En el último canje de prisioneros entre Rusia y varias potencias occidentales dirigidas por Estados Unidos, uno de los sujetos intercambiados fue el hispano-ruso Pablo González o Pavel Rubtsov, quien había trabajado como periodista freelance para varios medios. La Fiscalía de Polonia pedía, y pide aplicar el Código Penal por delitos de espionaje para una potencia extranjera. La aplicación de dichos artículos, el 130.1 y el 130.2, suponen pena de cárcel que puede llegar hasta ser cadena perpetua, después de la reforma legislativa de otoño donde se incrementaron las condenas en este delito.

Sobre el caso hemos visto una ola de desinformación contra Polonia. Se han puesto en tela de juicio sus principios democráticos y hay quien defendía que Vladimir Putin protegía más la libertad de expresión que el gobierno español o polaco.

No es casual que aparezcan como manadas de lobos las cuentas anónimas en redes sociales que piden que debemos tener la libertad de expresión o de prensa de Moscú. Ni tampoco que desde ciertos sectores de la izquierda se agradezca públicamente al líder ruso su gesto. Uno de los principales relatos difundidos es que Pablo González estaba incomunicado y preso sin cargos en una prisión polaca. No es cierto, ni una cosa, ni la otra, pues tenía contacto directo con sus abogados, tal como ellos mismos han dicho, y había unos cargos presentados contra él en base al artículo 130.1 del Código Penal de Polonia por espionaje.

La prisión preventiva es un mecanismo de protección contemplado y avalado por la Unión Europea, para que la persona no huya, se esconda o siga espiando mientras dura el juicio. Es importante destacar que siempre la prisión provisional resta a los años de condena, incluido en Polonia donde puede prorrogarse indefinidamente. La Corte Europea de Derechos Humanos ha indicado a sucesivos gobiernos polacos que introduzcan reformas legales para que nadie pueda pasar ocho años sin juicio, como ha ocurrido en algún caso. Es decir, no hay una saña específica en el caso de Pablo González, si bien es una asignatura pendiente en Polonia.

A los propagadores de fake news no les importa realmente lo que suceda con Pablo González, su función es otra. Sus mensajes contra Polonia se deben a que es el principal aliado de Ucrania en la Unión Europea. De esta manera, al difundir y calumniar la democracia polaca, se busca generar una ola de tensión para que esté mal visto en otros países de la UE relacionarse con Varsovia.

Polonia es el país de la UE que más refugiados ucranianos ha acogido, que más apoyo militar ha brindado a Kiev, y también es uno de los pioneros de la reforma militar europea. Resulta un país con un gobierno incómodo para los intereses de Rusia. Y más inconveniente es la situación si este país se coordina con Francia, España, Portugal, Italia o Alemania, pues reduce la zona de influencia rusa a sus fronteras, y nada más. 

En Polonia también hemos visto una campaña para restar credibilidad al gobierno de Donald Tusk, pues el exministro de Ley y Justicia (PiS) Mariusz Kamiński ha creado el relato de que el intercambio donde estaba Pablo González iba contra los intereses de Polonia, pues realmente se tenía que haber conseguido la liberación de Andrzej Poczobut, de la minoría polaca de Bielorrusia, preso por el dictador Lukashenko.

No es la primera vez que el PiS toma una posición que se enmascara de patriotismo, cuando en el fondo no deja de ser una posición favorecedora para Moscú. Un ejemplo serían los parones de campesinos polacos frenando la exportación de trigo ucraniano, el bloqueo de carreteras y vías de ferrocarril estratégicas para el aprovisionamiento de Ucrania por motivos proteccionistas, o generar cierta desestabilidad al nuevo gobierno polaco considerándolo poco patriótico. Pero hay un factor que ayuda a entender esto, y es que el Fidesz liderado por Viktor Orbán y el PIS son aliados en muchos aspectos, y el modelo de los derechistas polacos es llevar Hungría a Polonia.

La campaña de desinformación de Rusia busca causar divisiones internas en los países de la UE, sobre todo en los díscolos como Polonia"

La campaña de desinformación de Rusia busca causar divisiones internas en los países de la UE, sobre todo en los díscolos como Polonia. A este propósito sirven tesis como poner en cuestión la legitimidad institucional en Polonia, la defensa de sus intereses al excarcelar a un agente del GRU sin obtener nada a cambio (en teoría) o la supuesta defensa de la libertad de expresión de Putin con esta liberación.

Actualmente el gobierno polaco ha revisado y echado por los suelos gran parte de las reformas autoritaritarias del anterior gobierno, de la misma forma que se ha abierto a reformas legislativas y políticas para situarse entre los países europeos en calidad democrática y libertades. El Consejo de Europea y la Comisión Europea lo han premiado con más fondos comunitarios, y se espera que haya más reformas para que haya más sincronía entre Bruselas y Varsovia.

A pesar de lo que muchos buscan, Polonia ya no es un país que esté en la órbita rusa, sino un Estado democrático soberano e independiente. Y todo parece indicar que en las próximas elecciones presidenciales, en la primavera de 2025, se reafirmará en las urnas esta vía, a pesar de las fake news.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED), y politólogo (UPF). Especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas.