Ha pasado casi desapercibido, pero el diario El País publicó este domingo una interesante entrevista con el director de Le Monde, Jérôme Fenoglio. Hay un momento de la conversación en que el entrevistado realizó una afirmación con la que 'alguno' -y alguno a lo mejor es consejero editorial de 'algo'- a lo mejor no están del todo de acuerdo. Reflexionó: “Hay una regla en el periodismo: nunca hay que ser gubernamental”. El entrevistador replica entonces: “¿Aunque se esté de acuerdo con lo que hace el Gobierno?”. Su interlocutor respondió, tajante: “Un periódico está hecho para mantener una distancia crítica respecto al poder, aunque la política vaya más o menos en el sentido que se desea (…) Hay que mantenernos siempre apartados del poder, de los ministros y de los lugares de poder”.

La casualidad quiso que, unas horas después de que esa publicación viera la luz, trascendiera la noticia de que el juez Peinado había citado al presidente del Gobierno como testigo. El suceso pilló a Angélica Rubio en Al Rojo Vivo, lo cual entraña cierta mala suerte, dado que recibir disgustos mientras te apunta una cámara no es plato de buen gusto para nadie. En ese mismo plató se descompuso Yolanda Díaz, en 2021, cuando trascendió que Reyes Maroto había recibido una navaja ensangrentada durante la campaña electoral madrileña. Casi se desmayó Yolanda. Tuvo que cubrir su cara con las manos para disimular un disgusto lacrimoso, provocado por un dolor lacerante.

Rubio es más aguerrida, así que este lunes, cuando ha tenido constancia de la decisión del juez, ha comenzado a hiperventilar y a citar al novio de Isabel Díaz Ayuso mientras señalaba con el dedo a sus compañeros de mesa. “Yo siempre utilizo el mismo rasero, ¿y vosotros?”.

Tiempo de plagas

Lleva La Marabunta unos cuantos días comportándose con cierta agresividad, cosa que los biólogos especialistas en plagas atribuyen generalmente a las malas condiciones climáticas o a la carestía de alimentos. En este caso, la razón se encuentra en la investigación a Begoña Gómez, que para ministros como Félix Bolaños y Óscar Puente es intolerable, en cuanto a que es “prospectiva”, mientras que para otros portavoces socialistas, como Patxi López, es directamente “un caso”. ¿Y qué es un caso? Entendemos que algo malo. “Han creado un caso”. Una persecución. Vaya, que alientan la teoría de la conspiración. La de 'el caso', singular concepto. Una palabra contenedor. Polisémica. Porque se puede decir que Patxi López 'es un caso' sin que la oración signifique lo mismo que la que sale de su boca.

Unos minutos después de la comparecencia del portavoz socialista, se empeñaban algunos elementos de La Marabunta en calificar de “insólita” y de “preocupante” la decisión de Peinado de llamar como testigo a Sánchez unos días después de imputar a Juan Carlos Barrabés y de que este último revelara que visitó ocho veces el Palacio de La Moncloa, en dos de las cuales estuvo presente el presidente del Gobierno.

No sólo eso, sino que Patxi López habla de la existencia de una “cacería” contra Sánchez y su entorno; y, entre dientes, relaciona al Partido Popular y a Vox con ella. ¿Acaso porque un portavoz socialista vincula a un juez con estos partidos?

Begoña y la pena de telediario

Sobra decir que Begoña Gómez no es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Convendría desterrar esa retórica populista tan propia de la década pasada, por la cual la mera investigación a alguien le condenaba de por vida, algo, por cierto, que avivó la izquierda patria, tanto en su modalidad morada como socialista, y que incluso utilizó el propio Pedro Sánchez para preparar el terreno por el que se condujo para alcanzar la Moncloa. Sobra decir que desde la derecha emplean también esta estrategia, en otra muestra de que el populismo ha ganado la batalla en este país.

Lo que sucede es que la plaga de hormiga roja que domina el debate público español está utilizando 'el caso Begoña' -para variar- para poner en duda la imparcialidad de los jueces, los valores democráticos de la oposición e incluso el respeto por el feminismo de quienes -afirman- consideran que Gómez debería dedicarse a las labores domésticas por ser la mujer de un hombre poderoso. En otras palabras: el PSOE ha vuelto a manipular la realidad para avanzar en su estrategia de desgastar todas y cada una de las instituciones.

El PSOE ha vuelto a manipular la realidad para avanzar en su estrategia de desgastar todas y cada una de las instituciones

Lo hace además con patrañas. Con pura desinformación y sensacionalismo barato del que han utilizado siempre los líderes cuestionados para generar corrientes de opinión entre los ciudadanos. Porque aquí lo que existe es una investigación sobre unos indicios que -como han demostrado algunos de los diarios más prestigiosos de España- están fundamentados en documentación. Y existen diferentes preguntas sin respuesta que, como poco, convierten las actividades de Gómez desde que Sánchez es presidente en sospechosas.

Por ejemplo: ¿por qué firmó las cartas de recomendación a la UTE relacionada con Barrabés? ¿Por qué accedió de esa forma tan ‘singular’ a sus puestos en el Instituto de Empresa y, sobre todo, en la Universidad Complutense? ¿Por qué registró a su nombre el software desarrollado de forma ‘altruista’ para su cátedra por Telefónica, Google e Indra? ¿Considera que cumplió con la normativa de contratación de la universidad? En ese caso, ¿por qué se niega a colaborar con la investigación abierta por el centro educativo?

Aquí les falta poco para sustituir la imagen de La Dolorosa por la de Begoña Gómez y la del Señor atado a la columna por la de Pedro Sánchez. Y La Marabunta aplaudirá. Su forma de hacer periodismo pasa por imitar el gesto más habitual de las focas

Pese a todo, Patxi López afirma que esto es un “caso”. O sea, un montaje… una trola. Una trampa que persigue hacer caer a Sánchez. Mientras tanto, las Angélicas señalan al novio de Díaz Ayuso cuando la cosa se pone fea. Y La Marabunta entera se tira a por Nacho Cano, que es igual de culpable o inocente que cualquiera que no haya sido condenado por nada... pero que en este momento sirve para desviar la atención, como el debate sobre el racismo de la selección. A ver, Angélica. A ver, Gonzalo Miró... ¡tomad posiciones, que toca pasar al ataque!

El esperpento español

Entre todos, configuran una realidad que está muy lejana de lo cierto y lo fehaciente, lo que impregna la actualidad española de una especie de realismo mágico que está calando en la psique de la opinión pública, precisamente porque son muchos los que no cumplen con el consejo del director de Le Monde y se mantienen agarrados al bolsillo del poder. Al teléfono del ministro, al argumentario de Ferraz o al discurso que les llega desde Moncloa. O pendientes de la última salida de tono de Díaz Ayuso, que responde: "Begoña Gómez ha pasado de gestionar saunas a gestionar cátedras". Que muera la inteligencia.

Es normal que en estas condiciones haya quien haya sacralizado auténticas gilipolleces. Es la actitud de Robespierre, cuando, tras desterrar el catolicismo de Francia se inventó una religión de sustitución. La del Ser Supremo, es decir, La Razón, a la que incluso sacaban en procesión. Como al borracho de Genarín en León. Aquí les falta poco para sustituir la imagen de La Dolorosa por la de Begoña Gómez y la del Señor atado a la columna por la de Pedro Sánchez. Y La Marabunta aplaudirá. Su forma de hacer periodismo pasa por imitar el gesto más habitual de las focas y comprar toda su mercancía, generalmente falsa. Peronismo puro. Pelotas con teclado.