Fue consciente España a partir de 1976 de que su mejor pescador de salmones, truchas, percas y lucios a lo mejor no se llamaba Paco. Descubrieron entonces los ciudadanos que aquel gallego no era tan hábil ni entre las jaras ni entre los sedales, como había relatado el NODO. Salvando las distancias, quizás en unos años los españoles caigan en la cuenta de que el relato que reciben en estos días también es exagerado o directamente irreal. Quién sabe. 

Quienes tuvieran la oportunidad de ver el boletín informativo que emitió La 1 de RTVE el pasado miércoles, durante el descanso del Inglaterra-Países Bajos, a lo mejor sospecharon de que aquí hay algo que huele a podrido. No sólo por la adjetivación de lo que conviene -Manos Limpias, ultraderechista- o por la ausencia de información relevante para entender la realidad -Renfe retira la publicidad a Malinche por la mala imagen de Nacho Cano-, sino también por la aparición de algún tema que parece estar siempre encima de alguna mesa en Moncloa por si hiciera falta desenterrarlo.

Afirmó la voz en off del noticiario que la Audiencia Nacional tenía en sus manos pruebas que demuestran el espionaje que sufrieron 55 diputados de Podemos durante los años 2015 y 2016 por parte del Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz, un político que acostumbraba a encomendarse a un ángel de la guardia al que llama Marcelo, pero también a otros santos más paganos, con puesto titular en comisarías y todo tipo de chanchullos entre manos. Sobra decir que bazofia que fabricaron, como el Informe P.I.S.A. -sobre Pablo Iglesias-, no puede ser calificada de nada más que de maniobra lamentable. Constituye una prueba de que la política adquiere por estos lares un toque siciliano en ocasiones.

David von Karajan

Lo que llama la atención en este caso es la oportunidad con la que se ha producido esta filtración. Porque los medios han tenido constancia de la llegada de la documentación a la Audiencia Nacional -ya está en manos del juez Pedraz- el día en que la UCO registraba la Diputación de Badajoz para recabar pruebas sobre la denuncia al hermano de Pedro Sánchez, also known as David von Karajan.

Casualmente, fue también la fecha que había utilizado la izquierda política y mediática para avivar un debate sobre el racismo y la inmigración en el que mezcló a los jugadores de la selección española Lamine Yamal y Nico Williams. Por cierto, nacidos en España. Es decir, con una situación personal que no tiene nada que ver con la de los menores no acompañados. ¿Acaso no es racista eso de asociar el color de la piel a la extranjería? ¿De veras quieren transmitir que sólo los ultras rezuman clasismo en este sentido?

Visto esto, parece claro que en los últimos tiempos ha habido cierto interés por parte del Aparato Nacional de Propaganda (ANP) por contrarrestar determinadas informaciones perjudiciales con otras más rimbombantes. Recapitulemos: a la trama de las mascarillas -que saltó 3 días después de las elecciones gallegas- le siguió el caso del novio de Isabel Díaz Ayuso. Cuando comenzaron a publicarse las noticias sobre las actividades profesionales de Begoña Gómez en los ‘pseudo-medios’ de la galaxia ultra, un periódico de la órbita de Moncloa se sacó de la chistera un bulo sobre la mujer de Alberto Núñez Feijóo que tuvieron que rectificar.

Carta a 'mi gente'

Cuando el juez Peinado la estrechó el cerco, Sánchez buscó un golpe de efecto con su carta a la ciudadanía, lo cual a lo mejor tuvo un efecto contrario al que deseaban, dado que diversos medios internacionales se hicieron eco de un proceso judicial que hasta entonces habían ignorado. El caso es que ese episodio concluyó con la promesa del presidente de ‘regenerar’ sus dos principales contrapoderes, como son los medios y la justicia, lo cual apartó la vista todavía más sobre su esposa, sobre el ‘caso mascarillas’ o sobre las algaradas de Junts, que ilustraban sobre el conflicto catalán, que el Ejecutivo había dado por terminado tras la aprobación de la Ley de Amnistía.

Poco antes de que Begoña Gómez tuviera que comparecer en los juzgados de la Plaza de Castilla, todo adquirió un aire entre trémulo y terrorífico cuando El Plural comenzó a escarbar -sin duda, era un dosier- sobre los dos DNIs del juez Peinado, llegando incluso a conjeturar -antes de la resolución del caso- que a lo mejor era un agente secreto. Esa semana, el ministro José Luis Escrivá hizo su último servicio a la causa desde su departamento y se sacó de la chistera la locura del pajaporte, sobre la que se debatió largo y tendido en esos días. Hubo momentos en los que se habló más de porno que de cualquier otro tema.

Sonaban campanas en las iglesias en estos días pasados por la citación para el día 15 de Carlos Barrabés en el juzgado y, de repente, saltó la noticia de su recuperación. Y a una semana de que Gómez tenga que declarar, incluso hay quien sugiere ya que el caso debería continuar a partir de septiembre con otro juez, como si ya nadie en el entorno socialista tuviera miedo a nada. A plantear ningún tema o a atacar de forma directa a cualquiera que se oponga al relato oficial.

Luego está el caso de Vox, siempre dispuesto a echar una mano al Ejecutivo en sus horas más bajas, como si Santiago Abascal fuera un militante encubierto, con despacho en un sótano de Ferraz. Su ruptura con el PP por el tema de los menores no acompañados, sin duda, le ha venido de perlas al PSOE. Tanto es así que ha costado prestar atención a los titulares sobre la falta de apoyo de Junts a la medida. A esos no les han acusado de insolidarios. ¿Por qué será? 

El discurso… es el discurso.