"Jávea, sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar. Estaré unos días. Si tú estuvieras, dos meses", escribió Joaquín Sorolla a su mujer Clotilde cuando se marchó a pintar un encargo a la Marina Alta en 1896. "¿Qué se responde en una historia de Instagram?", pregunta en 2023 un usuario en un conocido portal online de preguntas, a lo que otro le responde: "La magia está en los detalles. Concéntrate en lo que tiene alrededor y no en ella específicamente: si sube foto de un gatito le preguntas el nombre, por ejemplo".

Siempre hubo técnicas para enamorar. Y las que hace siglos pasaban por encender una vela y cerrar con cera la carta de amor escrita de madrugada, hoy incluye emoticonos de 'fueguitos' y respuestas escuetas a fotos por redes sociales. Pero dicen que todo es cíclico, y ahora muchos jóvenes parecen reivindicar lo mismo: que vuelva el amor 'de antes'.

De pluma y tinta, a comentarios y 'likes'

Las 'historias' (stories) son a Instagram lo que los 'estados' a Whatsapp: fotos o vídeos que se suben a la red social de turno y que pueden verse durante 24 horas. Transcurrido ese tiempo, desaparecen. Para las personas de la generación Z (o simplemente usuarios de Instagram), muchas veces las 'historias' son como flechas de un Cupido muy despreocupado: oportunidades fáciles y rápidas para entablar conversación con la persona (o personas) que les gusten en el momento, o que simplemente les atraigan.

¿La persona que te gusta ha estado en un restaurante italiano recientemente? Se responde a la foto preguntando por la ubicación, porque hace mucho que no sabes dónde encontrar una pizza cuatro quesos. ¿Un atardecer? "¡Qué cielo tan bonito!". La variante para los más tímidos es dar 'like' a la historia y esperar un 'me gusta' de vuelta que pueda desembocar en la situación previa, o perder con deportividad y probar con otra persona. En pocas palabras, oportunidades para ligar.

Por eso, cuando el mes pasado muchos usuarios de Instagram se quejaron en X de que no podían responder a las 'historias', esta nueva situación tecnológica pilló con el pie cambiado a quienes usaban más los mensajes directos que la aplicación del despertador: "Yo viendo que ya no se pueden responder las historias de Instagram y ahora sí que me quedé con cero movimientos para ligar", decía un usuario en X.

Y esa incertidumbre de preguntas al aire sobre la razón por la que ahora muchas personas deben señalar expresamente que permiten comentarios en sus historias también comenzó a agrupar pensamientos de otro tipo: "No se pueden responder más las historias de Instagram así que cualquier cosa, carta de amor escrita a mano", comenta un tuit X.

No se puede saber si el amor está cambiando, pero ¿lo está haciendo la forma en la que expresamos el amor? O, mejor dicho, ¿está volviendo?

(El amor) ni se crea ni se destruye, solo se transforma

Las cartas de amor gustan, más aún si se reciben. Pero la moda de leer lo que dos enamorados se escribieron tiempo atrás con tinta y a mano no parece que vaya a irse pronto. Y ejemplo de ello son los libros que se están publicando recientemente y que recogen cartas de amor de personas conocidas, como Cartas de amor de músicos (Turner Libros) o El libro de Gloria Fuertes: antología de poemas y vida (Blackie Books).

"Cualquier tiempo pasado fue mejor", dicen los ancianos cuando hablan de los impuestos, o los jóvenes cuando comparan sus deberes de cuarto de primaria con los de quinto. Y con el amor podría pasar algo parecido. "Hay que volver a los valores tradicionales", se lee en un tuit que responde a otro que decía que había escrito una carta de amor porque "ya no se pueden contestar más las historias". Y junto a ese comentario, muchos otros que piden lo mismo: la comunicación epistolar como única vía para expresar romanticismo.

La forma en la que nos comunicamos está determinada por los recursos que hay disponibles en cada momento, pero el contenido no ha variado. "Eliminar la conversación de WhatsApp es el equivalente a quemar las cartas de amor", dice un usuario de X. Y aunque ahora puede parecer ridículo pensar que una relación pueda comenzar con un "¡Qué chula la foto de esa maceta que has subido!" seguido de un emoticono de un corazón, los jóvenes han encontrado en las redes sociales una forma más de intentar encontrar el amor (o la atracción).

En 1935, el poeta Fernando Pessoa escribió: "Todas las cartas de amor son ridículas. No serían cartas de amor si no fuesen ridículas. [...]. Las cartas de amor, si hay amor, tienen que ser ridículas. Pero, en fin, solo las criaturas que no han escrito nunca cartas de amor son las que son ridículas". Quiénes somos nosotros para desacreditar a Fernando Pessoa.