007 explorando la superficie de nuestro satélite y que logró traer muestras de su cara visible en 2020. Ahora, los científicos podrán comparar las rocas de la cara oculta con las recogidas previamente en la visible, en aras de una explicación que muestre el por qué de la amplia diferencia entre ambas caras.

¿Cómo ha actuado la sonda?

Chang'e 6 extrajo las muestras de su lugar de alunizaje: la Cuenca Aitken-Polo Sur, una de las estructuras de impacto más grandes y antiguas del sistema solar. Con un diámetro de aproximadamente 2.500 kilómetros y otros 13 de profundidad, la región explorada es rica en depósitos de minerales y elementos volátiles, lo que podría proporcionar información sobre la actividad volcánica de la Luna. Asimismo, podría contar con hielo de agua en la superficie de algunos cráteres que se hallan permanentemente a la sombra.

Los desafíos a los que la sonda se tuvo que enfrentar durante la recogida de muestras, entre los que destacan las altas temperaturas y las limitaciones comunicativas con la base terrestre, hicieron que la Chang'e 6 tuviera solamente 14 horas para recabar las muestras.

El futuro de Chang'e

China, el único país que hasta ahora ha alunizado el lado oculto de la Luna, dedicará las dos próximas misiones Chang'e a la exploración del polo sur del satélite, donde tiene previsto construir una base de exploración científica junto con Rusia. La misión Chang'e 7, programada para llegar al polo sur lunar en 2026, buscará depósitos de hielo de agua, mientras que la Chang'e 8 explorará en 2028 posibles usos de los recursos descubiertos por su predecesora, asentando las bases para una posible exploración tripulada en 2030.

Aun así, los científicos chinos primero han de ponerse de acuerdo respecto al cómo difundir sus hallazgos. Pese a que estos reconocen la importancia de escribirlos en su lengua materna, les resultará más sencillo que estos se publiquen en prestigiosas revistas occidentales de hacerlo en inglés.