En noviembre de 2023, cuando el presidente pergeñaba su nuevo equipo, habló con José Luis Escrivá, que había ocupado la cartera de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, para ofrecerle continuar en el gobierno. Escrivá le planteó a Sánchez que él se veía más al frente del Banco de España. El mandato de Pablo Hernández de Cos concluía el 10 de junio de 2024 y era la oportunidad para hacer realidad su viejo sueño de ocupar el lugar del hombre a cuya sombra se formó, Luis Ángel Rojo (que fue gobernador del Banco de España entre 1992 y 2000).

Escrivá estaba dispuesto a quedarse fuera del gobierno durante los poco más de seis meses que faltaban para el relevo de Hernández de Cos, pero Pedro Sánchez se negó. Quería tenerle en el ejecutivo y le ofreció una nueva cartera, Transformación Digital, que prometía ser una de los ministerios estrella de la legislatura que echaba a andar.

Ya no hubo más conversaciones hasta el pasado 1 de julio. El presidente citó a Escrivá en Moncloa y allí hablaron sobre el perfil que debía tener el nuevo gobernador; algunos nombres se habían barajado en los medios (sobre todo el de la vicepresidenta de la CNMV, Monserrat Martínez Perera), pero ninguno de ellos atesoraba la trayectoria del todavía ministro de Transición Digital: subdirector del departamento de Estudios Monetarios y Financieros del Banco de España; jefe de la división de Política Monetaria del BCE; director del servicio de Estudios del BBVA y presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF). Escrivá no tardó mucho en convencer al presidente de que, con su currículum, España ganaría peso en el Consejo del Banco Central Europeo.

El puesto llevaba vacante desde el día 10 de junio -casi 20 días- y aún no se habían iniciado las negociaciones con el PP, para seguir con la tradición, no siempre cumplida, de que el partido del Gobierno nombra al gobernador y el primer partido de la oposición, al subgobernador. A pesar de que el plazo ya se había cumplido, Sánchez no quiso abordar los nombramientos en el Banco de España hasta que no hubo cerrado el acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que no se concretó hasta el 22 de junio.

Pocos días después de recibir la luz verde del presidente, su ministro para todo, Félix Bolaños, se reunió con Cuca Gamarra, designada por Núñez Feijóo para negociar el relevo en el Banco de España. Bolaños le presentó a la número dos del PP la candidatura de Escrivá, sin dar opción a otros nombres y Gamarra dio por concluida la reunión, porque entendía que no era de recibo colocar a un ex ministro al frente de una institución que debe ser, por principio, independiente del gobierno.

Gamarra habló el día 11 de julio con Escrivá (cuando El País publicó que era el candidato del Gobierno) y le explicó que su rechazo no tenía nada que ver con su persona, sino con su cargo. El ministro de Transformación Digital le habló del perfil... y le aseguró que la independencia del Banco de España no estaba en peligro.

Moncloa mantendrá su candidatura a pesar del rechazo del PP, al que se le ofrece nombrar a una mujer como subgobernadora

Ahora, las conversaciones están congeladas, aunque no rotas. Bolaños le ofreció a Gamarra la posibilidad de proponer a una mujer como segunda de la institución. Pero en el PP aún no han decidido si rompen del todo o aceptarán el pacto que les ofrece Moncloa.

Hay tiempo. Hasta que no venza el mandato de la subgobernadora, Margarita Delgado, en la segunda semana de septiembre, se podría llegar a un acuerdo.

Contra Escrivá juega la praxis del presidente de ocupar con personas próximas a él o ex ministros todos aquellos cargos que quedan vacantes. También la quiebra de la filosofía que inspiró el pacto para renovar el CGPJ, que ponía límites a que, por ejemplo, un ex ministro no pudiera ocupar la Fiscalía General del Estado. Para el PP la propuesta de Escrivá es la prueba de que Sánchez se salta a la torera sus compromisos y, por ello, la pulsión en Génova es negarse a pactar la renovación, aunque ello implique que el gobierno no sólo nombre al gobernador, sino también a la subgobernadora.

El Banco de España -exceptuando la etapa de Mariano Rubio- se ha caracterizado por su independencia del Gobierno y por haber mantenido a veces discrepancias importantes con sus políticas. Un caso reciente lo tenemos en la crítica que suscitó en el Servicio de Estudios del Banco de España la reforma de pensiones impulsada por el propio Escrivá desde el ministerio.

Internamente, algunas fuentes creen que Escrivá llegará al Banco de España con la misión de "domesticarlo", hacer de él un instrumento más en manos de Moncloa. Algo parecido a lo que piensa la plana mayor del PP.

Pero fue el PP el que le nombró al frente de la AIREF. Y fue desde ese puesto desde el que Escrivá lanzó duras andanadas contra el Gobierno que le nombró.

Las personas que le conocen defienden no sólo su solvencia, sino su trayectoria como profesional poco acomodaticio a los deseos de los que mandan.

La llegada de Escrivá al Banco de España supondrá, de eso podemos estar seguros, una pequeña revolución. Digitalización, inteligencia artificial, tecnología punta... formarán parte de su agenda para colocar al Banco de España en la vanguardia de los bancos centrales más punteros. Apertura de puertas, que el edificio de la Plaza de Cibeles pueda ser accesible a todos los que quieran disfrutar de su magnífica colección de arte. Pero también la posibilidad de colaborar con el Gobierno aportando la experiencia de su prestigioso Servicio de Estudios en la realización de algunos informes. Buenas intenciones.

Nadie duda de la capacidad de Escrivá para ocupar el puesto. La duda es si pondrá al Banco de España al servicio de Moncloa. Es decir, si, en esta ocasión, su predisposición a marcar su propio camino se atemperará para contentar a quien le ha puesto en el cargo. Con el tiempo sabremos la respuesta.