La proa apunta al Mediterráneo. Un navegante empuja su pequeña embarcación de madera, marcando en la arena el sinuoso trazado de su recorrido. Al llegar a la orilla, un ligero impulso, un pequeño salto y está sobre ella. Una única vela como acompañante en un navío de poco más de 5 metros de largo y apenas 98 kilos de peso. El patín catalán prescinde de timón: su patrón dirige sus movimientos sobre la cubierta.

Tomando el sol desde la playa visualizas a este marinero. Parecía imposible, pero navega a toda velocidad, en una estructura menuda y amaderada dependiente de un individuo que no hace más que moverse de proa a popa, colgándose por banda y dominando un intranquilo barco sometido a los vientos. Dominar la embarcación es, en esencia, dominar las aguas.

Un navío muy del Mediterráneo

El patín de vela catalán es la embarcación tradicional con la flota más numerosa de España, según la Asociación Deportiva Internacional de Propietarios de Patines a Vela (ADIPAV). Frente al elitismo y la exclusión de otro tipo de embarcaciones, se presenta una náutica singular, que ya no se reparte únicamente por Cataluña, Andalucía o Valencia, sino que alcanza las costas francesas, belgas y holandesas.

Empezó siendo un ceñido artilugio propulsado a remo. A finales de la década de 1920, a esta pequeña embarcación se le añadieron dos cascos, un palo y una vela. Aún rudimentario, este pequeño patín a vela se extendió rápidamente por todo el litoral catalán.

No fue hasta 1942 que los badaloneses Luís y Emili Mongé, dos hermanos que se dedicaban a la exportación de madera, diseñaron las formas de los cascos del patín de vela actual: los dos iguales pero diferenciados notablemente en proa y popa, evitando así la deriva del navío.

Ahora, los patines son prácticamente iguales a los de aquella época, a partir de un molde de ya más de 60 años. La afición continúa muy viva hoy en día en Cataluña, siendo la única embarcación de ocio y competición a vela creada en la comunidad catalana.

Es por esta tradición histórica y actual que la ADIPAV aboga por el reconocimiento del patín catalán como patrimonio cultural de Cataluña. Oriol Carrasco, vicepresidente de la organización, comenta a El Independiente que están "trabajando para que la Generalitat lo reconozca como embarcación genuina de la Comunidad. Es algo que empezamos pero, tras el periodo de elecciones, se ha quedado un poco parado".

Barcelona, Badalona, Cubellas... ciudades en las que, a través de la ventana, ves un paisaje mediterráneo protagonizado por este navío. El patín de vela ya forma parte del paisaje marítimo de Cataluña. "Creemos que tanto estas ciudades, como Cataluña y el Gobierno de España han de apoyar esta parte cultural del país", defiende Carrasco.

Una competición en la que exhibirse

Cataluña es también la sede de la Louis Vuitton 37ª America's Cup, una competición naval de vela que culminará el próximo 12 de octubre, en una regata final entre el ganador de las fases previas y el defensor del título: el Emirates Team New Zeland.

Nuestro austero velero catalán ha tenido que luchar por su lugar en esta competición tras, en un principio, no contar con ello. Pese a celebrarse en su lugar de origen, la ADIPAV ha tenido que hacerse valer para lograr que el patín catalán tenga su hueco en la Copa América, en "una regata de exhibición que espera contar con 300 patines: un récord, al no haber habido nunca tantos juntos".

Esta demostración tendrá lugar los próximos 19 y 20 de octubre. Este pequeño barquito no es muy conocido fuera del entorno de la navegación recreativa, pero, cual modelo, desfilará en una exhibición que será "una buena oportunidad para enseñarlo a todo el mundo. Al mundo de la vela en general". El patín catalán existe, y todavía hay mucho océano que navegar.