El sol de las estrellas, Tiziano Vecellio, uno de los mayores exponentes de la Escuela veneciana y del arte renacentista en sí mismo, nunca habría imaginado dónde acabaría su Descanso en la huida a Egipto, y mucho menos por cuánto se subastaría.

El cuadro, un óleo sobre lienzo fechado el año 1510, se ha subastado este martes por 20,7 millones de euros, la venta más cara para una obra del artista. La pieza, una escena bíblica que pone en el núcleo de la escena a la Virgen María guareciendo al Niño, se encontró en una bolsa de plástico en una parada de autobús del suroeste de Londres.

El precio final de la subasta supone un récord del artista, superando los 15 millones de euros por los que se adjudicó Una conversación sagrada: Madonna y el Niño con San Lucas y Santa Catalina de Alejandría en Sotheby's Nueva York en 2011.

El artista luminoso

El futuro maestro del paisaje, autor de obras mitológicas como El rapto de Europa o Dánae recibiendo la lluvia de oro, pintó la maternal escena, que mantiene a San José apartado en la penumbra, cuando era todavía muy joven. O eso se cree, pues se dice que el renacentista falseó su propia fecha de nacimiento para parecer así más viejo y, por ende, respetable.

Sus colores, vívidos y luminosos, cambiaron por completo el mundo del arte occidental. Sus pinceladas, sueltas y, a la vez, delicadas, hicieron que Carlos I de España y V de Alemania se fijara en él, designándole el título de "pintor primero" de la corona de España.

Descanso en la huida a Egipto pasó por las manos de personalidades como sir James Hamilton, tercer marqués de Hamilton en 1638, o el Archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, gobernador de los Países Bajos Españoles; antes de ser saqueada de la iglesia de Santa Isabel en París por las tropas francesas en 1809 para el Museo Napoleón. Tras ser devuelta a Viena en 1815, la pintura se expuso en Londres, Bruselas, Viena, París y en Longleat House, de donde fue robada en 1995.

Ahora, la Virgen, el Niño y San José vuelven a tener un hogar. Lejos de la represión política, la tregua en su huida les permite, de nuevo, volver a descansar.