En el último mitin de la campaña electoral de las elecciones europeas, el PSOE repartió entre sus militantes y simpatizantes pulseras y chapas con el lema 'Free Bego'. Como si Bego (Begoña Gómez, esposa del presidente del gobierno) estuviera encarcelada en alguna celda inmunda, como si fuera el símbolo vivo de la crueldad de la máquina del fango, cuya sede, como todo el mundo sabe, se encuentra en Madrid.

La emprendedora Begoña Gómez está citada a declarar en un juzgado de Plaza de Castilla el próximo viernes. Acudirá con su abogado, el ex ministro del Interior Antonio Camacho.

En un escrito dirigido al titular del Juzgado de Instrucción 41, Camacho solicitó "que sólo se proceda a la grabación del sonido de la declaración, pero no así a la imagen". La redacción no es lo mejor de la nota.

Lo interesante es cómo justifica el abogado la petición al juez: "Dado el uso que pudiera darse a estas imágenes dada la relevancia pública que tiene mi defendida".

La maniobra preventiva de Camacho, se supone que contra el uso que pueden hacer de esas imágenes los "tabloides digitales" (expresión que suele utilizar el presidente del gobierno), implica el establecimiento de un privilegio para la esposa del presidente precisamente por ser quien es.

No es verdad, como afirma en su breve nota Camacho, que sea "práctica habitual" de los juzgados suprimir la grabación en vídeo de la declaración de los imputados. Eso sí ocurrió en el caso de la declaración de Jenni Hermoso ante la Audiencia Nacional. Fue una excepción y una decisión, por otro lado, bastante polémica.

El presidente ha situado a su esposa en el centro de la batalla política. Su honor es ya casi una cuestión de Estado

Como bien recordará el letrado, hemos visto en los telediarios declarar ante el juez a muchos políticos; algunos de ellos, como Mariano Rajoy, ni siquiera como imputado, sino en su condición de testigo. ¿Acaso ellos no tenían el mismo derecho a proteger su imagen?

La "relevancia pública", como criterio para una especial protección de la imagen, llevaría a que los jueces dejaran fuera de grabación a todos los políticos de cierto nivel. Hemos pasado de querer suprimir el privilegio del aforamiento (algo que defendió el propio Sánchez), a eliminar en la práctica el delito de malversación. Así que no debería llamarnos la atención que, además, se quiera blindar su imagen dándoles a ciertos personajes un trato que no reciben los ciudadanos de a pie.

Ser un personaje público tiene ventajas e inconvenientes. Resulta evidente que Begoña Gómez -al margen que haya cometido o no un delito- se sirvió de su "relevancia pública" para promocionar sus actividades en la Universidad Complutense. Es también lógico pensar que las instituciones públicas y privadas que financiaron su máster lo hicieron movidos, al menos en parte, por esa relevancia. Es decir, porque era la mujer del presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez, en su ánimo de salvaguardar el honor de su esposa, le ha hecho un flaco favor, ya que la ha convertido en el muro de contención contra la extrema derecha y lo que él llama "máquina del fango". En lugar de ayudar a apartarla de la trituradora de la política, la ha puesto en el centro. Cualquier cosa que afecte a Begoña Gómez se ha convertido, gracias a su marido, en un asunto de gobierno, casi de Estado.

Begoña Gómez fue, cuando menos, imprudente al realizar actividades empresariales de las que ella obtenía un beneficio. El presidente no puso ninguna pega.

Ahora un juez investiga si hubo o no delito de tráfico de influencias en sus actividades. Contra ese juez se han lanzado todo tipo de bulos... Y no precisamente por medios próximos a la extrema derecha.

El abogado de la esposa del presidente le pide a ese mismo juez que le dé un trato de favor a su defendida. Las cosas se han puesto de tal forma que, si no lo hace, se verá sometido a un bombardeo de los medios próximos al gobierno. Una locura. Insisto que en todo lo que está ocurriendo el principal responsable es el presidente, que ha usado a su esposa como palanca para movilizar a su partido. Primero, lo hizo al convertir su imputación en la excusa para mantener en vilo al país durante cinco días. Ahora, porque ha convertido a Bego en el bastión de la democracia.