Se acabó. O no del todo, pero la sensación es que Brasil ha puesto los pies en el suelo a España. Una Selección que se sentía intocable después de haber ganado la Nations League y la Copa del Mundo. Pero el combinado nacional femenino ha dado síntomas preocupantes desde el primer momento. Japón, Colombia y Brasil han confirmado que algo falla en el equipo dirigido por Montse Tomé.
Brasil fue superior en todo el partido. Como si las camisetas amarillas valieran por tres por cada roja sobre el césped de Marsella. Y todo ello con la ayuda indispensable de las futbolistas nacionales, que con errores groseros hicieron que el partido fuera un paseo hacia la búsqueda del oro. No habían pasado ni diez minutos cuando Cata Coll despejó mal y le rebotó el balón en la espalda de Paredes. Gol surrealista y que sirvió para reflejar todo lo que iba a suceder en los 80 minutos restantes.
No fue hasta el 44 cuando Brasil anotó el segundo, pero pudo llegar en el minuto 11, en el 14, en el 26, en el 39 y en el 40. Las ocasiones se sucedían con una España en la lona ante la incrédula mirada de una Montse Tomé que no ha dado la talla en su gran estreno como seleccionadora. Cambios de jugadora por otra, sin ofrecer alternativas y sin ideas claras. Llamativa fue la suplencia de Alexia Putellas, que entró en el minuto 70, ya con tres goles a cero en contra. Los minutos de la basura para la que fuera balón de oro.
En su lugar jugó Jenni Hermoso, que no estuvo fina. No fue culpa suya porque España nunca estuvo en el césped. Solo una mujer mostró que está cuatro peldaños del resto de las futbolistas. Aitana Bonmatí se ofreció, buscó, disparó y se desmarcó todo lo que pudo hasta que las piernas respondieron.
Ahora toca ir a por el bronce. Un bronce que podrá subir a nuestro medallero, pero que se antoja corto, después de las aspiraciones que buscaba España. Después, además, de que España ya ganara en fase de grupos a Brasil.
España maquilló el resultado con un gol de Salma, insuficiente, pero demostrando que aún quedaba orgullo. Pudo llegar la épica si la madera no hubiera repelido un latigazo de Putellas. Demasiado bonito, demasiado premio. Demasiado sueño porque Brasil anotó el abultado y sonrojante 1-4, tras otro error defensivo.
Para más inri, España tuvo que soportar un descuentazo de quince minutos. Un día la FIFA y los que mandan en el fútbol deberán sentarse seriamente para tratar de poner orden en una de las lacras de este deporte como es la pérdida de tiempo. Pero, por ahora, parecen importar otras cosas menos relevantes pero que dejan los bolsillos más llenos. En este alargue también sirvió para que Salma, que estaba inédita en estos JJOO, anotara su doblete más triste de su carrera.
El oro tendrá que esperar y las reflexiones también, pero toca hacerlo. Y mucho. Ojalá llegue el bronce para continuar engordando el medallero.
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