La música, incluso sin la política, siempre ha existido y siempre existirá. Pero, al contrario, la política... ¿existiría sin música? Sí, pero perdería aún más credibilidad y aceptación. Es parte del espectáculo. Escribo hoy a la vista de los titulares musicales surgidos tras la Convención Demócrata en Estados Unidos. Tomemos nota: la música ha estado más presente que el propio programa político del partido.

El DJ que hizo historia

A pesar de la enorme decepción del respetable ante la ausencia de las esperadísimas Beyoncé Knowles y la reina del pop actual, Taylor Swift, no ha habido poca música en esta crítica convención.

Para empezar, DJ Cassidy fue el encargado de lanzar la llamada Roll Call, ese momento en el que los delegados de cada estado manifiestan su voto.

Hay que reconocer que la idea es brillante, especialmente por el formato. Si se trataba de dar el micrófono a diferentes estados, eligieron inteligentemente a este DJ, quien se ha especializado en realizar los llamados pass the mic, sesiones mezcladas en las que intervienen en directo, y sin perder el compás, diferentes artistas de un estilo determinado. No importa mucho el estado en el que se encuentren, décadas después de sus respectivos éxitos. Un ejemplo destacado es el homenaje que realizó a los grandes artistas negros de uno de los programas musicales legendarios de la televisión norteamericana, Soul Train.

El listado de canciones que eligió el maestro de ceremonias tenía su mensaje. No faltó "California Love" de Tupac y Dr. Dre, un himno icónico de la cultura californiana; "Lose Yourself" de Eminem, que refleja la lucha y la resiliencia de Detroit, Michigan; "Empire State of Mind" de Jay-Z y Alicia Keys, celebrando la grandeza de Nueva York; "Take Me Home, Country Roads" de John Denver, un clásico que evoca el paisaje de West Virginia; y los asistentes no se libraron del conocido "Despacito" de Luis Fonsi y Daddy Yankee, un éxito global que representa, claro, a Puerto Rico.

¿Tiene usted permiso?

Hay una pregunta que de inmediato asalta a cualquiera que esté en este negocio: ¿tendrán la autorización del artista para usar su canción en la convención de un partido? Se trata de un evento, y se ha de liquidar una cantidad a las sociedades gestoras de derechos para (sí, en teoría) dar su parte a cada uno de los compositores, intérpretes y productores de las piezas grabadas. Sin embargo, no ha habido pocos casos de artistas que, más allá del rendimiento económico, no han autorizado el uso de canciones

Ronald Reagan se apropió del famoso “Born In The USA” de Bruce Springsteen y hasta encontró en el artista la encarnación de los valores patrios.

Fue el propio Bruce el que pidió expresamente que los republicanos dejaran de usar esa canción para sus fines. Él, que más bien se ha mostrado simpatizante del lado contrario, no tuvo ningún problema en arropar siempre a uno de sus amigos, el ex presidente Barack Obama. Con él escribió su libro Renegados (Debate, 2021)

Otro récord de Trump

Es Donald Trump el político que, con diferencia, más quejas y prohibiciones ha recibido por parte de artistas que no desean que sus creaciones formen parte de sus espectáculos. Tenía por costumbre amenizar sus apariciones con una de sus canciones favoritas, y la ponía hasta tres y cuatro veces. Se trataba de una de los Rolling Stones que dice “no puedes tenerlo todo”, "You Can't Always Get What You Want". Hasta que en 2016 la banda de rock más importante del mundo tomó cartas en el asunto para dejar de ser su banda sonora. Exacto, Donald no pudo tenerlo todo.

Adele también tuvo que aclarar que no había dado ninguna autorización al ex presidente para que usara “Rolling in the deep” y “Skyfall” en sus mítines, o incluso en el día de su investidura. Resonó en gigantescos altavoces en toda la capital norteamericana.

Suma y sigue. Neil Young hizo lo mismo con "Rockin' in the Free World", Michael Stipe de R.E.M calificó de “ofensa” el uso de su tema "It's the End of the World as We Know It (And I Feel Fine)", y hasta la familia del difunto Prince envió burofaxes a los responsables de la campaña de Trump para pedir que se dejase de usar “Purple Rain”.

La canción que consiguió una presidencia

Amigos, la música es muy golosa para transmitir mensajes de calado, y eso lo saben bien los políticos. No olvidemos el enorme papel que tuvo en la elección de Obama como presidente un tema que consiguió convertir en canción un discurso político. Fue cosa del músico will.i.am de The Black Eyed Peas en 2008 y contó con la participación de varios artistas y celebridades. “Yes We Can” es hasta hoy la mayor muestra de unión entre política y música.

Mientras Barack lanza ahora su “Yes, She Can” para apoyar a Harris, uno de los mejores músicos de la Historia, Stevie Wonder, no solamente apoyó a Obama cediendo en su momento su legendario tema "Signed, Sealed, Delivered I'm Yours" para su campaña, sino que también apareció estos días para aupar a la californiana. Menudo show. No se pierdan la actuación final.

Primeros acordes políticos

Esta relación polarizada entre artistas musicales y políticos tiene raíces tan antiguas como la propia política. Y fue precisamente en Estados Unidos donde tuvo su primera prueba documentada. Antes incluso de que “La Marsellesa” se convirtiera en himno durante la Revolución francesa, corría el año de nuestro señor de 1768 cuando John Dickinson, un político y abogado estadounidense, creó “The Liberty Song” contra el Imperio británico.

Y en España, ¿cómo suena la política?

El músico contemporáneo que más ha andado cerca de la política en nuestro país, y en alguna ocasión más de lo que él hubiera querido, ha sido Joan Manuel Serrat. Nos dio fe de ello su biógrafo y amigo Juan Ramón Iborra. No solamente sufrió los vaivenes del franquismo con su no participación en Eurovisión, sino que más tarde apoyaría claramente a Felipe González o a José Luis Rodríguez Zapatero en sus campañas. Aunque ya asomó la patita con “Mediterráneo” o “Cantares”, con versos de Machado, en 1985 dejó clara su posición con un clásico que dio casi tanto de qué hablar como de cantar: “Disculpe el señor”, de un álbum titulado simbólicamente Utopía.

En el mismo bando y compartiendo escenario se veía a menudo el barcelonés con Sabina, cuyas inclinaciones políticas son bien conocidas. Ya en 1980 lanzó su proclama reivindicativa con aquel legendario “Pongamos que hablo de Madrid”.

Cercanos al pensamiento de Joaquín encontramos en nuestra historia reciente casos como el de Luis Eduardo Aute con una canción que, aunque no lo menciona explícitamente, denuncia los fusilamientos de la dictadura: “Al Alba”. 

Era 1982 y los inseparables Víctor Manuel y Ana Belén quisieron dejar para la historia su descripción de la transición con su tema “España, camisa blanca de mi esperanza”

Quien haya llegado hasta aquí es posible que tenga la impresión de que este texto escora hacia un lado, y no es el derecho. Si bien es cierto que tradicionalmente los músicos más famosos han sido más reivindicativos por el lado de la izquierda, no olvidemos en nuestro país casos más a la derecha como los de José Manuel Soto.

También por este lado encontraríamos a Julio Iglesias, o a Bertín Osborne, quien no ha tenido nunca ningún reparo a la hora de identificarse como de derechas. El equipo de Buenafuente no se cortó a la hora de llevarlo al extremo en su programa de humor.

Tengo la impresión de que cuanto más avance en la actualidad en esta relación entre música y política, más me meteré en un jardín del que será difícil salir. Así que permítanme zafarme rápidamente de esa perspectiva recordando que a todos aquellos que aspiran a ser elegidos democráticamente les es muy necesaria la música para convencer al electorado. Señores administradores de lo público, sean del color que sean, cuiden al sector. Después de ser elegidos, a ser posible.