Las pruebas contra el ciudadanos hispano ruso Pablo González, Pavel Rubtsov para el Kremlin, se obtuvieron gracias al sistema de descifrado israelí Pegasus. La información fue recopilada por varios países de la OTAN y acabó en manos de la Oficina de Información Interior de Polonia (ABW). De acuerdo con los datos recabados, Pablo González sería un oficial de la Inteligencia Militar rusa (GRU), según los diarios polacos Gazeta Polska y Rczeczpospolita.

Pegasus es un sofisticado software de vigilancia creado por la compañía privada de seguridad israelí NSO Group. Es complejo y difícil de detectar. Accede a la información de los dispositivos móviles de forma remota. En teoría solo está al alcance de determinados gobiernos. Se activa enviando un mensaje por whapp o una llamada al teléfono que se quiere descifrar. Ni siquiera es necesario que se conteste a la llamada. También actúa como geolocalizador. 

Es el sistema por el que Marruecos habría accedido a los dispositivos de varios miembros del gobierno español, incluido el presidente del gobierno. El juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama sigue ese rastro.

Es posible que a Pablo González se lo instalaran a distancia pero también se sabe que la Inteligencia ucraniana le interceptó a principios de febrero de 2022 cuando se encontraba en este pais. Lo detuvieron y llegaron a acusarle de espionaje pero le soltaron pronto. El servicio español de inteligencia interrogó entonces a su entorno en Barcelona (donde vive su madre) y en el Pais Vasco (allí está su esposa y sus tres hijos). A pesar de esta advertencia, Pablo González decidió volver a Polonia, una vez que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022. 

La conexión con Varsovia

La información también habría servido para presentar cargos contra la periodista polaca, mencionada por la Fiscalía polaca como Magdalena Ch, con quien Pablo González mantenía una relación sentimental. De hecho, el ciudadano hispano-ruso, que durante años colaboró con varios medios españoles como periodista freelance, tenía un domicilio en Varsovia junto Magdalena Ch.

En un principio, ella también fue arrestada junto a Pablo González en la madrugada del 29 de febrero de 2022, en Przemysl, cerca de la frontera con Ucrania. En España, su esposa, Oihana Goiriena, con quien tiene tres hijos, promovió una campaña por su liberación.

Pablo González permaneció en prisión en Polonia hasta el pasado 1 de agosto cuando fue objeto de un canje entre Rusia, EEUU y varios países occidentales. En ese intercambio de prisioneros fue liberado el conocido como asesino de Tiergarten, el agente del GRU Vadim Krasikov, y una pareja que se hizo pasar por ciudadanos argentinos en Eslovenia. Ni siquiera sus hijos sabían que en realidad eran rusos.

Todos ellos, incluido Pavel Rubtsov, fueron recibidos por el líder ruso, Vladimir Putin, quien prometió que les compensaría por los trabajos realizados.

A cambio el presidente Joe Biden pudo enorgullecerse de haber logrado sacar de las garras de Putin a los disidentes Ilia Yashin y Vladimir Kará-Murzá. También fue liberado el periodista del Wall Street Journal Evan Gershkovich, que acababa de ser condenado a 16 años de prisión por espionaje.

Al tanto de información confidencial

Pablo González había permanecido en prisión provisional, que en Polonia se puede prolongar indefinidamente. Ahora se ha sabido que justo antes de su entrega a Moscú había podido leer todas las pruebas recabadas durante la investigación, incluso las confidenciales.

Ejerció su derecho a familiarizarse con el material del proceso, recogido en el artículo 321§1 del Código de Procedimiento Penal, según reconoció el portavoz de la Fiscalía a Rczeczpospolita. "Existe el riesgo de que los expedientes de la investigación contuvieran información valiosa para la Inteligencia rusa", reconocía Piotr Niemczyk, ex alto cargo de la Inteligencia polaca.

Cuando le arrestaron en Polonia, argumentó que quería realizar un reportaje sobre la llegada de inmigrantes ucranianos a Polonia. En su poder las autoridades polacas encontraron documentación española y rusa (su padre es ruso y su madre española, y es nieto de un niño de la guerra). Su nombre fue Pavel Rubtsov hasta los nueve años, cuando sus padres se separaron y se trasladó a vivir al Pais Vasco con su madre. Entonces su madre le inscribió como Pablo en lugar de Pavel y con los apellidos de su padre, González Yagüe. 

También tenía al menos una tarjeta bancaria rusa, que explicó debido a sus frecuentes viajes a Moscú a ver su progenitor. En España la investigación de sus cuentas detectó ingresos mensuales desde Rusia, que Pablo González explicaba por el alquiler de una vivienda familiar.

Entre sus colegas siempre sorprendió que un freelance como él manejara suficiente dinero como para realizar coberturas caras, como es el caso de Ucrania, sin que tuviera asignaciones extraordinarias, o que viajara con tanta frecuencia a determinados lugares como aquellos enclaves de la antigua URSS con repúblicas separatistas. En Varsovia varios colegas señalaron que siempre contaba con equipos de última generación. 

¿De informador a agente del GRU?

Aún no está claro si era un agente de alto rango del GRU o un informador. Si se trataba de un oficial del GRU, cometió fallos graves como no destruir los informes que realizaba. La hija del disidente Boris Nemtsov, a quien conoció en Bruselas en 2016 en un acto vinculado a la Fundación que ella coordina con el nombre de su padre, fue objeto del espionaje de Pablo González, como ella misma ha confirmado en varias entrevistas recientes. 

A Nemtsova accedió como periodista gracias a su conocimiento del ruso y llegó a tener una relación sentimental con ella. Gracias a sus vínculos con Zhanna Nemtosva, accede a información de la Fundación, y establece contactos con disidentes rusos así como con periodistas jóvenes de varios países, posiblemente con el objetivo de reclutar informadores. 

Al principio era un mercenario de la información. Y no lo escondía"

PERIOIDSTA QUE COMPARTIÓ COBERTURAS CON PAVEL

Quienes trabajaron con Pablo González en algún momento de su trayectoria reconocen ahora que había elementos llamativos como sus elevados ingresos o bien su ambivalencia. Podía reconocer en privado que creía que habría invasión rusa en Ucrania un par de meses antes de que sucediera y negarlo tajantemente en sus redes. 

Pero había más pistas. Un colega que compartió viajes con Pablo González pero pide no ser identificado asegura que fue testigo de cómo en 2014 cobraba por llevar a periodistas extranjeros a determinadas ruedas de prensa. "Vi cómo recibía 200 o 300 dólares por llevarme a una convocatoria aunque yo no escribí una línea", señala esta fuente. "En esa época era un mercenario de la información. Y no lo escondía", añade. Este periodista afirma que también lanzaba bulos, como el de las fosas. 

"Nunca pensé que fuera un espía. Jugaba a dos bandas, con los servicios secretos ucranianos y con los otros. Se jactaba de tener una chica en los servicios secretos ucranianos. No me extrañaría que también vendiera información al CNI. Decía que el periodismo era un hobby, que tenía otros negocios", señala esta fuente. 

"En realidad no creía que fuera un espía porque nunca había visto cómo actúan. Menos aún en tiempo de guerra. Pero en aquella época era muy chapuzas y no ocultaba nada", agrega. "Se inventaba historias. Eso también lo he visto, como las fosas. Y yo avisé a varios medios para que tuvieran cuidado, pero miraron a otro lado". 

Otra pista de su vínculo con Moscú lo tuvo por su viaje a Siria. Había que tener buenas relaciones con Damasco o con el Kremlin para poder ir en plena guerra. Y, sin trabajar para ningún medio de gran alcance, Pablo González puedo entrar. Gracias a eso, publica algunos reportajes en la Voz de América, medio que ha borrado a día de hoy todo su rastro. 

En público podía criticar a Putin, por ejemplo. Pero en confianza era claramente prorruso. Jugaba bien a la ambigüedad"

Periodista que fue colega de Pablo González

"Pablo se sabía enmascarar bien para hacer colegueo. En público podía criticar a Putin, por ejemplo. Pero en confianza era claramente prorruso. Jugaba bien a la ambigüedad", señala este profesional con años de experiencia en el espacio postsoviético. 

Pasó de utilizar el periodismo para tener influencia, y hacer sus negocios, es decir vender información a unos y otros, a profesionalizarse y dedicarse a prestar servicio a Moscú. Entre la información que tenía en sus dispositivos había informes sobre disidentes como Ilya Yashin, a quien conoció en una mesa redonda organizada en Madrid por el ECFR.

Logró ganarse la confianza de Yashin, liberado en el mismo canje de prisioneros que Pablo González, gracias a su pasión común por el fútbol. Yashin reconoció a Xavier Colás, de El Mundo, que Pavel hizo informes sobre él. Cobraba por la información y detallaba los gastos en los que incurría para acercarse a los opositores rusos. 

Pablo González denunció en una entrevista en RT que en los dos años y cinco meses en prisión en Polonia había sido maltratado e incluso una psicóloga le había inducido al suicidio. Sin embargo, en sus comunicaciones con su entorno, de las que se hacía eco la campaña por su liberación, relataba cómo su día a día era aburrido pero sin abusos. Hacía ejercicio, leía, dormía.

Su entorno trasladó que estaba en aislamiento, lo que no era cierto. Recibió cerca de una veintena de visitas consulares y también vio a su novia polaca. Al principio era ella la que pagaba la defensa de Pablo. Luego todo indica que se sintió engañada y dejó de creer en su versión de los hechos. 

El juicio se puede celebrar

En la actualidad Pablo González sigue en Moscú. La madre de sus hijos aseguró al principio que la idea era que volviera a España pero el caso no está cerrado en Polonia y eso podría traerle problemas. La Fiscalía ha presentado cargos por espionaje. Es posible que el juicio comience en breve porque ha contratado a dos abogados polacos, según ha publicado Rzeczpospolita. La acusación ya se ha traducido al español (son 84 páginas) y se ha enviado a su domicilio en Varsovia. 

El proceso se podría celebrar en ausencia, según este diario polaco. Bastaría con declarar que no participará en la audiencia. El juez será Dariusz Jurjewic  y también formarán parte del tribunal Marzna Sopel-Zjac y Barbara Furmanska. 

Pablo González o Pavel Rubtsov habría espiado para el Kremlin desde abril de 2016 a febrero de 2022, cuando fue arrestado en la frontera polaca. Según el comunicado de la Fiscalía polaca, habría proporcionado información a la inteligencia rusa que podría causar daños a la República de Polonia. Las penas por estos cargos oscila entre los tres y los 15 años. Por los pelos no le afecta una modificación de la ley penal que aumenta las penas por espionaje a cadena perpetua. 

Bronca política en Polonia

En Polonia el caso de Pablo González está sirviendo al partido Ley y Justicia, nacionalpopulista, en la oposición, para recriminar al gobierno del liberal Donald Tusk por acceder a su entrega sin obtener a cambio a ningún preso polaco en Rusia o Bielorrusia. No solo Polonia procedió así, también Alemania, y en ese caso se entregó a un asesino condenado en los tribunales. Tanto Scholz como Tusk quisieron hacer un favor al presidente Joe Biden, quien aún estaba librando la batalla electoral. 

El PiS, que afronta un annus horribilis por diversos casos de corrupción de su etapa en el poder y con sus cuentas puestas en cuestión en los tribunales, también asegura que Pablo González podría haber conocido datos que pondrían en peligro la seguridad nacional, al revisar la documentación de su caso. 

La trayectoria de Pablo González muestra cómo la desinformación se ha convertido en un arma fundamental en las guerras actuales. Los periodistas deberían ser los primeros en desenmascarar a los intrusos, en lugar de caer en la endogamia. Está por ver si el Kremlin considera que Pablo/Pavel está quemado o aún puede prestar más servicios a la patria rusa. Ya ha mostrado el talón de Aquiles de los medios de comunicación una vez.