7 de julio, San Fermín. 9 de agosto, San Fermín también. España se ha encomendado a otra perla del fútbol nacional y camino de eclipsar al mundial. Nuestras selecciones se han acostumbrado a vivir en una gran fiesta parecida a las que los pamplonicas disfrutan a base de vino, charangas y comida. Y qué mejor que unirse a ella.

Si la España absoluta ya se trajo de Alemania la Eurocopa, la sub 23 ha encontrado el oro en París 2024, volviendo a recuperar una medalla 32 años después. El fútbol español vive uno de los mejores momentos de su historia, recordando a aquella generación liderada por Iniesta, Xavi, Torres o Villa que bien pudo iniciarse con la de Kiko, Ferrer, Solozábal o Abelardo en Barcelona 92.

La selección dirigida por Santi Denia, además, no ha titubeado en ninguno de sus partidos. Y cuando lo ha hecho, ha sacado la casta que se le presupone a los campeones. Este equipo lo ha demostrado sobradamente.

Porque el partido no empezó de la mejor manera. Contra el anfitrión, con un estadio repleto de camisetas azules y con un ambiente digno de una final de la Copa del Mundo. Además, España tuvo que reponerse del primer gol francés tras una cantada de Arnau Tenas. El guardameta dio un paso en falso y un balón facilón acabó siendo un dolor de muelas.

Ahí apareció Fermín. El futbolista del Barcelona, sin los titulares y la buena prensa de otros, volvió a sacar su amplio repertorio futbolístico. Dos goles en el área como si del mejor delantero se tratase. Pero no nos olvidemos que no lo es. Y eso es lo mejor de estos futbolistas.

Baena, jugador desterrado y repudiado por buena parte del fútbol nacional por ciertas cuestiones contra cierto club de la Castellana, se unió a la fiesta con un soberbio gol de falta. El joven talento del Villarreal tampoco cuenta con los titulares y la prensa que otros porque no juega en el lugar adecuado. Y ha osado a revelarse contra lo establecido. Por eso, tal vez, es tan bueno.

Francia mete miedo

Con el 1-3, tocó sufrir antes de otro descuento de aúpa. Ay, los descuentos de este fútbol moderno. 8 minutos adicionales que sirvieron para que Francia dispusiese de dos claras oportunidades salvadas por un Arnau recuperado de su fallo en el primer gol.

Con el inicio de la segunda parte, España tuvo que volver a apagar fuegos en defensa. Francia, con más físico que talento inquietó durante gran parte de la segunda mitad. Sin embargo, Barrios, la joya del Atleti, cogió el balón con la tranquilidad del que coge sitio en primera línea de playa. Paseo por un lado, por otro y que pasen los minutos bajo el calor y a por una cerveza. O a por un oro, depende de como seas de bueno en esto del deporte.

Pero como en la playa, en el fútbol también se sufre si te despistas. Un vecino que te come terreno en tu espacio vital de arena o un equipo que te come metro a metro a base de empuje. Y eso hizo Francia. Con más corazón que cabeza, los galos metieron decena de balones desde banda y tanto va el cántaro a la fuente que gol. Diez minutos y a sufrir.

Denia movió el banquillo y dio respiro a unos jugadores que llegaron fundidos al final del partido y de la competición, entre ellos Fermín, que acabó con molestias. Y todo lo malo que podía pasar, pasó. Los vecinos nos ganaron todos los espacios y nos hicieron dos goles en apenas ocho minutos. El tercero casi agonizando la final. De penalti, malditos once metros que se han cebado con la Selección.

A la prórroga

Con el gol galo y España en la lona, España gozó de un tiro al palo antes de llevarnos a la prórroga. Durante el período extra, los sub 23 volvieron a coger el liderazgo del partido que se plasmó con un golazo soberbio de Sergio Camello.

El ex delantero del Atlético de Madrid y actual del Rayo Vallecano recibió todo el trabajo que ha hecho hasta volver a donde se merece. La élite del fútbol. El delantero estaba llamado a ser uno de los grandes delanteros españoles de los próximos años, pero una rotura del ligamento cruzado le ha lastrado durante mucho tiempo.

El melillense se plantó delante del portero y con una suavidad exquisita levantó el esférico para silenciar todo París. Aún tuvo tiempo para marcar otro, al final de la prórroga y colgarse el oro. Un oro que terminó llegando tras volver a sufrir, pero esa es otra historia. Porque qué son 32 años y qué es volver a ganar a Francia en una final. Y qué es ganar en casa del anfitrión. Viva el fútbol. Viva San Fermín.