Las cada vez más frecuentes olas de calor ponen en riesgo la salud de mayores y enfermos. Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) daba ayer a conocer que sólo en 2023, murieron en Europa más de 47.000 personas a consecuencia del calor.

El desenlace de esta temperatura extrema puede ser fatal: en los tres últimos días, han fallecido tres hombres a consecuencia del calor. Tener ciertas enfermedades dispara hasta un 30% el riesgo de morir o de acabar ingresado por calor, y muchos medicamentos comunes agravan los efectos nocivos de las altas temperaturas.

Ni farmacias ni herbolarios

El calor agrava los efectos de los medicamentos y contribuye al empeoramiento de las patologías que tratan, tal y como ha explicado a Efe Pilar Cubo, coordinadora del grupo de trabajo de Cronicidad y Pluripatología de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Por ejemplo, los antidepresivos y antihistamínicos limitan la sudoración, y los fármacos neurolépticos alteran la termorregulación central, que permite mantener una óptima temperatura corporal.

Por ello, se recomienda revisar los tratamientos durante la época estival. También identificar aquellos fármacos que alteran la adaptación del organismo al calor, retirando los que no sean estrictamente necesarios. Ninguno ha de tomarse sin prescripción, incluidos los productos de herbolario.

Los diuréticos de herboristería, por ejemplo, favorecen la deshidratación; y los antihipertensivos pueden impulsar una reducción del flujo sanguíneo en los órganos. Los enfermos de diabetes, cuyo ingreso en hospitales aumenta un 30% en verano, pueden tomar antidiabéticos que dañan la funcionalidad del riñón a causa del calor.

El perfil de riesgo

Mientras que las personas sanas pueden tolerar mejor una variación de su temperatura interna sin mayores consecuencias en sus condiciones físicas y mentales, los grupos de riesgo están menos expuestos a una reacción fisiológica de defensa a partir de los 37ºC.

El envejecimiento altera la sensación de calor y sed en los mayores, disminuyendo su capacidad de termorregulación mediante la transpiración. La dependencia o discapacidad les hacen ser todavía más vulnerables. En lo que llevamos de año, el Sistema de Monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) ha estimado 1.604 muertes atribuibles al exceso de temperatura, de las cuales 1.545 (el 96%) se ha producido en mayores de 65 años. De ellos, el 88,2% tenía más de 74.

Pero no todo es edadismo cuando el enemigo es el calor. Vivir en condiciones desfavorables, en la calle o desempeñar trabajos en el exterior con una elevada exposición a ambientes calurosos encona los estragos de las temperaturas en las personas. Según Efe, siete de los 24 fallecidos por golpes de calor el año pasado reunían factores de riesgo sociales o ambientales, otros siete se encontraban trabajando y tres estaban practicando actividades deportivas o de ocio.

Así, las sugerencias no cambian se tenga la edad que se tenga: estos días, procura beber agua con frecuencia, aun si no tienes sed, y ofrécesela a los más vulnerables, sobre todo a pacientes con deterioro cognitivo; evita la exposición solar en las horas de más calor; utiliza ropa ligera; permanece en lugares frescos y refréscate a menudo. Es la única manera de hacer que tu verano no se convierta en un infierno.