Carlos Alcaraz luchará por revalidar su corona en Wimbledon. El joven español ha impuesto su ley sobre la hierba londinense tras imponerse al poderoso arranque de Daniil Medvédev, que conquistó el primer en el tie break pero que después se vio superado por la avalancha tenística de Alcaraz.

Un contundente 6-7/6-3/6-4/6-4 en 2 horas y 59 minutos ha servido al murciano para volver a la final del grande británico, donde tendrá como rival al vencedor del Musseti - Djokovic.

El flamante campeón de Roland Garros aspira a prolongar su reinado sobre el verde inglés. El gigante ruso encontró las costuras del español en un inicio perezoso por parte del pupilo de Juan Carlos Ferrero. Con 5-2 abajo, Alcaraz reaccionó para alargar su vida en la primera manga que cayó para el ruso gracias a un desempate casi impecable (7-1 en el tie break).

La mutación de Alcaraz en la segunda parte del primer set se extendió al segundo parcial. El murciano volvió a brillar desde un servicio sólido para desarmar a Medvédev en 36 minutos.

La sonrisa, las celebraciones y el desparpajo se adueñaron del juego de Alcaraz, que puso una marcha más con el objetivo de no aflojar hasta verse por segundo año consecutivo en la gran final de Wimbledon.

La superioridad de Alcaraz en la semifinal se cimentó aún más en el tercer set. El murciano rozó la excelencia con el primer saque, con el que ganó 15 de 16 puntos. Al mismo tiempo, los golpes ganadores continuaron en ascenso; mientras, Medvédev se agarraba a la pista para evitar ser arrollado. El ruso consiguió parte de su meta, ya que solo concedió un break, aunque fue más que suficiente para que Carlitos encarrilara la batalla al apuntar la tercera manga por 6-4 en 40 minutos.

A un ritmo frenético, la semifinal perdió el margen de error en el cuarto set. El número 5 del mundo, Medvédev, estaba a un set de caer eliminado y Alcaraz ya olía su segunda final en el Grand Slam británico. Paso a paso, sin precipitación pero sin fisuras, Alcaraz asfixió el intento de resistencia de Medvédev, que fue incapaz de contener la ferocidad del murciano.