Situado en un istmo entre dos lagos, el Keurusselä y el Kuorevesi el pequeño pueblo finlandés de Mänttä, con algo menos de 10.000 habitantes, puede presumir de tener la colección privada de arte más importante de los países nórdicos.

La razón está precisamente en ese enclave geográfico que ocupa generador de rápidosy corrientes gracias a la diferencia de altura entre su lagos. Y es que en el siglo XIX, cuando la energía hidráulica era una de las grandes aliadas de la industria, la familia Serlachius encontró allí el lugar ideal para establecer su negocio papelero.

Museo Serlachius en Mänttä-Vilppula. | Mikko Inkinen

Mänttä, una ciudad bendecida por sus bosques y sus rápidos

A una hora y cuarto en coche de Tampere y a tres de Helsinki, este pueblo aparentemente perdido entre bosques y lagos (una cuarta parte del área total de la ciudad está cubierta de agua), llegó a ser en su día la segunda ciudad más rica del país. En las fábricas de los Serlachius se manufacturaba una de las grandes revoluciones de la modernidad cuya invención data del año 1857: el papel higiénico. Con una producción que se exportaba a todo el país y también al extranjero. De hecho, uno de los souvenirs más curiosos que se pueden adquirir en la tienda de su museo son precisamente "rollos del mejor papel higiénico del mundo".

Souvenirs de papel higiénico en la tienda del Museo Serlachius.

La abundancia de materia prima (madera) y la accesibilidad a una energía fácil e inagotable (los rápidos) hicieron que Mänttä prosperase tanto como para poder convertirse en la referencia que es hoy. Actualmente, la industria sigue siendo uno de los motores de la ciudad, aunque ahora pertenecen al Grupo Metsä.

El legado de la familia Serlachius, industria, arte e historia

La historia legendaria de la familia Serlachius cuenta que en 1868, un farmacéutico de Tampere llamado Gustaf Adolf Serlachius navegó con cinco carpinteros a Mänttä y construyó un molino de madera junto a los rápidos. El resto, es la historia de éxito y prosperidad sobre la que ha crecido la ciudad en el último siglo y medio.

Interior del Museo Gustaf Serlachius.

El nombre familiar, desligado ya de la actividad industrial, se ha quedado a vivir en el pasado, presente y futuro de Mänttä gracias a una audaz y acertada incursión en el mundo del arte. Los dos museos de la ciudadel Museo Serlachius Gustaf, dedicado a la historia industrial y su relación con el pueblo, y el Museo Serlachius Gösta, un prestigioso centro de arte clásico y moderno. Entre ambos condensan una oferta cultural más propia de una gran ciudad que de un pueblo censado en 9.360 habitantes en 2022.

Interior del Museo Gösta Serlachius.

Gracias a este patrimonio tan especial, Mänttä está cambiando la industria como actividad principal, volcándose en reivindicar el interés cultural y artístico de sus museos, junto con su privilegiado entorno natural, como una combinación irresistible para viajeros que busquen salir de lo típico y común.

Un Zurbarán firmado, un Monet y grandes obras maestras de la Edad de Oro del arte finlandés

Pero si algo llama la atención por encima de todo cuando se habla del Museo Serlachius de Mänttä es aquello que repiten con orgullo sus habitantes de contar con la colección privada más importante de los países nórdicos.

La colección, en su mayoría comprada por Gösta Serlachius, sobrino de Gustaf, cuenta con más de 300 obras, de pintura y escultura, de las cuales están en exposición unas 200, entre las que se pueden encontrar piezas únicas como un Bodegón con granada y uvas de Zurbarán de 1643, que puede presumir de ser uno de los pocos óleos firmados por el pintor español. También se puede ver algún Ribera (Hombre, botella de vino y pandereta, 1631), un Monet (Pila de heno al sol del atardecer, 1891) e incluso artistas más contemporáneas como el neoexpresionista alemán Anselm Kiefer.

Bodegón con granada y uvas, de Zurbarán.

Sin embargo, donde más destaca esta ecléctica colección es en su extensa exposición de obras maestras de la Edad de Oro del arte finlandés correspondiente a finales del siglo XIX y principios del XX. Aquí encontramos obras de Helene Schjerfbeck, una de las artistas femeninas más importantes de la historia, Akseli Gallen-Kallela, esencial para entender el nacionalismo finlandés de la época y también de su amigo el simbolista Hugo Simberg, uno de los pintores más polémicos y famosos del arte finlandés.

Dos visitantes junto al cuadro 'Chica de mejillas rosadas', de Helene Schjerfbeck

Más allá de la colección: un museo contemporáneo con toque español y la Art Sauna

Aparte de la riqueza de la colección Serlachius, la mansión familiar de estilo inglés conecta con una ampliación del museo, de corte más moderno en el que se exhiben exposiciones temporales de arte contemporáneo. Esta segunda parte del museo fue diseñada por el estudio Mendoza Partida y BAX, cuya sede se encuentra en Barcelona. En él, los arquitectos Héctor Mendoza, Mara Partida y Boris Bezan se fijaron en los preceptos de Alvar Aalto para conseguir un edificio cubierto por madera totalmente integrado en el bosque y que no interfiriera con el protagonismo de la mansión Gösta Serlachius.

Vista aérea del Museo Gösta Serlachius.

Pero la joya de la corona y actualización más reciente de este complejo cultural ha sido la creación del concepto Art Sauna. Diseñada por el mismo estudio con sede en Barcelona, han creado un espacio en el cual la experiencia de la visita incluye una inmersión total en ese espíritu finlandés.

Art Sauna.

Esta Art Sauna a las orillas del lago ofrece un momento de disfrute y relajación que tiene mucho que ver con la necesidad de ser algo más que un museo convencional. Precisamente por eso, la sensación final no es la de un atiborramiento de arte, historia y cultura, sino la asimilación integral de un lugar, junto con su historia, su arte y su cultura.