El Fondo de Reserva de la Seguridad Social, más conocido como la 'hucha de las pensiones', se sigue vaciando, pero no porque haya habido nuevas disposiciones para pagar las pensiones públicas, sino porque está completamente invertido en deuda pública con rentabilidad negativa.
Así lo ha advertido el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, durante su intervención en la Comisión del Pacto de Toledo, en la que incluso ha cuantificado esta vía de agua: el Fondo contaba con 8.085,37 millones de euros a precios de mercado al cierre de 2017, pero al estar invertido en deuda española con rentabilidades negativas entre el 0,1% y el 0,4%, está teniendo que 'pagar' por esas inversiones, lo que ha menguado sus recursos disponibles hasta los 8.061,56 millones de euros, unos 24 millones menos.
Este perjuicio podría haber sido mayor si la Seguridad Social ni hubiera 'jugado' invirtiendo bien en letras o en bonos, dependiendo de la cuál era en cada momento la opción más ventajosa, según fuentes de la Seguridad Social. No obstante, el Fondo no ha podido escaparse del impacto del escenario de tipos bajos e incluso negativos.
El Gobierno alerta de la vía de agua
Y es que el Fondo "tiene situado todos sus valores en rentabilidad negativa", según ha precisado Granado, quien ha criticado que el Gobierno cambió de criterio en la política de inversiones en enero de 2017, y depositó todas en deuda española a corto plazo para garantizar siempre su liquidez ante la incertidumbre sobre cuáles serían las necesidades de gasto de la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS).
Para empezar, por Ley, el fondo tiene que invertir sus fondos en activos de deuda pública española y extranjera de alta calidad (que puede alcanzar un máximo del 55% del valor nominal del fondo), y esta deuda ha arrojado rentabilidades negativas.
Desde 2014, los gestores de la hucha de las pensiones han centrado el 100% de los fondos en títulos de deuda nacional, en un movimiento que no solo representaba un respaldo a la deuda pública nacional sino también un modo de huir de los bajos rendimientos -cuando no negativos- que ofrecían las letras y bonos de Alemania, Francia o los Países Bajos.
Pero en los últimos años y, sobre todo, a raíz del inicio del plan de compra de deuda (QE) del BCE, la deuda española ha seguido un camino paralelo, con caída de sus rentabilidades a niveles mínimos históricos e incluso negativas cuando no negativas.
Con el vaciado del Fondo, hasta los poco más de 8.000 millones desde los casi 69.0000 alcanzados en 2011, ya se produjo un deterioro del rendimiento neto de los activos , con un declive del 93,5% en 2017, hasta apenas 173 millones de euros, desde los 2.664 millones de un año antes.
El resultado del fondo no bajaba de los 2.000 millones de euros desde 2008 y solo en los tres primeros ejercicios de vida del fondo el resultado fue inferior, cuando también contaba con una baja cuantía.
Pero además, el Fondo de Reserva no ha sido capaz de sustraerse del impacto que se deriva de los tipos de interés en terreno negativo, sobre todo por su vocación de inversor a corto plazo -el 86,55% de su cartera está invertida en títulos de corto plazo-, lo que le expone en mayor medida a este escenario.
Se desploman los retornos
Así los títulos adquiridos en 2017 por los gestores del fondo presentaba una tasa de retorno (TIR) del -0,372%, lo que derivó una rentabilidad interanual del -0,12%, a pesar de que el rendimiento de los activos en cartera respecto a su valor nominal se mantuvo en zona positiva, con un 1,07%, que supone, no obstante, la cifra más baja desde su creación en el año 2000.
Ya en 2018, esta dinámica se ha traducido en una pérdida contante y sonante de más de 24 millones de años y eso, a ojos del Gobierno, es un motivo para plantearse reformas en el fondo.
¿Qué se puede hacer?
Según ha avanzado Granado, sería preciso revisar la política de gestión del Fondo de Reserva y volver a plantear inversiones tanto a corto como a largo plazo, para poder esquivar las actuales rentabilidades negativas de las letras, para depositar las inversiones en 'papel' más a largo plazo, que sigue teniendo rentabilidades positivas.
El secretario de Estado de Seguridad Social ya deslizó hace unas semanas en un acto organizado por el Consejo General de Economistas la necesidad de abrir el debate sobre la posibilidad de rellenar el Fondo con recursos procedentes de los Presupuestos.
Esta vez en sede parlamentaria, ha admitido que las aportaciones que hacen las mutuas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales al Fondo de Reserva no pueden aumentar más --ingresaron 550 millones más el pasado mes de julio-- y que la evolución del empleo y los salarios, aunque positiva, no es suficiente para rellenar en el corto plazo la hucha, por lo que ha concretado aún más que debería plantearse un trasvase desde el superávit que a día de hoy presenta el Servicio Público de Empleo (SEPE).
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