A lo largo de la semana pasada, mientras tenía lugar la Convención del Partido Demócrata, Donald Trump sacó tiempo para atacar a Harris y su política migratoria. "Quiere que nuestro país esté abierto a los criminales del mundo para que vengan a violar y saquear", la atacó.

"Ella no mencionará esta noche a las víctimas. No dirá los nombres, ni hablará de ellas, ni expresará remordimientos. Ella querrá hablar de futuro, pero esta gente quiere ir de vuelta al pasado seguro. No habrá futuro en este país con las fronteras abiertas", agitó Trump el miedo a los migrantes en un mitin en Arizona, uno de los estados que decidirán las elecciones y el mismo día en el que la vicepresidenta tenía previsto dirigirse a su partido.

Durante el discurso de aceptación de la nominación como candidata a las elecciones de noviembre, el magnate no dejó de publicar en su red social, Truth Social, evidenciando un nerviosismo que fue aún más evidente cuando llamó a Fox News, donde terminaron cortando su intervención tras diez minutos de digresiones. "¿Por qué no ha hecho ya todo eso de lo que se queja?", "¿dónde está Joe Biden? Ah, en una playa en California" y "ella no está teniendo éxito, soy yo quien está teniendo éxito, quien lo está haciendo genial con los latinos, con los hombres blancos", fueron algunas de sus frases.

A Trump le preocupa que Kamala Harris le haga sombra en lo que al muro se refiere. Y tiene motivos para estar inquieto: durante su discurso, la vicepresidenta se comprometió a asegurar la frontera, firmando el proyecto de ley que el expresidente tumbó y que implica gastar cientos de millones de dólares en el muro -el mismo muro que el expresidente ha prometido fortalecer como mensaje más potente de sus tres campañas a la presidencia del país, junto con la deportación de migrantes ilegales-.

Sé la importancia que tiene la seguridad en nuestra frontera. Recuperaré el proyecto para reforzarla y lo convertiré en ley"

Kamala Harris

"Después de décadas trabajando en que se cumpla la ley, sé la importancia que tienen la protección y la seguridad, especialmente en nuestra frontera. Recuperaré el proyecto de ley bipartidista para el control de la frontera que él tumbó y lo convertiré en ley", dijo Harris. La vicepresidenta desdeña las afirmaciones falsas que Trump hace con respecto al aumento de la criminalidad por culpa de la inmigración ilegal, pero al mismo tiempo es consciente de que la frontera supone una preocupación para buena parte del país. Y el voto de esos preocupados va a ser decisivo en estas elecciones.

Entre dos aguas

La política de Harris con respecto a la frontera no está siendo demasiado evidente. Por el momento la vicepresidenta no está marcando una línea concreta, tampoco está anunciando grandes medidas, ni está dando entrevistas a medios de comunicación donde puedan preguntarle sobre el tema. Impera la discreción, probablemente a consecuencia de lo que sucedió durante los últimos meses de la campaña de Biden, cuando los medios fueron quienes clavaron los últimos clavos en su ataúd, como dicen los anglosajones.

La exfiscal quiere convencer a los de un lado y a los del otro. Como le sucede con la guerra de Gaza, se está viendo obligada a caminar sobre la delgada línea que separa ambas posturas, procurando contentar a las dos partes. Sin embargo, a muchos estadounidenses no les pasó desapercibido que no hiciera ninguna mención a la reforma migratoria que millones de indocumentados llevan años esperando, sobre todo tras las promesas de los expresidentes Barack Obama y Joe Biden. Tampoco habló de su legalización, resaltó el periodista Jorge Ramos, de Univisión, pese a que así lo esperaban muchos latinos.

La decepción entre los más progresistas de su partido se ha hecho notar especialmente cuando su campaña publicó hace unos días un anuncio en el que mostraba el muro entre Estados Unidos y México, pese a que hace años la propia Harris lo atacaba, calificándolo de "anti estadounidense" y un "desperdicio" de dinero público, en especial cuando Donald Trump sacaba el tema. Tras su giro de timón, la campaña del magnate se ha esforzado en tratar de desmentir que la número dos de Biden realmente pueda proteger la frontera, resaltando esas declaraciones antiguas de Harris y esforzándose en dejar claro que ella no va a parar la inmigración ilegal.

Los latinos, votos esenciales

Pero Harris necesita a los latinos para ganar las elecciones. Aquí cabría preguntarse cómo puede beneficiarle prometer ampliar el muro, o incluso cómo puede estar tan cerca de vencer un Trump que promete la deportación masiva de migrantes ilegales. Lo que parece que los demócratas han calculado es que el peor enemigo del último es el penúltimo. Son muchos los extranjeros que apoyan un endurecimiento de la frontera para mejorar sus propias condiciones de vida, y en este sentido el discurso del expresidente es más atractivo, puesto que promete que protegerá las plazas de los colegios de sus hijos, que mejorará sus condiciones de trabajo, que disminuirá los costes de la vida... y que no permitirá que otros lleguen detrás para competir por esos beneficios sociales.

Por el momento, en encuestas las encuestas que se han realizado entre latinos Kamala Harris está registrando mejores resultados que Joe Biden, apuntándose un 6% más de apoyos entre este electorado hispano. Su campaña está siguiendo con atención estas cifras porque dos estados con cifras elevadas de latinos, Arizona y Nevada, serán claves en las elecciones (son swing states, es decir, estados que no votan tradicionalmente ni republicano ni demócrata, sino que oscilan). Pero a día de hoy nadie puede asegurar que los hispanos vayan a preferir a una presidenta dura con la inmigración que a una pro regularización. El 5 de noviembre lo sabremos.