El del 27 de julio es un acto será un acto de partido "normal", Carles Puigdemont no regresará a España ese sábado, aseguran desde Junts sobre el acto convocado el próximo sábado en el sur de Francia, formalmente para celebrar el aniversario de la fundación de JxCat. Un acto con protagonismo del propio Puigdemont, Laura Borràs y Jordi Turull y la previsión de un millar de asistentes, que en el ámbito independentista se ha leído, sin embargo, como un nuevo acto de presión contra las negociaciones de ERC y PSC para la investidura de Salvador Illa.

Una presión que se podría elevar considerablemente con el retorno de Puigdemont a España y una eventual detención por parte de Policía o Mossos d'Esquadra. "Reventaría cualquier preacuerdo" entre republicanos y socialistas, aseguran fuentes conocedoras del entorno independentista, convencidas de que las bases de Esquerra no apoyarán la investidura de Illa en ese contexto. Una presión que ha abonado el propio Puigdemont en sus redes, afeando la posibilidad de "investir al candidato del 155".

También el presidente del Parlament, y dirigente de Junts, Josep Rull. Este viernes, Rull insistía en la posibilidad de una eventual detención de Puigdemont a las puertas de la investidura. Lo hacía desde la prisión de Lledoners, donde pasó dos años de condena por el 1-O y ahora ha querido visitar como presidente del Parlament. Ante la "anormalidad" de una detención del "diputado y posible candidato" Puigdemont "el único escenario que no contemplo es la pasividad de la Mesa del Parlament".

Retorno en solitario

En este contexto, desde Junts descartan que el acto del sábado se convierta en punto de arrancada de un retorno por carretera acompañado por la militancia del partido. Pero no dan garantías más allá y recuerdan que ha sido ERC quien ha fijado la ultima semana de julio como fecha límite para cerrar un preacuerdo. "Puigdemont volverá para la investidura, si hay acuerdo esa semana" se precipitará el retorno señalan desde la formación independentista.

De hecho, el propio Puigdemont ha ligado siempre su regreso a la próxima investidura en el Parlament. Pero su apuesta era la escenificación de un retorno de todo el "exilio" en bloque, con él al frente secundado por la secretaria general de ERC, Marta Rovira, los huidos por la causa de Tsunami y los ex consejeros Toni Comin y Lluís Puig.

El regreso anticipado de Rovira, el también republicano Rubén Wagensberg y el resto de los imputados por Tsunami tras el archivo dela causa ha dado al traste con esos planes, que debían servir para escenificar una nueva unidad independentista con él al frente.

Ahora será un retorno en solitario. Ni siquiera Comin le acompañará. El eurodiputado in pectore ya ha dejado claro que no volverá porque no disfruta todavía de la inmunidad que otorga el escaño en el Parlamento Europeo, al que no ha accedido porque la JEC no ha validado sus credenciales. Comin tampoco está aforado como Puigdemont y Puig, que ya gozan de la condición de diputados autonómicos.

El PSC pide calma

En este escenario y conscientes de los nervios que recorren las filas independentistas, tanto en Junts como en ERC, los socialistas se recetan calma e imponen silencio. "Lo que no esta en tu mano no lo puedes controlar" reflexionan en referencia a un eventual retorno sorpresivo de Puigdemont. Un retorno que aseguran que no les inquieta, aunque reconocen su incidencia. "En algún momento tiene que volver, más vale que sea ya y se pinchará ese globo" añaden en referencia a la sombra que la figura de Waterloo sigue ejerciendo sobre la política catalana.

Los socialistas destacan además la capacidad negociadora de Lluïsa Moret, escogida por Illa como jefa de la delegación socialista. "Pon una psicóloga clínica al frente de la negociación" ironizan desde el partido de Illa para ejemplificar la capacidad de "empatía" de Moret. Y recuerdan que todos los acuerdos adoptados por la Diputación de Barcelona que ella preside se han adoptado por amplias mayorías que incluyen no solo a Comunes y ERC, que le dieron apoyo inicial, sino también a Junts y el PP.

Test de estrés para ERC

En las filas republicanas el pacto de investidura se ve como un auténtico "test de estrés" para una ERC sumida en una profunda crisis interna. Aunque lo cierto es que el regreso de Rovira ha impulsado las expectativas de acuerdo. "No se puede negar que los socialistas se están moviendo" reconocen desde Esquerra, "pero no podemos saber todavía si será suficiente", advierten.

Ejemplo de ello es el encuentro mantenido el lunes entre Rovira y Moret, las dos máximas responsables de la negociación apenas dos días después de la llegada de la republicana a Barcelona. Ese mismo día, Rovira advertía ante la prensa de que los socialistas se tendrán que esforzar más para llegar a buen puerto. Y dejaba claro que su prioridad es el nuevo modelo de financiación, en el que no aceptarán como punto de encuentro el consorcio que recoge el Estatut que defienden desde el PSC.

Los republicanos tienen tres grandes escollos para llegar al pacto: El retorno de Puigdemont; conseguir el aval de unas bases indignadas por la batalla interna desatada entre el sector de Rovira y el de Oriol Junqueras; y los incumplimientos del PSOE respecto al pacto de investidura de Pedro Sánchez. En este último punto, advierten desde ERC que "han agotado el crédito" y no habrá acuerdo si no se ha cumplido primero el del pasado verano.

Esta semana, sin embargo, se han producido avances significativos en dos de los tres acuerdos: vivienda y traspaso de Rodalies. La Generalitat anunció el lunes la construcción de 4.300 viviendas protegidas gracias un préstamo del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el jueves Gobierno y Generalitat acordaron que el traspaso de la R1 de Rodalies se pondrá en marcha el 1 de enero de 2025.

Sigue pendiente, sin embargo, la condonación de parte de la deuda de la Generalitat con el FLA, el gran titular del acuerdo alcanzado por ERC el pasado verano. El PSOE se comprometió a perdonar 15.000 millones de euros en deuda de la administración catalana, pero el Gobierno no ha hecho efectivo todavía esa medida. Es difícil que Esquerra cierre un acuerdo con el PSC sin poder presentar ante su militancia pruebas de que ese acuerdo se ha cumplido.