Algunos llevan trajes de neopreno y aletas. Otros se lanzan al mar sin saber nadar mientras sus madres imploran que regresen a casa. La mayoría son menores de edad y parten a nado de la localidad marroquí de Castillejos rumbo a Ceuta. Entre ambas, la frontera que marca el espigón del Tarajal. Es una travesía clásica pero que desde hace unas semanas experimenta un pico de llegadas, en mitad de las llamadas de auxilio de la ciudad autónoma, escenario por enésima vez de una presión migratoria que ha desbordado un 479% sus recursos de acogida.

La crisis ha hecho recordar a algunos las imágenes de mayo de 2021 cuando entre 10.000 y 12.000 personas llegaron a nado a Ceuta en apenas 36 horas. Los números registrados a lo largo de agosto están lejos de aquellas cifras. Ayer las autoridades ceutíes informaron de la entrada irregular de otros 22 menores en las últimas 24 horas, superando la barrera de 500 menores bajo tutela del gobierno de la ciudad. Su presidente, el popular Juan Jesús Vivas, reconoció que la ciudad no puede gestionar sola una crisis de tal magnitud y alertó de que la capacidad de Ceuta está al borde del colapso, por lo que exige “una respuesta coordinada y efectiva” que involucre al Gobierno central y la Unión Europea. “Hemos pasado de tener 150 en enero a 475 ahora, el colapso de nuestra capacidad es manifiesto. Es necesario reiterar la petición de auxilio y socorro, queremos aumentar nuestra capacidad de acogida, a través de mecanismos legales, tratar de derivar menores a la península y resolver la situación de colapso”, recalcó.

Colaboración de Marruecos

“Las entradas que se están produciendo ahora no lo son de forma masiva como ocurrió en mayo del 2021, al igual que ahora es más destacable el número de menores de edad que se echan al agua incluso sin saber nadar porque les puede la desesperación”, deslizan a El Independiente fuentes de Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, el partido local que dirige Fátima Hamed. “La similitud es continua tratándose de un drama humano. Para nosotros, no se trata de números, estamos hablando de seres humanos. Detrás de cada nombre que se registra, hay una vida que se pone en riesgo. Algunos, han sido enterrados sin haberles podido identificar siquiera. Y es aún más alarmante cuando vemos que tantos de ellos son menores de edad, a los que en la actualidad y aunque se intente, no se puede brindar una atención de máxima dignidad a estos niños, porque nuestros recursos están desbordados”, agregan.

Las imágenes de menores llegando en neumáticos empleados como flotadores a la costa ceutí no tienen similitud con las escenas de hace tres años, sostiene en conversación con este diario Mohamed Mustafa, portavoz del también partido local Ceuta Ya. “La única similitud son los discursos del odio y, evidentemente, la cantidad de bulos que han estado circulando”, agrega. A diferencia de hace tres años, opina Mustafa, en esta ocasión Marruecos sí está actuando para controlar su frontera. “Por lo que leo en la prensa marroquí se están produciendo detenciones e incluso se está estudiando aplicar determinadas normas de su ordenamiento jurídico, con fuertes sanciones, incluida la cárcel, para aquellas personas que han incitado a que otros jóvenes lo hagan”, esboza.

Una consideración que secunda Vivas, cuando la noche del domingo centenares de personas -hasta 1.500- trataron de entrar en Ceuta. “Gracias a ese comportamiento y a la colaboración de Marruecos se consiguió evitar el intento de llegar a Ceuta del orden de 300 o 350 personas, que son los datos que nos facilitó la Delegación del Gobierno”, relató. Admitió, no obstante, que la necesidad de adoptar "desde el punto de vista diplomático otras medidas de carácter estructural para la configuración de su propia frontera que nos ayude a ambos a evitar esta presión". Por su parte, la delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, calificó de "extrema" la situación en la que se halla Ceuta, con una media de tentativas de entrada de 500 personas de origen marroquí y argeleino Marruecos y Argelia al día. La llamada de socorro se produce en plena gira de Sánchez por Mauritania, Gambia y Senegal con la lucha contra las redes de inmigración ilegal como trasfondo.

No todos la comparten en la ciudad autónoma. “Todo el mundo le echa culpa a Marruecos, porque aquí todos hemos pasado a Marruecos alguna vez y sabemos el control que ejerce Marruecos sobre su población, que hace lo que hace cuando las autoridades quieren y cómo quieren. Lo que se piensa es que Marruecos lo está permitiendo”, comenta a este diario Enrique Ávila, politólogo afincado en Ceuta.

Todo el mundo le echa culpa a Marruecos, porque aquí todos hemos pasado a Marruecos alguna vez y sabemos el control que ejercen sobre su población

Desesperación de los jóvenes marroquíes

Las sombras también se ciernen sobre las razones que explican este repentino incremento. “Se busca el verano, cuando la climatología es perfecta para dar el salto a nado, pero percibo una especie de contestación al otro lado de la frontera, en Castillejos”, comenta Mustafa. “Hasta la pandemia Ceuta y Castillejos eran dos ciudades fronterizas con una frontera muy porosa. Los vecinos de Tetuán y Castillejos podían acceder a Ceuta sin visado, como excepción de Schengen”, recuerda el político. La situación, incluido el comercio, no se ha restituido desde 2020, con consecuencias económicas para su población. El régimen marroquí creó una zona de actividad económica que buscaba sustituir el tradicional contrabando con Ceuta, un proyecto con resultado incierto. Ayer la prensa oficialista marroquí glosó las bondades del plan  “tras el cierre de los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla al contrabando de alimentos en 2019”.

Para una ONG marroquí, los intentos de llegar a Ceuta son consecuencia de las políticas gubernamentales que perpetúan la pobreza, la exclusión y las desigualdades sociales

“El cierre de la frontera ha incrementado la pobreza en una gran bolsa de población. Se estima que de Ceuta vivían directamente unas 30.000 familias marroquíes. Teniendo en cuenta el número de miembros de un núcleo familiar en Marruecos, son muchas personas”, apunta Ávila. “¿Qué pasa con la juventud? Pues que si no tiene un horizonte, va a intentar buscarlo. Y esto ha sido a lo largo de la historia. Hay que tener en cuenta que Marruecos ingresa más por las remesas de inmigración, que por turismo. A ellos le da igual que sea regular o irregular, le supone un porcentaje muy importante del producto interior bruto”, agrega. Según una encuesta reciente del Barómetro Árabe, el 55% de los jóvenes marroquíes entre 18 y 29 años quiere emigrar. “En la mentalidad de un joven marroquí, emigrar es sinónimo de liberación”, subraya el politólogo ceutí.

Falta de recursos

En un comunicado, la asociación marroquí de ciudadanía y derechos humanos denunció este martes la desesperación que padecen los jóvenes que se arrojan al mar "como consecuencia de las políticas gubernamentales que perpetúan la pobreza, la exclusión y las desigualdades sociales" así como la “falta de programas de integración, rehabilitación y acompañamiento para los jóvenes de familias pobres". La entidad critica también el procedimiento judicial abierto por Rabat contra quienes se internan en el mar.

Para el partido de Hamed, lo que no ha cambiado en los tres años que separan los dos episodios migratorios es “que Ceuta sigue sin tener recursos para afrontar estas situaciones adversas”. “La ciudad y la Delegación del Gobierno no pueden esperar a que la situación sea alarmante para pedir ayuda. Tanto las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, como las Islas Canarias, deberían de contar con un protocolo de actuación perfectamente estructurado y dotado de recursos para poder actuar en situaciones de emergencia. En el episodio del mes de mayo de 2021 se situó a Ceuta en el mapa por parte de muchos, especialmente a nivel europeo. Sin embargo, después de ello, parece que se vuelven a olvidar de que Ceuta es una ciudad fronteriza con lo que hay una serie de cuestiones que deben estar contempladas de manera estructural y perfectamente planificadas”, alegan.

Parece que se vuelven a olvidar de que Ceuta es una ciudad fronteriza con lo que hay una serie de cuestiones que deben estar contempladas de manera estructural

La aduana prometida, en el limbo

El drama humano, el enésimo que vive la ciudad autónoma, corre en paralelo a otra realidad que alimenta la sensación de asfixia, el limbo en el que se halla la promesa de creación de una aduana que abrió el histórico cambio de posición del Gobierno español en el contencioso del Sáhara Occidental. Más de dos años después de la declaración de Rabat en la que ambos países se comprometían a establecerla, el proyecto es una quimera a pesar de las repetidas expectativas del Ejecutivo de Sánchez de que fuera una realidad a principios de 2023. El pasado diciembre en una rueda de prensa conjunta con José Manuel Albares, su homólogo marroquí, Naser Burita, señaló que la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla "no es un problema de compromisos o político, es un problema de implementación técnica". Segundos antes, Albares dijo justamente lo contrario: que por parte de España "todo está listo". Desde entonces no se han producido novedades.

Hay una sensación de incredulidad. Ya nadie se cree lo de la aduana comercial que prometió Pedro Sánchez

“Hay una sensación de incredulidad. Ya nadie se cree lo de la aduana comercial que prometió Pedro Sánchez tras la declaración de Rabat”, responde Mustafa de Ceuta Ya. “Han sido muchísimos plazos incumplidos. No olvidemos a nivel geopolítico donde nos encontramos y el contencioso que Marruecos plantea sobre ambas ciudades autónomas. Eso, quieras o no, lo condiciona todo. Tampoco es que España esté poniendo gran empeño. Aquí se aprobó un plan estratégico que el Gobierno de la nación nos prometió que iba a cambiar el modelo productivo de la ciudad. El Gobierno de la ciudad ha entendido que la frontera debe estar cerrada y lo apuesta todo a las empresas online. Como aquel refrán muy castizo: 'entre todas la mataron y ella sola se murió'”.

Sobre la realidad ceutí subyace la reivindicación del régimen alauí sobre la soberanía de la ciudad, a la que considera “un presidio” que debe ser recuperado. Una proclama a la que no renunció en marzo de 2022, por mucho que Albares presumiera de que el giro copernicano español en el Sáhara partía de la necesidad de proteger a "melillenses, ceutíes, canarios y andaluces". “Debemos ser realistas. Marruecos no puede reconocer unas aduanas comerciales ni con Ceuta ni con Melilla. Con Melilla la tuvo porque se firmó un tratado en 1861 y se mantuvo desde entonces. Pero ahora que las ha cerrado, establecer una aduana comercial es un reconocimiento de facto de que se entra en otro país y Marruecos no va a reconocer que Ceuta y Melilla son otro país diferente”, subraya Ávila.

Ceuta vuelve a sentir los efectos de las complicadas relaciones entre España y Marruecos, en forma de dientes de sierra, con altibajos frecuentes. “Las relaciones de Marruecos con España se rigen por unas normas que no se ajustan a las nuestras. El Gobierno real, el majzén, no está sujeto a la opinión pública ni a un control parlamentario y tiene una capacidad de tomar decisiones que no tiene el nuestro. La relación con España es de conflicto permanente. No asumir la realidad de vivir en una especie de síndrome de Peter Pan nunca ha traído buenas consecuencias. El conflicto es permanente; lo que varía siempre es la intensidad del mismo. Somos su rival en su intención de ser la potencia geopolítica de la zona”, concluye.