La mañana del 2 de diciembre de 2001, el cuerpo sin vida de Helena Jubany fue encontrado en el patio interior de un edificio en Sabadell, Barcelona. Tenía 27 años, era una joven bibliotecaria y estudiante de periodismo. Era conocida por su compromiso con diversas actividades culturales y por su carácter afable y sociable. Su muerte, en circunstancias trágicas y misteriosas, se convirtió en uno de los casos criminales más oscuros y mediáticos de los últimos tiempos en España.

Helena había desaparecido el 30 de noviembre de 2001. Dos días más tarde, su cuerpo apareció desnudo y con múltiples hematomas en el patio del edificio ubicado en la calle Calvet d'Estrella. Aunque en un principio la policía dejó que la opinión pública pensase que había sido un suicidio, las pruebas forenses determinaron que Helena había sido drogada con somníferos y posteriormente lanzada desde una altura considerable, lo que le causó la muerte. Además, presentaba quemaduras en diferentes partes del cuerpo, lo que indicaba que había sido sometida a cierto maltrato antes de morir. Las circunstancias sugerían que el asesinato había sido premeditado y ejecutado con extrema crueldad.

Las primeras investigaciones policiales se centraron en el entorno más cercano de Helena, incluyendo a sus amigos y compañeros de actividades culturales y profesionales. Las sospechas iniciales recayeron sobre Santi Laiglesia y Montse Careta, ambos miembros de la Unión Excursionista de Sabadell, una entidad a la que Helena estaba vinculada. Careta fue arrestada en 2002 tras encontrarse pruebas circunstanciales que la conectaban con el crimen. Se hallaron notas anónimas en la casa de Montse, similares a unas que Helena había recibido días antes de su muerte. Estas notas, escritas a mano, contenían mensajes ambiguos y desconcertantes, que aumentaron las sospechas sobre su implicación.

Montse Careta, sin embargo, siempre negó su participación en el crimen y defendió su inocencia. Durante su estancia en prisión preventiva, la joven educadora expresó repetidamente su desesperación y falta de esperanza ante la situación. En mayo de 2002, Montse fue encontrada muerta en su celda, en lo que se consideró un suicidio. Su muerte dejó un vacío en la investigación, y muchas preguntas sin respuesta. La policía continuó sus pesquisas, pero sin avances significativos.

Irregularidades

El caso de Helena Jubany ha estado plagado de irregularidades y falta de avances concretos. A pesar de los esfuerzos de la familia y amigos de Helena, la investigación ha encontrado numerosos obstáculos. La comunidad local y diversos colectivos han presionado continuamente para que se reabra el caso y se haga justicia. En 2020, gracias a la insistencia de la familia y a nuevos elementos aportados, se reabrió la investigación judicial.

En este nuevo capítulo de la investigación, surgieron nombres adicionales como posibles implicados. Jordi Magentí Gamell, amigo cercano de Montse Careta y miembro también de la Unión Excursionista de Sabadell, fue señalado como un posible sospechoso debido a su proximidad y al acceso a la información interna del grupo. Sin embargo, hasta la fecha, no se han presentado cargos definitivos en su contra, y su implicación sigue siendo objeto de debate y análisis.

Las autoridades judiciales, con nuevas pruebas de ADN y testimonios, intentan reconstruir los hechos ocurridos en los días previos a la muerte de Helena. Los investigadores están revisando las grabaciones de cámaras de seguridad y los registros telefónicos, buscando cualquier indicio que pueda arrojar luz sobre el crimen.

La participación de Helena en la Unión Excursionista de Sabadell es una de las claves del caso. Esta organización, dedicada a promover actividades al aire libre y el montañismo, servía como un punto de encuentro para jóvenes con intereses comunes. La relación de Helena con algunos miembros del grupo, así como las tensiones y envidias que pudieran haber surgido en ese entorno, son aspectos que los investigadores consideran cruciales. Las amistades y posibles enemistades dentro del grupo podrían ser fundamentales para entender el móvil del asesinato.

Mensajes anónimos

Otra línea de investigación se ha centrado en los mensajes anónimos que Helena recibió antes de su muerte. Los análisis grafológicos y las comparaciones con la caligrafía de los principales sospechosos no han arrojado resultados concluyentes hasta ahora. La tecnología actual podría ofrecer nuevas oportunidades para analizar estas pruebas, lo que ha dado un respiro de esperanza a la familia de Helena.

A lo largo de los años, el caso de Helena Jubany ha sido objeto de numerosos reportajes y documentales, manteniendo viva la atención pública sobre el crimen. La presión mediática ha sido un factor determinante para que las autoridades mantengan abierta la investigación y busquen nuevas vías para resolverlo.

La labor de la prensa y los colectivos de apoyo ha sido fundamental para mantener la memoria de Helena y su caso en la esfera pública. Las redes sociales y las plataformas digitales han permitido a la familia Jubany y sus allegados difundir información y movilizar apoyo para su causa. La colaboración ciudadana, sumada a los esfuerzos judiciales y policiales, sigue siendo una pieza clave para desentrañar este enigma.

La reapertura del caso ha generado expectativas, pero también escepticismo. La familia de Helena Jubany sigue esperando respuestas y confía en que, con el tiempo y la persistencia, se pueda hacer justicia por la joven bibliotecaria. El camino hacia la verdad es largo y está lleno de obstáculos, pero la determinación de aquellos que buscan justicia para Helena permanece inquebrantable.