Josep Lluis Trapero ha sido nombrado por Salvador Illa director general de los Mossos. Es el mismo hombre que fue elevado a la categoría de mayor de ese cuerpo por Carles Puigdemont en junio de 2017. El entonces presidente de la Generalitat anunció pocos días después que la celebración del referéndum, paso previo a la independencia de Cataluña, se celebraría el 1 de octubre de ese año.

Sí. Trapero mandaba los Mossos el día del referéndum ilegal. Su operativo para impedirlo consistió en el envío de una pareja de agentes a cada colegio electoral, como si de unas elecciones normales se tratara. Sí, Trapero fue el hombre que se negó, verbalmente y por escrito, al nombramiento de un coordinador de las fuerzas de seguridad para prevenir incidentes el 1-O, como había solicitado el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. En su opinión, los Mossos se bastaban y se sobraban para hacer cumplir la resolución judicial de impedir el referéndum.

Sí, Trapero era máximo representante de los Mossos cuando se produjo la reunión del 28 de septiembre de 2017 en el Palau de la Generalitat, con Puigdemont y Oriol Junqueras como interlocutores, en la que el responsable de información del cuerpo, Manel Castellví, advirtió de que el 1-O se produciría una "escalada de violencia", y, ante la decisión del presidente de la Generalitat de seguir adelante con su plan, ni siquiera planteó la posibilidad de dimitir.

Sí, fue el mismo que permitió a una manifestación delante de la Consellería de Hacienda, que tuvo lugar los días 20 y 21 de septiembre de 2017, para impedir un registro judicial. El mismo que delegó en Jordi Sánchez (ANC) y Jordi Cruixart (Ómnium) el mantenimiento del orden ante esa turba, que, además de destrozar un vehículo de la Guardia Civil, obligó a salir por una azotea a la secretaria judicial que estaba cumpliendo órdenes del juez.

Sí, la misma persona que dos días después del 1-0 felicitó a sus hombres: "Hicimos lo que teníamos que hacer". O sea, nada.

Trapero había sido elevado a la categoría de "héroe" por el independentismo por su actuación tras los atentados de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. Era todo un símbolo de la policía patriótica catalana. Incluso se hicieron camisetas con su célebre frase, dirigida a un periodista extranjero que dijo que se marcharía de una rueda de prensa si seguía hablando en catalán: "Bueno, pues molt bé, pues adiós".

Después, ante el Tribunal Supremo declaró que él había sido fiel a la Constitución y que había diseñado un "plan secreto" para detener a Puigdemont y sus consellers si así lo ordenaba el juez. Pero el ex presidente de la Generalitat logró huir escondido en el maletero de un coche el 30 de octubre de 2017.

Illa ha recurrido a Trapero tras destituir de su puesto de mayor a Eduard Sallent, hombre de la confianza de Quim Torra, de infausto recuerdo, tras la humillante huida de Puigdemont el pasado 8 de agosto, cuando pesaba sobre él una orden de busca y captura y tras dar un mitin en el centro de Barcelona. Nada menos que 602 agentes de los Mossos componían el operativo para su detención. Y aún así logró huir en el asiento de atrás de un automóvil. Esta vez ni siquiera tuvo que recurrir a ocultarse en el maletero.

Illa cree que Trapero es un hombre de consenso, que será bien visto por los mossos afines al independentismo y por los que creen que su función es hacer cumplir la ley

El 1-O no hubiera sido posible sin la connivencia del jefe operativo de los Mossos. Así lo declararon ante el Supremo el secretario de Estado de Interior (José Antonio Nieto), el delegado del Gobierno en Cataluña (Enric Milló), y el coordinador de las fuerzas de seguridad (Diego Pérez de los Cobos). ¿Acaso no había otra persona con suficiente cualificación en una plantilla que sobrepasa las 18.000 personas para ocupar un cargo tan relevante?

Yo creo que el nombramiento de Trapero es coherente con el plan de Salvador Illa al frente de la Generalitat, tras su pacto con ERC. Lo que busca Illa no es la eficacia del cuerpo, sino una persona de consenso, alguien que pueda aglutinar las simpatías de los agentes que piensan que su función es hacer cumplir la ley y la de los que piensan que el cuerpo tiene como función colaborar en hacer de Cataluña un estado independiente.

Trapero, que nunca fue independentista, pero sí ambicioso, ha aceptado el reto, porque, al final, supone su total rehabilitación tras haber sido una pieza clave del 1-O.

La lección de los hechos es clara aunque cruel para los servidores de la ley. Mientras que este gobierno destituyó de su cargo (repuesto después por sentencia del Supremo) e impide irregularmente el ascenso a general del hombre que se encargó de seguir los mandatos judiciales el 1-0, Pérez de los Cobos, premia y da honores al hombre que colaboró para que se celebrase la consulta ilegal. Así nos va.