El 3 de febrero de 2008, celebridades como Will.I.Am, Scarlett Johansson, John Legend, Kareem Abdul-Jabbar, Herbie Hancock, y muchas más, cantaban al unísono Yes we can en un sorprendente vídeo musical publicado en redes sociales, mientras se superponía un discurso del entonces candidato Barack Obama. Sin embargo, el respaldo del star system estadounidense no se detuvo ahí. Durante los siguientes meses, figuras como Ben Affleck, George Clooney, Tom Hanks, Halle Berry, Robert de Niro, Al Pacino, Samuel L. Jackson, Mariah Carey, Shakira y Oprah Winfrey, entre otros cientos de estrellas del cine, la televisión y la música, manifestaron públicamente su apoyo a Obama. Con ellos, también lo hacían sus innumerables fans. Porque allí donde no llegaba el candidato, llegaban sus apoyos.

Obama no solo era visto como un candidato político, sino como una figura cultural capaz de inspirar esperanza y cambio. Esta idea resonó particularmente entre los jóvenes y las minorías progresistas urbanas, que vieron en él una oportunidad para romper con el statu quo. No se votaba solo a un político, se votaba una emoción, un sentimiento, una esperanza. Era la pasión por él lo que hacía que la ciudadanía se movilizara a su favor, que fuera a votar. 

Mientras el voto a Trump es un voto emocional, el de Biden era racional. Y eso, en política, genera menos movilización"

Esa movilización es justo la que le faltaba a Joe Biden en su campaña. Su derrota era probable pero no porque Donald Trump hubiera convencido a la ciudadanía estadounidense de votar republicano, sino porque muchos demócratas, especialmente jóvenes y minorías urbanas que votaron demócrata en masa en 2020 (y en 2008), se iban a quedar en casa. Mientras el voto a Trump es un voto emocional, el de Biden era racional. Y eso, en política, genera menos movilización.

El Partido Demócrata necesitaba de un cambio —también emocional— que lograra activar a sus votantes menos fieles pero prioritarios para ganar. Aquellos que en 2020 se movilizaron contra Donald Trump, pero que no iban ahora a votar al no haber tenido la percepción de que su voto de entonces sirviera para tener un gran gobierno. Sin emoción, sin pasión por un candidato o candidata, no hay victoria electoral posible.

No es una novedad. Ya en 1677, el filósofo Baruch Spinoza decía que la única manera de contrarrestar una pasión es introducir otra pasión, una fuerza opuesta que contenga la pasión original. Trump ofrece pasión, moviliza, activa votantes a través de una emoción de enfado, de ira, por lo que no funciona en el país y en las vidas de muchos estadounidenses.

En la última semana parece que Kamala Harris está plantando cara con otra pasión contrapuesta: la esperanza de un mejor futuro, la esperanza para los jóvenes y la esperanza para las minorías, y un tema que mueve más que solo el ir contra Trump: "La libertad". No lo hace con grandes ideas y propuestas, por ahora, pero sí con grandes apoyos que hablan de esa esperanza, y que pretenden movilizar tan solo a ese voto aletargado urbano que no iba a moverse de su casa. No le hace falta más.

A falta de propuestas concretas, por ahora Harris ha conseguido movilizar a decenas de figuras célebres que piden el apoyo hacia ella a sus miles y miles de fans. Charli XCX, Stephen Curry, Ariana Grande o Katy Perry son solo unos ejemplos de grandes figuras del cine, la televisión, la música y el deporte que ya la han apoyado públicamente. Beyoncé le ha cedido su canción "freedom" como himno de la campaña, y se espera el apoyo de Taylor Swift en el futuro. El propio Obama y su esposa, ahora celebridades pop, también le hicieron un vídeo apoyándola. 

Decía Gutiérrez-Rubí que para ganar hay que canalizar las emociones y convertirlas en objetivos políticos. Kamala Harris ha logrado de momento lo que parecía imposible: generar emociones y movilizar al público. Ahora debe llevarlo a votar. Yes we can, se repite a sí mismo el Partido Demócrata. Y eso ya es toda una novedad.


Xavier Peytibi es consultor político en Ideograma, doctor en Ciencia Política y autor de la newsletter Política Creativa. Ha escrito Las campañas conectadas: Comunicación política en campaña electoral. Lea aquí todos sus artículos en El Independiente.