La Comisión de Coordinación y Seguimiento de las Actividades de los Buques Oceanográficos (COCSABO) es el órgano encargado de uno de los principales músculos de investigación de España: la flota oceanográfica. Se trata de nueve barcos que, bajo la bandera española, exploran los mares y océanos del mundo. Aunque cada uno está especializado en algo distinto y tiene su propia región de operación.

Quizás el más conocido de todos sea el Hespérides, un buque de la Armada Española con base en Cartagena. Su equipamiento le permite realizar trabajos de geología, geofísica marina, hidrografía, oceanografía física y química, biología marina y monitorización del océano con vehículos remolcados profundos y vehículos operados remotamente. Durante el año opera en el el Mediterráneo y los océanos Atlántico y Pacífico, pero en el verano austral su misión principal es otra.

Al tener un casco reforzado puede navegar por las zonas polares de la Antártica y el Ártico. Algo que le ha permitido participar en más de una veintena de campañas antárticas españolas, y en una campaña en el Ártico en 2007, desde su botadura en 1990. En resumen, el barco se encarga de dotar de apoyo a las bases españolas que hay en la Antártida. Joan Riba, jefe de la base Juan Carlos I, gestionada por el CSIC, ya explicó a este periódico que su misión es transportar todo el material científico y la comida (congelada y seca) que los habitantes de la base necesitarán.

El pasado 14 de mayo el Hespérides regresó de su última campaña antártica, en la que España invierte, de media, 10 millones de euros al año. En 2024 nuestro país desarrolló 30 proyectos de investigación en esa región, entre los que había un estudio de los cambios en el comportamiento de los pingüinos por el cambio climático, un análisis de las especies invasores de la zona y una exploración de cómo el calor geotérmico de los volcanes podría producir electricidad. El Hespérides desarrolló seis de estos proyectos de investigación en el entorno de las Isla Shetlands del Sur.

La flota del CSIC

La Unidad de Tecnología Marina (UTM) del CSIC es responsable de tres buques oceanográficos. El primero es el Sarmiento de Gamboa, botado en 2006 y especializado en el estudio de la circulación oceánica global, la biodiversidad marina, los recursos pesqueros y el cambio climático. Dispone de equipamiento científico y técnico para desarrollar trabajos de geofísica, oceanografía, biología y geoquímica Marinas. Cuenta con tecnologías avanzadas en cuanto a sistemas de navegación (como el posicionamiento dinámico) y fue el primer buque oceanográfico español en el que se pudo trabajar con vehículos operados por control remoto de altas profundidades. Salvo en regiones polares, su área de operación es global. Su base está en Vigo.

El García del Cid lleva en funcionamiento desde 1979. Sus áreas principales de trabajo son el Mediterráneo Occidental, la zona ibérica del Atlántico y las Islas Canarias. Su equipamiento le permite realizar investigación marina oceanografía, geología y geofísica, así como en investigación pesquera experimental con artes bentónicos y pelágicos, o investigación de fitoplancton, zooplancton e ictioplancton. Está equipado con laboratorios húmedo y seco, pórtico en popa y chigres para trabajos en cubierta (20 m2), y tiene una buena capacidad de maniobra para el fondeo y recogida de boyas, correntímetros, trampas de sedimentos, etc. Tiene su base en Barcelona, aunque su mantenimiento se realiza en Vigo.

El último de los barcos del CSIC es el Mytilus, cuyo ámbito de investigación es costero. Está concebido para trabajos de biología marina, oceanografía física y geología marina, y está disponible para su utilización por universidades, centros públicos de investigaciones marinas y entidades privadas. Botado en 1997, su base está radicada en Vigo.

Los buques del IEO

El  Ramón Margalef y el Ángeles Alvariño se botaron en 2011 y 2012, respectivamente, y son dos buques prácticamente gemelos, que desarrollan su actividad en el ámbito nacional y en mares adyacentes. Están especialmente diseñados para la investigación oceanográfica y pesquera, incluyendo el estudio integrado de los ecosistemas, y cuentan con tecnología puntera para estudiar la geología marina, oceanografía física y química, biología marina, pesquerías y control medioambiental. El segundo, además, aporta a la flota oceanográfica nacional y europea un laboratorio flotante dotado con las últimas tecnologías.

"Ambos buques han sido la referencia y el modelo a seguir, al menos a escala europea, para la nueva generación de buques oceanográficos de tipo regional, lo que ha colocado a la industria naval española –y en concreto a los astilleros de Vigo– en una posición de vanguardia que les permite a día de hoy competir internacionalmente de forma ventajosa en este nicho de mercado", afirman desde el Instituto Español de Oceanografía (IEO), el organismo encargado de estos barcos y de los tres siguientes.

El Francisco de Paula Navarro, construido en 1987, es un barco polivalente para pesca y oceanografía, utilizado habitualmente en campañas por toda la costa española y principalmente en el noroeste Atlántico, sur Atlántico y Mediterráneo. Tienen su puerto base en Palma de Mallorca, y dispone de un laboratorio de unos 15 m², con zonas seca y húmeda, con preinstalación para aparatos de medida, filtración, etc. y en cubierta mesa de triado.

El Lura se emplea en campañas de oceanografía y ecología costera, principalmente en aguas de Galicia, tiene su puerto en Vigo y cuenta con un "pequeño local que se puede utilizar como laboratorio, según el IEO. Del último buque, el José María Navaz, sorprende ver que apenas hay información oficial, aunque Diario Atlántico informó de que tiene también tiene su base en Vigo.

El décimo barco, en camino

Con todo, la joya de la corona está por llegar. Y es que el CSIC está ultimando la construcción del 'Odón de Buen’, que será el buque más grande de toda la flota de investigación oceanográfica española. Tiene 85 metros de eslora y 18 de manga, y podrá estudiar los ecosistemas, hábitats y fondos marinos en todos los océanos del mundo (incluidas las zonas polares) en profundidades superiores a los 6.000 metros. Tendrá capacidad para albergar a 58 pasajeros, y su autonomía será de unos 50 días de navegación. Además, está diseñado para ser especialmente silencioso, y cuenta con los sistemas más avanzados para respetar el medio ambiente y un equipamiento científico de vanguardia, con ecosondas, vehículos no tripulados, sistemas de muestreo, dragas y 500 m2 de laboratorio.

"Se trata de un barco multipropósito y de ámbito global, que será el buque insignia de la flota científica española", a aseguraron desde el CSIC en 2022, cuando pudieron en marcha el proyecto, que cuenta con una inversión aproximada de 85 millones de euros. Precisamente esta semana el medio especializado Puente de Mando informaba de que la entrega oficial y el bautizo del barco están previstos para el próximo 4 de octubre en el puerto de Cádiz, aunque lleva a flote desde julio de 2023.