En bancarrota y flirteando con el Estado fallido, Líbano hizo sonar la alerta la semana pasada. La última planta de producción de electricidad dejó de funcionar tras agotarse el combustible y, en plena escalada con Israel y entre tambores de guerra, el país se veía abocado al apagón.

Argelia es uno de los países árabes que ha acudido a la llamada de socorro. La compañía estatal de hidrocarburos Sonatrach inicia este jueves el envío de 30.000 toneladas de petróleo en una primera carga al Líbano para ayudar a superar la crisis eléctrica que atraviesa.

En un comunicado de prensa en su página oficial de Facebook, la compañía indica que esta primera carga, de acuerdo con las directrices del presidente, Abdelmadjid Tebboune, se envia este jueves al Líbano desde el puerto petrolero de Skikda (noreste) a través del buque cisterna "Enker", afiliado al gigante grupo de Sonatrach, informa Efe.

La misma fuente ha precisado que esta operación tiene como objetivo "apoyar al hermano Líbano en estas difíciles circunstancias, proporcionándole inmediatamente cantidades de combustible para operar plantas de generación de energía y restablecer la electricidad en el país".

"Esta iniciativa refleja el firme compromiso de Sonatrach de apoyar las decisiones del Estado argelino y fortalecer los lazos fraternales con el Líbano, lo que refleja el espíritu de cooperación y solidaridad entre los dos países", se precisa en el comunicado.

El domingo pasado Argelia decidió ayudar al Líbano proporcionando "inmediatamente" cantidades de combustible para hacer funcionar las centrales eléctricas y restablecer la electricidad en el país.

El pasado fin de semana, la compañía eléctrica estatal Electricité Du Liban anunció una suspensión de operaciones en la planta de Zahrani (sur), la última en funcionamiento, lo que dejó sin suministro público también al aeropuerto, los puertos marítimos, las estaciones de bombeo y las prisiones.

En condiciones normales, la luz estatal solo llega hasta un máximo de seis horas diarias, por lo que el país depende igualmente en gran medida de la contratación de costosos generadores a diésel y los apagones como el del fin de semana tienen un impacto relativo.

El primer ministro, Nadir Larbaoui, llamó entonces a su homólogo libanés Najib Miqati para informarle de la decisión del presidente "de apoyar a nuestro hermano en estas circunstancias difíciles con cantidades inmediatas de combustible para operar las centrales eléctricas y restaurar la electricidad en el país".

Reservas de combustible agotadas

La decisión se produjo un día después de que la empresa “Electricité du Liban” (EDL) anunciase que sus centrales eléctricas habían agotado sus reservas de combustible, lo que provocó un cierre total de la producción de electricidad hasta que recibiese nuevos suministros.

Con una producción de 999.000 barriles diarios, Argelia es el décimo octavo productor mundial de petróleo, según el portal especializado Trading Economics, lo que le convierte en el tercer país del continente africano con mayores reservas probadas tras Libia y Nigeria.

El ministro de Energía libanés, Walid Fayyad, explicó el lunes que ya han conseguido combustible "en préstamo" para suministrar 200 megavatios a la población y agregó que esperan la llegada de un barco con otro cargamento para el 26 de agosto, según un comunicado.

"Y luego el suministro aumentará gradualmente hasta los 600 megavatios. Esto es lo que teníamos disponible en el pasado a la luz de la relativa estabilidad energética, es decir unas cinco a seis horas", indicó Fayyad al finalizar una reunión al respecto con el primer ministro, Najib Mikati.

El ministro de Energía achacó el último cierre de plantas a problemas burocráticos y aseguró que Irak sigue comprometido a proveer al Líbano de fuelóleo, hasta ahora la única vía de abastecimiento para Electricité Du Liban.

Este último apagón se produjo en medio de una escalada bélica entre el grupo chií Hizbulá e Israel, mientras el Gobierno trabaja para garantizar que haya suficientes reservas de productos básicos dentro del país de cara al potencial estallido de una guerra abierta entre las partes.