La Historia del Arte no ha sido siempre justa con todos los pintores. Ese es el caso de Bartolomé Bermejo (hacia 1440-1501) quien pese a que no fue un pintor que vivió dignamente de su trabajo pasó desapercibido para la memoria del arte. Bartolomé de Cárdenas, apodado el Bermejo por el color de su pelo y los brillos de los ojos en sus obras, vivió tan dignamente de su trabajo que con mucha frecuencia abandonaba sus trabajos a medias y tenían que terminarlo otros.
Con su muerte su nombre desapareció con él y no fue hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX que su figura adquirió relevancia cuando se inició el interés por la pintura medieval. Es ese momento Bermejo se puso en el foco de los expertos en arte por su maestría. Hasta entonces sólo la Piedad Desplà era una obra conocida. Los primeros años del siglo XX el estudio de su obra y la elaboración de su catálogo pasaron a ser el objetivo central de muchos estudiosos, entre los que destaca el historiador valenciano Elías Tormo. Y con el éxito llegaron las falsas obras de Bermejo.
Su obra se puede ver en la antológica que el Museo del Prado dedica a su figura junto con el Museu Nacional d’Art de Catalunya. Se trata de la primera muestra dedicada en el museo a un pintor del siglo XV. Además de sus monumentales cuadros en la exposición se pueden ver algunas obras falsas de pintores que quisieron aprovecharse de su reaparición en el mundo del arte para meter en su catálogo algunas obras "nuevas". La mejor prueba de que Bermejo había regresado al mundo del arte, ya convertido en mercado.
Se trata de la primera muestra dedicada en el museo a un pintor del siglo XV
La pinacoteca compensa temporalmente su escasez de obras de arte medieval con esta muestra de 48 piezas de una "figura monumental poco conocida, pero comparable con los grandes maestros internacionales del Quattrocento", como ha manifestado el comisario de la exposición Joan Molina. El comisario ha calificado al maestro de "genio de la pintura capaz de elaborar un lenguaje pictórico que trasciende épocas". "En su obra hay una combinación de un extraordinario dominio técnico así como de una increíble capacidad de innovación, pese a tratar en su mayor parte de pinturas religiosas". El óleo era en aquel momento una técnica nueva y Bermejo le sacó partido con obras de gran potencia cromática.
San Miguel triunfante sobre un demonio con Antoni Joan de Tous es una de las obras monumentales que se pueden ver en la exposición y que ponen de relieve ese uso singular del óleo para obtener colores muy poderosos.
Judío converso
El origen de Bermejo como judío converso marcó su vida y obra. Miguel Falomir, director del Museo del Prado, ha destacado que estos problemas de identidad con los que tuvo que vivir marcaron su vida nómada ya que tuvo que cambiar muchas veces de lugar de residencia por las "cortapisas" que encontró. "Trabajó con ricos judíos conversos en una época muy complicada. Varios trabajos eran encargos de clientes que querían escapar a las sospechas de la Inquisición, y Bermejo también buscaba argumentos para avalar su situación de converso", asegura Molina.
La exposición permanecerá en el Prado hasta el 27 de enero y, desde el 14 de febrero hasta el 19 de mayo en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, que ha prestado el contenido completo de la sala que lleva su nombre en el museo barcelonés.
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