A menos de una hora de Madrid y bajo los muros de la antigua Real Fábrica de Paños del siglo XVIII se encuentra el hotel Castilla Termal Brihuega, el quinto establecimiento de una cadena de lujo con un fuerte plan de expansión. Abierto el pasado mes de septiembre, durante las primeras semanas de julio es testigo directo de la floración de los campos de lavanda que rodean la localidad situada en Guadalajara.
Miles de visitantes se acercan a la conocida como la 'Provenza española' atraídos por los mantos de un color morado con el que también se engalanan las calles del municipio en el que julio es temporada alta. "Pero nosotros no vivimos solo de la lavanda; es un atractivo importante que nos viene bien, pero tenemos que estar activos los 365 días del año", explica Carolina González, directora de Operaciones de la hotelera Castilla Termal.
Con 78 habitaciones, las diferentes estancias de este cinco estrellas mantienen los nombres de las salas de la antigua Real Fábrica de Paños para guardar el encanto del inmueble inaugurado por el rey Fernando VI. Tras una profunda rehabilitación, se han mantenido vigas de madera, piedras y otros elementos arquitectónicos singulares de este ejemplo de la arquitectura industrial del siglo XVIII.
Las habitaciones se dividen en tres categorías; superiores, deluxe y junior suite. Además, cuenta con un salón con capacidad para 220 personas bautizado como Las Hilanderas, en honor a uno de los oficios tradicionales de la Real Fábrica de Paños. "De lunes a jueves nos enfocamos mucho en el cliente de empresa, cliente mice de alto standing", comenta González. Sobre todo, de compañías madrileñas que deciden acudir al complejo para realizar eventos o reunir a sus empleados. El hotel organiza para ellos actividades como visitas guiadas a viñedos.
Aunque tienen público extranjero -sobre todo americanos y británicos-, están volcados con el cliente nacional, que los viernes y fines de semana acude principalmente por motivos de ocio (leisure). Tras varios meses abierto, el hotel celebró hace escasamente una semana su primer convite de boda para más de 200 invitados.
La zona de restauración ocupa el antiguo patio central del edificio, apodado como 'La Redonda', y que ahora está cubierto por una amplia bóveda de cristal. Bajo un gran árbol central se sitúa la barra de bar-cafetería y, junto a ella, se sirve un desayuno-buffet con productos locales y la posibilidad de pedir platos a la carta. Además, hay una zona de restaurante con una cuidada carta que combina entrantes con verduras del entorno y principales como el pichón braseado o el rodaballo con alioli de ajo asado. Todo acompañado del vino Converso, elaborado con las uvas de los viñedos del Monasterio de Valbuena, en el corazón de la D.O. Ribera del Duero.
Con una plantilla de 75 personas -fundamentalmente de la comarca- el hotel no tiene personal externo. Sí recurre a una paisajista, María Morera, que se encarga del jardín de estilo romántico que rodea la parte exterior del edificio. "Al ser patrimonio histórico, tenemos que cuidar mucho todo lo que hacemos", abunda González. Allí se ubica el mirador desde el que Ernest Hemingway divisaba como corresponsal de la guerra civil los combates en el valle del río Tajuña.
"Es un hotel que invita a quedarse, en el que descansas rodeado de paz", remarca la directora de Operaciones de la cadena, que cifra la inversión para su puesta en marcha en casi 30 millones de euros.
Además de una piscina infinita con vistas al denominado 'jardín de la Alcarria', en el interior hay un amplio área de bienestar (wellness) que cuenta con una piscina termal con circuito de hidromasaje, jacuzzi y 11 cabinas de tratamientos para realizar tratamientos y masajes como el denominado '1750' que, en honor al año de construcción de la Real Fábrica, combina telas y aromas de lavanda. El hotel cuenta incluso con dos masajistas tailandesas venidas expresamente de allí para dar los masajes típicos del país asiático.
De conventos a balnearios
Una de las señas de identidad de la cadena nacida en 2003 es instalarse en lugares apartados con gran carga de patrimonio histórico. González remarca el potencial con el que cuenta la localidad donde se ubica el hotel termal de Brihuega. "Principalmente se promociona por la lavanda, pero a nivel de patrimonio, tiene una riqueza cultural inmensa durante todo el año", enfatiza. La localidad está declarada conjunto histórico-artístico y, además de varias iglesias, alberga el Castillo de peña Bermeja o unas cuevas árabes. El 12 y 13 de julio celebra incluso un festival musical.
La compañía cuenta ya con cinco hoteles y todos ellos se ubican en edificios singulares y cuentan con aguas declaradas mineromedicinales: desde el antiguo convento de Sancti Spiritus de Olmedo hasta el Monasterio de Valbuena (ambos del siglo XII y ubicados en la provincia de Valladolid), pasando por la antigua Universidad de Santa Catalina de El Burgo de Osma (siglo XVI) o el histórico Balneario de Solares (exponente de la ‘Belle Époque’ de comienzos del siglo XX).
Para 2030, la compañía quiere llegar a una decena de hoteles tras una inversión de 100 millones, según explicó el presidente ejecutivo, Roberto García, a El Economista. Asimismo, también está pensando dar el salto al extranjero. "Hay muchas joyas sobre las que tenemos la vista puesta. Nuestra empresa está en constante evolución y con ganas de ampliar la cartera de hoteles", explica González.
Actualmente, la hotelera está rehabilitando el Palacio de Avellaneda en Peñaranda de Duero (Burgos), que también será de cinco estrellas y prevé instalarse en el Monasterio de Sant Jeroni de Cotalba, en Alfauir (Valencia).
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